Mi favorita.

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Todo estaba genial en la vida de Camila Cabello. La joven estaba terminando su corta carrera como fotógrafa, sus padres habían avanzado demasiado con el nuevo fármaco, y, como si fuera poco, tenía cuatro increíbles amigas. Todo eso era gran motivo de alegría para la joven cubana. La relación con sus amigas era maravillosa; la unión de ellas era como si se conocieran desde pequeñas, aunque solo llevarán un poco más de tres años de amistad.

A pesar de todo el tiempo que llevaban juntas como amigas, los sentimientos de Cabello continuaban creciendo hacia Jauregui. Camila había decidido que lo más sano para ella y para sus amigas, era ocultar y tratar de suprimir aquellos fuertes pensamientos hasta el punto de obligarse de olvidarlos y de vivir ignorándolos. ¿Era fácil? Para nada, y era mucho más difícil considerando que Lauren Jauregui estaba jugando el mismo juego de Cabello. Ally, Normani y Dinah eran constantes testigos de la tensión que se formaba alrededor de Jauregui y Cabello cada que estaban en el mismo lugar; las bromas que solo ellas entendían, las indirectas y los cumplidos hacían que sus amigas le dieran otra connotación a la amistad de Lauren y Camila. Sin embargo, ninguna de las chicas comentaba algo al respecto.

La noticia de que Camila Cabello había sido la mejor de la clase no había sido una sorpresa para las personas que la rodeaban, dado a que Cabello ponía tanto empeño y dedicación a sus trabajos por más insignificantes que parecieran. Lauren Jauregui era una de las principales amantes del trabajo de su amiga oriunda de Cuba. La latina de ojos verdes solía quedarse horas en el pequeño cuarto de revelado de Cabello admirando en silencio el trabajo de su amiga. Al ser la mejor de la clase, Camila Cabello podía exhibir sus mejores fotografías en una exposición local. El proceso de elección de las imágenes no fue fácil para Cabello ya que siempre le había sido difícil tomar decisiones, por lo que Lauren y sus padres la ayudaron con sus honestas opiniones.

—Parece que fue ayer cuando te encontré empapada en media calle con un bote de pintura negra —dijo Lauren mientras ayudaba a colgar una enorme fotografía tomada por Camila en una de las impecables paredes blancas brillantes. Era una costumbre de Jáuregui recordarle a Cabello el día en que la había conocido—, y hoy estarás exhibiendo tu trabajo. El tiempo parece volar. Tal vez mañana seamos viejas olvidadas en un acilo por nuestros hijos.

—No es gran cosa —contestó Camila quien yacía a unos pocos metros de la latina de ojos verdes—. ¿Hace cuánto nos conocemos? ¿Dos años?

—Muy pronto serán más de tres, pero ¿quién los cuenta? —dijo Lauren Jauregui al tiempo que sacaba otra imagen de la autoría de su amiga para colgarla junto con las otras—. Siempre he amado las que están a blanco y negro. ¿Cómo haces para capturar las miradas así?

—¿Cómo? —le preguntó a la estudiante de periodismo.

—Cuando fotografías a alguien, sus ojos siempre transmiten algo —confesó Lauren mientras enderezaba la imagen de la mujer a blanco y negro que acababa de colgar—. Ella, por ejemplo, trasmite tristeza. La de la otra imagen, sus ojos muestran soledad y vacío. ¿Cómo lo haces? Y no me vayas a decir que es el estilo del artista.

—No sé de qué hablas —contestó con un tono burlón Camila—. Creo que estás viendo cosas donde no las hay.

—Vamos Camz —dijo Jauregui con su voz suplicante y poniendo en su cara un tierno puchero—, ¿acaso no confías en mí?

—Sabes que confío ciegamente en ti —contestó rápidamente Camila al tiempo que rodeaba a Jauregui con sus finos brazos—. No lo sé, creo que el secreto está en lo que le dices al modelo. A ella, por ejemplo, le dije que pensara en el peor día de su vida. Y esta otra, le dije que pensara en alguien quien ya no estuviera en su vida.

—Eres brillante —dijo con sinceridad la latina de ojos glauco.

—Ahora sabes mi técnica —susurró Camila contra el oído de Lauren—. Espero que sepas guardar un secreto.

Te Has Ido | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora