Capítulo 9. Pecado (JiMin)

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-¡Vamos, vamos! – le dije jalando de su brazo para levantarnos de la cama, volver a vestirnos, escuchaba los fuertes suspiros de pereza que daba mientras lentamente se ponía su ropa sentado en la cama, me acerque a él y él me abrazo de la cintura y poso su barbilla en mi estómago – agradece que tengo hambre- me dijo con su tono gruñón normal, sonreí y le acaricie el cabello, se terminó de vestir, me tomo de la mano y nos dirigimos a la tienda a dos cuadras de la casa, corrí a adelantarme y me di cuenta que la tienda estaba cerrada, me devolví a verle con un puchero, él solo se metió las manos en los bolsillos y camino al mismo ritmo para llegar a donde yo estaba – tendremos que ir hasta la otra tienda- me dijo para luego suspirar, darme un corto beso en los labios, tomar mi mano y seguir caminando. La tienda quedaba a 5 cuadras más, así que nos dedicamos a caminar tomados de la mano – oye Park JiMin- me dijo en un tono serio mirando hacia el frente, sentí como los bellos de todo mi cuerpo se erizaban – si Mi Suga, mi Min Yoon Gi – le respondí con un poco de nerviosismo por su tono serio – deberíamos casarnos- dijo manteniendo su tono serio - ¡¿Qué?!- su propuesta me pareció adorable, mi corazón dio un vuelto, no podía sentirme más feliz, aunque él se catalogara como ateo, haría este tipo de cosas por mí y eso me encantaba – bueno...si no quieres no- dijo bajando la mirada esta vez – ¿qué dices mi amor? ¡Claro que me encantaría casarme contigo! – dije casi gritando y empezando a dar saltos a lo que el pelinegro sonrió apenado – nos vamos a casar, nos vamos a casar- empecé a cantar mientras caminábamos, cuando un hombre con chaqueta negra y capota se paró en frente de nosotros, frenamos de golpe – denme el dinero y no les haré daño – dijo casi en susurro mientras nos apuntaba con un arma, las mariposas en mi estómago empezaron a morir lentamente, el sudor recorría mi frente y mi nuca – está bien, tranquilo - la voz de Suga era calmada, pero con ira, soltó mi mano y levanto las suyas como acto de relajar al asaltante - ¡no te muevas, solo dame el maldito dinero! – grito el tipo sacudiendo el arma, yo solo estaba en shock, mi respiración empezaba a ponerse cada vez más lenta – déjeme lentamente sacar mi billetera- dijo Suga, llevándose una de las manos a su bolsillo trasero y se la dio al asaltante - ¡ahora tu maricon!- dijo esta vez apuntando su arma hacia a mí, trague saliva y algunas lágrimas bajaban escandalosas por mis mejillas – no...le llames así- dijo Suga frunciendo el ceño y cerrando sus manos en forma de puño, su voz se tornaba oscura y siniestra, me daba miedo, el tipo al escucharlo, le mostro de nuevo el arma y apretó el gatillo, no sé cómo lo hice pero en el preciso momento pude moverme rápidamente entre el arma y Suga, empujándolo hasta que cayó al piso, recuerdo sus ojos llenos de lágrimas, sus hermosos ojos oscuros, mi pecho dolía pero no por la tristeza, sino por la bala que ahora se alojaba en mi corazón, caí de rodillas y me lleve las manos al pecho viendo como la sangre salía de mí, así como mi vida – no JiMin, no, aguanta por favor, aguanta- la voz de Suga volvía a ser dulce, pero llena de pánico – estoy cansado – pude balbucear antes de caer por completo al suelo – ¡maldito hijo de perra! – grito Suga al asaltante que todavía estaba allí en estado de shock, al parecer no planeaba disparar su arma, escuche el sonido metálico del arma caer al suelo – Suga...Suga – susurraba, quería verlo por última vez – ¡te matare maldito! – la voz de Suga de nuevo se volvió oscura y peligrosa, levanto el arma del suelo y la disparo, abrí los ojos como platos y el miedo recorrió mi cuerpo, mis lágrimas empezaron a salir histerias –¡no, no!- grite hasta que sentí un sabor metálico en mi boca, Suga camino hasta mí, se arrodillo, poso mi cabeza en su regazo y vi, sus ojos, era terrorífico, no parecía ser él – no puedo vivir sin ti – me dijo acariciando mi cabello con una de sus manos, mientras con la otra se secaba el sudor de la frente aun con el arma en su mano, negué con la cabeza- mi amor por ti vas más allá de la muerte, te amo Min Yoon Gi – fue lo último que pude decir antes de cerrar mis ojos, sentí sus lágrimas caer en mi rostro y el sonido del arma por tercera vez.


-¡Suga! – grite despertándome de mi recuerdo, me tambalee y caí de frente, golpeando fuertemente mi pómulo, respire rápido intentando volver a la posición en la que estaba de rodillas, mis brazos ya no tenían fuerza, menos mis piernas, cuando sentí su pie en mi hombro - ¿p-por qué lo mataste? – le susurre, mientras Agust empujaba más su pie haciéndome retorcer de dolor – porque era un hijo de perra que debía morir... me encanto ver su cuerpo quemándose en las llamas del infierno- su voz era ronca y se sentía como veneno de víbora – pero, eso no te hace diferente a él – dije con un hilo de voz, se enfureció y puso su pie en mi rostro apretándolo en el suelo - ¿Cómo te atreves a comprarme? – se agacho y sentía el veneno de su voz recorrer mi sangre- también eres un demonio- dije finalmente, sentí como me liberaba, pero por alguna razón aun sentía miedo, me soltó de una de mis manos, pero jalo la cadena de la otra, llevando mis brazos detrás de mi espalda para volverme a sujetar – detente – sentía como si pudiera leer su mente, levanto mi cintura hasta quedar en cuatro – no lo hagas por favor- se suplique, él solo reía bajito – si es cierto JiMin...ahora soy un demonio – me dijo antes de penetrarme fuertemente sin compasión, fue tan violento que podía sentir el olor metálico de mi sangre recorrer mis piernas, una de sus manos jalaba la cadena que aprisionaba, mientras que con la otra arrancaba las plumas de mis alas, haciéndome gritar, mis lágrimas se volvían sangre de lo mucho que las había usado, él seguía embistiéndome, la habitación se tornaba de un color rojizo y se llenaba de los gemidos de Agust, me dolía el cuerpo, pero no más que el corazón. Se vino dentro de mí y me empujo haciéndome caer de lado – lo hiciste por amor – le dije en un hilo de voz – eso es lo que te diferencia de aquel monstro - terminé de decir antes de desmayarme.

-Padre, él cometió el pecado de matar y del suicidio, pero lo hizo por amor, al igual que yo, ¿no podrías perdonarlo?, te daría todo lo que soy, pero perdónalo, por favor perdónalo-

-¿Lo darías todo? ¿Hasta lo más importante para ti?-

-Sí, lo daría-




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