Capítulo 8. Recuerdos (JiMin)

108 13 8
                                    

Padre nuestro,

que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Pase saliva de forma dolorosa, mi garganta esta seca de tanto que había llorado, sentía como si mi Fe se agotara cada día mas.


Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

Amén.


Oré, mientras sentía como mis plumas iban cayendo, dolía como si me arrancaran uno a uno los dedos de las manos, veía las gotas de sangre sacándose en el piso, me sentía cansado, ya me estaba acostumbrando al dolor, lo que no podía acostumbrarme era a la mirada afilada de Agust al otro lado de la habitación, solo allí...mirándome sentado en una silla.

-Necesito...necesito no perder la cabeza- susurré para mí mismo, ya las oraciones no hacían su efecto, ya mi Padre no me respondía, "¿Qué es lo que me queda?", pensé – tu recuerdo- susurré, cerré mis ojos.



Mi Suga -le susurré al oído del pelinegro apoyado en mi regazo, mientras mis manos se deleitaban con cada facción de su rostro, él sonreía con los ojos cerrados, su sonrisa era lo más hermoso que podía existir en el mundo, me acerque a sus labios y le di un dulce beso, cada beso de sus labios y cada caricia de sus manos, hacía que mi vida valiera cada segundo – te amo mi niño hermoso- me dijo parpadeando lentamente, con aquellos ojos oscuros que encantaban tanto, no pude evitar sentirme en total felicidad.

Cumplíamos 3 años de novios, han sido los mejores momentos de mi vida, nunca imagine que los sueños se hicieran realidad, vivíamos juntos, teníamos un perro, buenos empleos, una hermosa casa, ¿Qué más podía pedirle a la vida?, aunque a Suga no le gustaba ir a la iglesia, yo iba todos los días a agradecerle a Dios por la vida de película que me había dado, mi corazón se sentía lleno, lleno de felicidad, de orgullo y de valentía.

Vi al pelinegro al otro lado de la calle, levanté ambos brazos entusiasmado y su sonrisa iluminaba el lugar, cuando cambio el semáforo salí corriendo y lo abrace como un niño pequeño, sé que eso le encantaba, me dio pequeños besos en el cuello que me hacían erizar – entonces ¿esta noche harás la cena romántica?- le dije mirándole con cariño, a lo que él asintió con la cabeza – pero ¿me acompañas a comprar lo que necesito?- me dijo mientras empezábamos a caminar hacia nuestra casa, asentí con una sonrisa sincera, daba pequeños saltos mientras caminábamos de la mano – hola mi pequeña Molly- dijo en una voz muy infantil saludando a nuestra mascota en cuclillas, sonreí al verlo, ¿podría estar más enamorado de esta persona?, negué con la cabeza sin dejar de sonreír – vamos a la cama- le susurre en la oreja, él me volteo a mirar con una sonrisa de lado. Fuimos a la cama, mi cuerpo no podía estar alejado del suyo por más de 24 horas, ya lo había comprobado, empecé por darle un beso algo necesitado – tranquilo, tranquilo – me susurró en los labios, le hice un puchero- es que...es que- le dije intentando excusarme hasta que sus labios callaron mis palabras, con un beso suave pero excitante, su lengua acariciaba la mía, podía sentir como exploraba mi boca, sentía como mi miembro cosquilleaba, cerré los ojos para hundirme en el sentimiento, hasta que su mano bajo hasta mi entrepierna, dio un pequeño gemido y pude sentir su sonrisa rozar mis labios, no importa las veces que lo hubiéramos hecho, él sabía cómo hacer que cada una de mi células vibrara con solo una mirada y sentía como si cada vez, fuera mi primera vez. Sus manos se deslizaban suaves con las yemas de los dedos debajo de mi camisa, deteniéndose en cada uno de mis músculos, mientras su besos se posaban en mi mandíbula bajando por mi cuello – Mi Suga – su nombre salía sin pensar de mis labios, con amor, amor mezclado con deseo, necesitaba más de él, ahora sus manos rozaban mi espalda bajando por esta hasta llegar a mi pantalón, me despojo de la ropa y yo le ayude a quitarse la suya, me recosté en la cama y él se hizo encima de mí, mis piernas temblaban un poco por la expectación, sus caricias eran tan dulces y lentas que a veces se sentía como una tortura, mi cadera se movía sola hacia él para sentirle más – eres tan hermoso – me dijo mientras me miraba de arriba abajo, esta persona también tenía el poder de hacerme sonrojar con solo sus palabras, le abrace por la cintura y lo atraje hacia mí para besarle esta vez el beso fue lento, lento pero lleno de pasión, me aferre a sus hombros mientras nuestros miembros se rozaban, se sentía tan bien, sentía como el calor empezaba a recorrer todo mi cuerpo, gemía cerca de su oído, sabía que eso lo excitaba y lo podía notar como su miembro vibraba y sus caderas empezaban a moverse – te quiero dentro de mí, mi amor- le susurré al oído, él no espero y me penetró de una sola estocada, lo que me hizo gritar, tomó mi miembro entre sus manos y empezó a masturbarlo mientras sus embestidas empezaban a aumentar de ritmo – mi Suga- gemía mientras rodeaba su cintura con mis piernas y rasguñaba su espalda, era delicioso oírlo gemir y oír como la habitación se envolvía de los sonidos que hacían nuestros cuerpos al chocar – ponte en cuatro para mí- me dijo mirándome con aquel brillo perverso en sus ojos, asentí, me puse en la posición que él deseaba, apoyando mi rostro sobre la cama y separando mis nalgas, me daba bastante vergüenza que él me viera así, pero sabía que a él le encantaba tenerme así -hazlo de una vez amor- le dije sintiendo mis mejillas arder, él se quedó mirándome un momento, apreciando la escena, mientras se masturbaba un poco para luego penetrarme haciendo movimientos circulares, aquello me volvía loco – más, más~ – gemía, él me agarro de las muñecas y empezó a acelerar la velocidad de sus embestidas, podía sentir como tocaba mi punto G, haciéndome gritar de placer, mis caderas intentaron imitar sus movimientos mientras llevaba mi diestra a mi miembro y lo masturbaba, lleve mi cabeza atrás y arquee mi espalda, estaba estimulándome demasiado, tanto que ya sentía el orgasmo venir – JiMinie dime mi nombre- me dijo entre gemidos y con la respiración entre cortada – Suga, Suga – grite mientras sentía el orgasmo atravesar mi cuerpo como una corriente por toda mi columna y un poco de su semen salir de mí y resbalar por mi pierna, ambos nos acomodamos en la cama agotados mirando al techo, aun podía sentir mi corazón intentando salir de mi pecho, de pronto era porque quería seguir sintiendo el latido de la persona por la que funcionaba – Te amo Min YoonGi – susurré entrelazando mi dedos con sus dedos y acomodándome esta vez en su pecho -deberíamos quedarnos aquí, así... por siempre – dijo el pelinegro para luego suspirar pesadamente – no seas perezoso, dijiste que ibas a hacer una cena romántica- le dije apoyando mi barbilla en su pecho y mirándolo haciendo un puchero, el rodeo los ojos y luego rio- me descubriste- me dijo para luego guiñarme el ojo y darme un pequeño beso en los labios – Te amo Park Jimin- me susurró en los labios para luego mirarme fijo, mi corazón sentía que iba a estallar dentro de mi pecho.



- Vaya, vaya, pero que historia tan romántica – abrí mis ojos de un golpe al escuchar la voz de Agust acercándose a mí – que triste que tuviera un final tan trágico – dijo con los dientes apretados, podía ver sus ojos carmesí entre las tinieblas y una sonrisa cínica en los labios – no tienes idea...de hecho tiene un final muy bello- le dije mirando a otro lado, su sola presencia me hacía temblar del miedo – es un final lleno de amor- dije con un hilo de voz, él rio y podía sentir como su risa se volvía cada vez más grabe al rebotar en las paredes de la habitación – vaya que eres un estúpido y además inocente – dijo ya demasiado cerca de lo que yo quisiera, me tomo del rostro y lo apretó tanto que me hizo gritar- mírame- me susurro – aquí no existen las historias de amor – me dijo desplegando sus enormes alas negras – ni historia felices- sus ojos carmesí brillaron – en mi corazón siempre existirá aquella historia de amor- dije cerrando los ojos con fuerza dejando escapar algunas lágrimas, el silencio retumbo en la habitación y el frio empezó a subir helando hasta mis huesos.




FadedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora