Capítulo 24: Recuperación

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Notas Importantes:

Queda estrictamente prohibida cualquier copia y/o adaptación de esta obra de ficción. Todos los derechos reservados.

Disclaimer: Los personajes no son míos, pertenecen a Rumiko Takahashi.

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Stranno Yazyk

"Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol".

Federico García Lorca

Strange Lenguage: Recuperación

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Strange Lenguage: Recuperación

Kagome sintió repentinamente que su corazón se saltaba un latido. No sabía de dónde venía esa sensación pero mientras sus ojos habían estado vagando a lo largo de la silueta inconsciente del hanyou, preocupada por los evidentes signos de infección en una de sus heridas, simplemente la asaltó.

Despertar tras 3 días de haber estado inconsciente mientras su cuerpo luchaba por recuperarse de sus heridas no había sido tan difícil como enfrentarse a la dura realidad de lo que había hecho antes de volver al Sengoku: abandonar en una situación vulnerable a su hermano menor.

Sí, le había disparado al hanyou. Sí, ella también había conseguido ser alcanzada por una de las balas aunque en mucha menor escala que su amigo. Y sí, había tenido que noquear a una de las personas que más quería en el mundo para tener una oportunidad de escapar, pero nada de eso era una justificación válida para haberle abandonado.

Pese a sus oscuros pensamientos y al remordimiento que acompañaba sus acciones pasadas, la joven sabía muy bien que aunque lo hubiese querido, Souta habría sido incapaz de cruzar el pozo como Inuyasha o ella. Así que de alguna forma, había tomado la mejor decisión dejándolo en la época moderna. Sólo le quedaba rezar a los dioses que pudiera mantenerse a salvo y que ya fuera uno de sus familiares o el misterioso Shinku al que su hermano se había apegado tanto, llegaran a tiempo para atenderlo y protegerlo.

—Señorita Kagome, debería estar descansando. —susurró el monje Miroku entrando en la pequeña cabaña.

Probablemente tuviera razón y lo mejor fuera que estuviera terminando de recuperarse, el cielo sabía que sus músculos lo necesitaban, pero tras despertar y darse cuenta que la herida de bala en su costado había sanado a un ritmo alarmantemente acelerado, la muchacha no había querido permanecer ni un solo segundo más en cama. Debía cuidar de uno de sus mejores amigos.

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