29. Una despedida

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Los jóvenes humanos miraban a las tortugas con tristeza. El silencio reinaba y ninguno se atrevía a romperlo.

Ninguno de ellos quería dejar marchar a aquellos amigos que habían hecho en poco días, pero los mutantes debían regresar y aquello era algo inevitable.

-Supongo... Que esto es la despedida- dijo Raphael por fin.

-Eso me temo, Raphael- dijo Niviangua intentando sonreír para no dejar caer sus lágrimas.

Raph notó el gesto de la joven y se lanzo a sus brazos.

-Oh Nivi, como me alegro de haberme encontrado contigo- susurró Raph consiguiendo que la joven protectora del bosque derramara sus lágrimas inevitablemente.

-Raph...- musitó ella abrazándolo con fuerza -gracias-

El gran lobo de pelaje negro aulló con tristeza y Mikey se arrodilló frente a este.

-Lo siento mucho Ilasiak... Tenemos que irnos- dijo abrazando al lobo.

Ituko miró a Donatello y Raphael y los abrazó también.

-Gracias por luchar con nosotros- dijo separándose y estrechando sus manos.

-Contad para lo que sea con nosotros- añadió Axel.

-Ha sido un honor conoceros, tortugas- dijo Enar inclinando su cabeza levemente al igual que Eskol.

Kaira miraba la escena con tristeza y corrió a abrazar a Donnie y Leo.

-Gracias por sacarme de aquel infierno- dijo la joven rubia llorando.

-Eh... Fuiste tú quien nos liberó, eres una heroína, Kaira- dijo Leo abrazándola.

Las cuatro tortugas miraron a los humanos con tristeza pero sonrieron y levantaron sus brazos a modo de despedida.

Nivi corrió y los llamó, ya en la lejanía.

-¡Raphael!- gritó ella.

La temperamental tortuga se dio la vuelta y la vio a lo lejos.

Suluk voló sobre sus cabezas dejando caer cuatro colgantes tallados por la joven.

Cada amuleto tenía un bonito símbolo japones que la joven había encontrado en unos antiguos pergaminos.

-¡Volved pronto!- gritó ella.

Raph sonrió cogiendo su colgante.

-¡Lo haremos!- gritó Raph antes de regresar por fin al sendero que los devolvió a la casa del árbol.

-¡Mira Casey!- gritó April señalando a las cuatro tortugas -¡Han vuelto!-

Los dos humanos corrieron hasta sus amigos abrazándolos llenos de felicidad.

-Llevamos días buscandoos ¿donde habéis estado?- preguntó el joven abrazando a su temperamental amigo.

Las cuatro tortugas se miraron y sonrieron. Tenían una larga historia que contar.

La noche cayó junto con el extenso relato de las tortugas. Debido al cansancio todos regresaron a sus habitaciones a excepción del joven científico que se había ido a su laboratorio improvisado en el granero.

El pecoso salió de la casa y entró en el granero buscándolo.

Donnie se había quedado dormido sobre una mesa mientras trabajaba.

-Que desastre... - musitó Mikey tapándolo con una manta

Donnie lo agarró del brazo abriendo los ojos y lo hizo caer sobre sus brazos, dándole un largo y pasional beso lleno de amor y ternura.

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