1. No puedo dormir

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Hace 5 años:

Admiraba desde el rincón de aquella sala de la academia de baile las ondeantes acciones que ejecutaban sus delgaduchos brazos y la extensión que alcanzaba al estirar sus piernas. Lo inquietaban de sobremanera las tantas vueltas que daba sin tiro a vacilar ni marearse en el proceso, así como también lo delicado, pero firme y masculino de los movimientos, además de la sensación de libertad que emanaban los poros de su moreno cuerpo y la distorsión de su rostro que narraba con sentimiento, una historia; a veces de un triste amor, otras veces más alegre... Otros días simplemente sublime.

Aquellos movimientos vanamente técnicos, producían en el espectador una sensación de tranquilidad, armonía y una inexplicable seguridad.

El lugar se encontraba abarrotado de aprendices, sin embargo, sus singulares ojos insistían en ser fijados únicamente en Jongin, en una especie de hipnosis.

La clase del día terminó con una reverencia, en donde el bailarín cruzó sus piernas y llevó uno de sus brazos al pecho, y otro al aire, mientras se inclinaba hacia el piso.

Kyungsoo jamás podrá quitarse de la cabeza la belleza de aquella imagen: Su mejor amigo soplándose los castaños cabellos que cayeron sobre sus ojos por la posición.

— Juro que si practicaban una canción más, me dormía. —mintió apenas terminado el ensayo.

Jongin sólo atinó a reír, mostrando aquella sonrisa que lo descolocaba.

Kim Jongin y Do Kyungsoo eran mejores amigos y se conocían desde la escuela primaria, siendo el último un año mayor.

— Tendrás que prestarme calzoncillos de nuevo, Soo. Los olvidé. —dijo el moreno desvergonzadamente— Si no te molesta, me gustan mucho los de Pororo.

— Toma lo que quieras de mis cajones y báñate rápido. ¡Me muero de hambre! —se quejó— Te espero en el comedor.

Se encontraban en casa de Kyungsoo como cualquier día normal. Los mejores amigos tenían la suerte de vivir en el mismo vecindario, en la misma cuadra y en la misma calle, a tan sólo dos casas de distancia.

Jongin siempre iba y venía con el permiso de sus padres o "escapándose" cuando discutía con ellos.

Que Jongin no tuviese casa tampoco era una molestia. Los padres de quién era blanquito adoraban al moreno porque era buen chico y el único que atravesó las barreras que Kyungsoo levantaba hacia la sociedad. El de ojos saltones jamás había tenido un amigo antes de su llegada.

Sea como sea, para Jongin cualquier excusa era válida. Le gustaba estar ahí. También le gustaba compartir tiempo con su mejor amigo.

— ¿Qué tal la clase de hoy, Jongin? —preguntó la madre de Kyungsoo cuando se encontraban cenando.

Kyungsoo se fijó rápidamente en el moreno porque cuando nombraban aquello que tanto le apasionaba, un destello de luz aparecía en sus ojos. Jongin siempre ha amado bailar, Kyungsoo lo sabe desde el día que lo conoció.

El moreno podía hablar, hablar y hablar sobre aquello por lo que figuraban horas, como precisamente lo hizo en ese momento, atragantándose de vez en cuando con la comida en su boca. Kyungsoo disfrutaba de lo tonto que podía llegar a ser su mejor amigo, en contraste con la personalidad ruda que mostraba al bailar.

— Las niñas son muy pesadas. —comentó el menor una vez en el dormitorio mientras estiraba las sábanas en el colchón en el suelo y acomodaba una almohada para poder dormir.

— Entonces no las cargues. —se burló el blanquito en respuesta. Su sentido del humor siempre apuntó al sarcasmo.

— Me refiero a que son complicadas, Soo. No las entiendo. —explicó en cuanto subía a la cama de Kyungsoo y se arropaba con la colcha.

Insomnio [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora