Capítulo 18

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Luego de leer más de treinta veces el mensaje que el libro ocultaba, Eliza Hill lo leyó una vez más. Lauren Jauregui continuó de pie junto a la castaña en silencio; la columnista era incapaz de descifrar la expresión de la joven castaña. Cuando dejó de leer el párrafo, Hill miró un punto fijo en la impecable baldosa en un intento de decodificar toda la información.

—Con ese tengo que irme podría referirse a ella suicidándose, pero el que la carta diga yo estaré bien, te lo prometo es un poco contradictorio para afirmar que se trata de un suicidio. Y a eso le sumamos él no me digas adiós porque no es una despedida—Analizaba Eliza aun de pie junto a Lauren—. Definitivamente no es una nota suicida. Eso tenlo por segura.

Entonces la joven hija de Hill volvió a leer el inicio de la carta y como inspiración divina entendió algo.

—¡Eso es!

—¿Es qué?—preguntó Lauren ansiosa.

—Lauren, lee la parte en que dice no puedo y es muy difícil—Eliza le mostró a la joven latina las palabras—. Camila no se refería al hecho de quitarse la vida, sino al hecho de que alguien la estaba forzando a hacer algo que ella no quería. No podía decírtelo y le era difícil explicártelo. Eso es todo lo que necesito para confirmar mi teoría.

—¿Cuál de todas tus teorías, Eliza?—preguntó la latina de ojos verdes.

—La de Camila siendo forzada a fingir su muerte—Eliza sonreía victoriosa, era esa misma sonrisa que usaba cada vez que tenía la razón que era casi siempre—. Y eso me huele a que la policía tuvo algo que ver, estoy casi tan segura como que mi exnovio me fue infiel con su vecina.

—Espera un momento, ¿qué?

—Es otra teoría, pero aún no la he confirmado—dijo la castaña—. Aún—recalcó.

—¿Qué otra cosa piensas?

—Lauren, estoy pensando en tantas cosas que me es difícil tratar de explicarte, pero antes ¿puedo preguntar un par de cosas?

—Lo que sea—dijo Jauregui con tal de ayudar y aportar algo a la investigación de Camila Cabello.

—¿Estás segura de que no has sentido que Camila se quiere comunicar contigo?—Eliza se sentó sobre unos de los muebles de la castaña—. Recuerdo que cuando nos conocimos, te lo pregunté y tú lo negaste.

En ese momento, Lauren decidió contarle lo de la carta que meses atrás una admiradora le había enviado. Aunque, a ciencia cierta no sabía si podría tratarse de Camila tratando de comunicarse con ella.

—Te mentí. Hace un tiempo recibí una carta que tenía escrita una expresión que Camila solía usar conmigo. Ella siempre me decía eso y fue muy raro volverlo a escuchar después de tanto tiempo.

—¿Aún conservas la carta?

—No, pero puedo conseguirla. Parte de mi correo está en la bodega de la papelería en la sede del diario.

—Necesito que recuperes esa carta—dijo Eliza—. Y no solo esa, necesito que consigas todo tu correo. Puede que como te llegó esa carta, tengamos más.

—¿Crees que Camila me ha escrito?

—No va a poner su nombre en la carta, de eso estamos seguras. Sin embargo, Camila me ha dejado en claro que es una mujer muy lista. Haría todo para comunicarse contigo—dijo la castaña —. Así como el libro, ¿cuántas pistas no te ha dado y no las has visto aún?

Luego de darle suficientes vueltas al asunto, Lauren decidió hacerle caso a Eliza en ir a la sede del periódico y reclamar toda su correspondencia. Como era de esperarse, el hombre encargado de todas las cartas y paquetes le dio a Jauregui kilos y kilos de sobres. Lauren no sabía por dónde empezar la búsqueda, o qué estaba buscando específicamente. Por eso optó por pedirle ayuda a la autora de la idea. Eliza, sin hacerse la del rogar, accedió a ir a ayudar a la de los ojos verdes. «Lo haré, pero quiero algo de comer.» Fue la única condición que la castaña hija de Hill le puso.

Te Has Ido | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora