24. Sin perdón no hay amor que valga

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Eskol llevaba toda la noche evitando a Enar. Se sentía muy dolido por haber dejado a Ituko solo frente a Saga. Ya bien entrada la noche y una vez que todos los caballeros que habían bebido un poco más de la cuenta se habían marchado a dormir, Eskol se encaminó a su tienda cuando chocó con un joven de cabellos castaños. El rubio cayó al suelo aturdido.

-¡Ah! ¡Eskol! no te había visto- dijo Enar acercándole una mano para ayudarlo a incorporarse.

Eskol se levantó del suelo sin tomar la mano de Enar.

-Llevo... toda la noche buscándote- comentó Enar.

-Y yo llevó toda la noche evitándote- respondió Eskol sacudiendose la ropa llena de nieve.

-¿Sigues enfadado?- preguntó Enar

-Por supuesto que sigo enfadado, y ahora más ¿Ibas a permitir que Ituko muriera? ¡Es tu amigo!- gritó el rubio dejándose llevar por la cólera.

-Eskol, esto es la guerra, ¿crees que me agrada la idea de perder a alguien? ¿De perder a un amigo? ¿A un compañero? ¿De arriesgarme a perderte a ti? Si hubiéramos regresado y a ti te hubiera ocurrido algo no me lo hubiera perdonado- habló Enar con el alma hecha trizas.

-Pero tú pudiste haber vuelto a por él- dijo Eskol

-Entonces Raph y Leo habrían muerto- explicó Enar

Eskol guardó silencio, no tenía ningún argumento para quejarse de aquellas palabras, si él hubiera tenido que escoger entre salvar a un amigo o a los elegidos posiblemente hubiera actuado igual que Enar.

El de cabellos castaños miró a Eskol quien se limitaba a apretar la mandíbula enfadado mientras miraba la nieve ardiente de rabia, aquella nieve podría haberse derretido fácilmente con el fuego que Eskol transmitía en sus ojos.

Enar tomó gentilmente el mentón de Eskol para levantarle la cabeza y besarlo, pero Eskol lo empujó para apartarlo.

-¡¿Qué parte de la frase "estoy enfadado" no has entendido?!- gritó el rubio.

Enar sonrió con lujuria.

-Me encanta cuando intentas resistirte- suspiró Enar agarrando al menor por la muñeca y empujándolo a su tienda. Eskol retrocedió enfadado hasta tropezar y acabar atrapado entre la cama y Enar.

-¡Te lo advierto Enar! ¡No estoy de humor para juegos!- exclamó el rubio.

Enar lo tumbó en la cama y le sujetó las muñecas a ambos lados de la cabeza.

-¿Crees que esto es un juego? ¿Crees que no eres lo suficientemente importante para mí? Si hago todo lo que hago es para protegerte, no me importa que los demás sufran si tu sonríes, soy egoísta, pero no soportaría verte mal- habló Enar antes de agacharse a morder el cuello del menor.

Eskol cerró los ojos al sentir los pequeños bocados y besos que Enar iba dejando en su cuello.

-Ah... Enar p-parah...- dijo Eskol

Enar sonrió y siguió lamiendo su cuello hasta que Eskol se relajó y dejó de oponer resistencia.

-El gruñón lobito ha vuelto a su amo con la cola entre las piernas ¿no es así Eskol?- susurró Enar

-¡¿Qué insinúas?!- exclamó enfadado

-No puedes resistirte cuando te toco así verdad- susurró de nuevo Enar metiendo la mano en su camiseta y pellizcando uno de sus pezones.

Eskol gimió sonrojándose.

Enar levantó su camiseta y lamió los botones rosados se Eskol excitandolo y haciendolo gemir.

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