Capítulo 17

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Llegó el día en el que finalmente se efectuaría la profanación. La espera era tan agonizante que hacía que Lauren quisiera vomitar sobre su sala de estar sin importarle su fina alfombra beige. Su pierna derecha saltaba y las palmas de sus manos estaban empapadas por el sudor. Lauren había estado en ese estado desde hacía tres días. Eliza la miró, pero no supo cómo ayudar a calmar a la de ojos verdes, por lo que optó por quedarse en silencio. Luego de casi media hora de espera interminable, Eliza Hill caminó hasta el perfectamente arreglado librero que Jauregui tenía en su sala de estar.

Cuando estuvo frente al mueble de madera oscura, la castaña ojeó todos los ejemplares. Fue cuando Eliza notó algo irregular con respecto al orden de los libros. Basándose en la impecable y casi obsesiva personalidad de Lauren Jauregui, vio que el librero no tenía un orden consistente; no estaban ordenados ni por tamaño, ni por color, ni por autor, tampoco alfabéticamente o por editoriales o series. Era raro. Algo definitivamente no cuadraba. Entonces posó sus ojos sobre un libro en especial, este parecía que estuviera en un pedestal en medio del librero. Era una primera edición del 85 muy bien cuidada. Era amarillo y sobresalía del resto. Entonces lo descifró: «Están ordenados por orden de importancia y este, por lo visto, es el rey del librero.» Pensó sin poder evitar esbozar una pequeña sonrisa victoriosa al entender el porqué del librero. Por un rato, estuvo ojeando algunas páginas del bien cuidado libro amarillo, fue cuando notó algo fuera de lo común.

—¿Es bueno?—Eliza se dirigió a Lauren con el ejemplar en sus manos.

Lauren, quien para ese momento no hacía sino mirar un punto fijo en el lejano horizonte, salió del trance que la tenía atrapada. Levantó su mirada para encontrarse con Eliza sosteniendo el libro amarillo que solía ser su favorito cinco años atrás. Era el mismo libro que amenazaba con hacerla llorar cada que lo tomaba en sus manos dado a los terribles recuerdos que le traía.

—La historia es buena—dijo Lauren fingiendo que no era la gran cosa.

—Debería leerlo, aunque prefiero las novelas policiacas.

Eliza se dirigió al librero nuevamente; allí volvió a concentrarse en las hojas del viejo libro. Sin leer y pasando rápidamente las hojas, empezó a contar. Una, dos, tres, cuatro y cinco... así contó Hill hasta que llegó a treinta. Cuando llegó a ese número, el teléfono celular de Eliza sonó de una forma que asustó a Lauren. La joven castaña volvió a poner el libro en el lugar exacto de donde lo había tomado para correr a contestar la llamada.

—Son ellos—le informó la castaña antes de contestar.

Lauren solo asintió. Sin parpadear, miró durante lo que duró la llamada a Eliza.

—Okey. Okey. Okey—decía Eliza mientras hablaba con los encargados de efectuar la profanación—. ¿Es enserio? ¿Lo comprobaste dos veces? No. Sí. No hace falta. Yo les creo. Bien. Gracias.

Eliza dio por terminada la llamada dándole una mirada de confusión a Lauren. Eliza no sabía cómo decirle a la joven columnista que la tumba de Camila Cabello no estaba vacía. Los dos chicos efectivamente habían encontrado un esqueleto humano.

—¿Y bien?

—Había un cuerpo. Y era uno real por lo que escuché.

Las esperanzas de Lauren se derrumbaron como un castillo de naipes que es azotado por el más fuerte ventarrón típico de agosto. Quería correr y desaparecer. Quería llorar y gritar. Su corazón se volvió a romper. Lauren pensaba que sus amigas tenían razón y se maldijo por dejar que eso pasara.

—No tiene sentido—dijo Eliza Hill caminando de lado a lado en la lujosa habitación de estar—. Algo está mal aquí. Por lo general, no me equivoco. Algo no está bien.

Te Has Ido | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora