—Byron—
—Maldición Kaela ¿Estas loca? —le grite.
La vi encogerse mientras yo caminaba de un lado hacia otra con mis manos en la cintura, solo a ella se le ocurría dejar entrar un extraño a su casa, con solo imaginarme lo que hubiera pasada me moría de la rabia, me sentía nervioso, volví a mirarla, estaba aterrada y lo menos que necesitaba era mi histeria.
—Me resulta sospechoso todo esto, debiste llamarme, o enviarme un texto, no vuelvas a hacer esto. —mencione.
Trate de que mi voz se suavizara pero no pude, alguien toco la puerta haciendo recordar que estaba en el hospital, y aunque no se escuchaba hacia afuera lo que se hablaba en mi consultorio aun me quedaba un paciente.
—Mira sal y espérame fuera en la sala de espera, voy en breve, no te atrevas a ir a ningún lado. —articule, la vi asentirme tomando el pomo de la puerta. —Y Kaela lo que te acabo de decir es una orden no una sugerencia, así que no te vayas, si lo haces te vas a hacer cargo de las consecuencias. —advertí.
Cuando el paciente llego a mi consultorio sentí el tiempo pasando demasiado lento, mientras le hacia las preguntas básicas me di cuenta que tan solo estaba a falta de que alguien le escuchará, tome un respiro, es difícil ver como personas que están rodeadas de supuestas amistades, familiares y conocidos estaban abrumadas por la soledad, y tenía que tocar la puerta de un desconocido para sentirse a gusto, o dejar por momentos la soledad, era un honor para mí ayudar a todas las personas pidieran mi ayuda, aun sea para un corte de cabello, pero en este momento lo único que quería era ver si aun Kaela me esperaba.
—Gracias doctor, me siento mejor. —dijo mi paciente poniéndose de pies.
Esas palabras me dieron paz, demasiada paz, hizo sentir cálida mi inquieta alma.
—Es un placer servirle. —respondí.
Le tendí una mano que sujeto con firmeza y salió muy diferente a como entro, se fue con una amplia sonrisa y su frente en alto, quite el nudo de mi corbata y Salí hasta la sala de espera, pero no vi a Kaela allí, maldije en voz baja, la ira me invadió, me gire bruscamente chocando con alguien, le sujete para evitar se fuera al suelo mientras sentía un líquido caliente tocar mi piel.
— ¿Esta bien? —pregunte.
Mire con quien había chocado y era Kaela, sus manos estaban rojas, traía dos café y ambos se habían derramado cuando chocamos cayendo más contenido sobre ella que en mí.
—Por Dios vamos a mi consultorio. —mencione sujetándola mientras corrí con ella.
Mi brazo ardía, a pesar de tener la bata y una camisa, mientras que la piel de Kaela estaba aún más afectada que la mía, mientras le colocaba un vendaje y medicina para las quemaduras ella no se quejó, pero sus ojos, las puertas del alma expresaban cuanto le molestaba.
—Estoy bien. —expreso.
—No lo estas, te vas conmigo y no volverás a tu casa hasta que se solucione esto, tampoco iras a trabajar, que se encarguen tus trabajadores de todo eso. —hable con firmeza.
—Óyeme Byron quizás me veas como una mujer sumisa, pero no te voy a permitir me estés dando mandatos, no me puedes encerrar como si estuviera en una burbuja recluida de todo. —declaro Kaela.
—Tú me vas a escuchar, lo que estoy haciendo es para cuidarte madura y deja de comportarte como una niña. —insistí.
Ella rio con amargura poniéndose de pies, yo reí divertido, ella era tan pequeña y verla enojada me hacia reír, aun este no era el momento para hacerlo.
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Lujuria Engañosa. [L. Adictiva 2].
Romance¿Que hacemos cuando alguien nos hace cambiar? ¿Como evitamos seguir los caminos anteriores y tomar senderos de bien? Solo que cuando ella llego a mi vida una parte de mi deseó tomarla, pero otra cuidarla. Nunca fui el chico bueno, soy malo y egoí...