1er contacto ¨Michael¨

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  Prefacio


¨Estoy en órbita alrededor de la Tierra, para ganar perspectiva. Me gusta el espacio, ya que no hay problemas en él. Sin malentendidos ni caos; porque en el espacio... no hay sentimientos¨



El sonido ensordecedor recorría la casa. Era un continuo e incesante bum, bum. No se le daba mucho, pero sin duda el sonido de aquellos platos y enormes tambos a los que la gente común llamaba batería le producían tranquilidad y cada día, sin excepción y a la misma hora aquel sonido enervante para muchos, se reproducía sin cesar durante diez minutos.
Michael era un apuesto muchacho de veintitrés años, su piel nívea refulgía al sol como si fuera el mismo mármol, sus cejas estaban perfectamente delineadas y su recta y perfecta nariz hacia juego con los prominentes labios rosados de su rostro.

Mantenía los ojos cerrados, centrado en sus pensamientos con audífonos aún más grandes que sus orejas, entonando el bum, bum diario para practicar. Si hubiera vecinos alrededor, seguramente ya habrían ido a quejarse por el estridente sonido de la batería a las cinco de la tarde pero en aquella modesta y linda casa en las praderas de Escocia no había nadie más que sus dos padres para molestar.
Una de aquellas simples tardes, en las que el Sol se asomaba de forma cálida y armoniosa sobre los verdes parajes del rededor, se escuchó un grito más estridente que la batería. Una mujer, gritaba a todo pulmón, desde el segundo piso.

—¡Michaeeeeeeel! —desesperada, con los puños apretadísimos, llamaba mama Katherine con la vista fija hacia un pequeño tanque de metal, que más bien parecía chimenea en los tiempos de la gran depresión—. Por última vez, sal de ahí. No te lo voy a repetir. ¡Michael! ¡Por última, última vez, sal de ahí!

Nadie respondió.

—¡MICHAEEEEEEL!

Podría jurarse que estaba a punto de darle un infarto, pero papa Joe llego a tiempo para palparle los hombros y tranquilizarla. La mujer, que echaba humo por las orejas, se alejó a paso marcado de la habitación. El padre de Michael se acercó al pequeño cacharro de metal y con una sonrisa complaciente anuncio por un orificio del mismo.

—Michael, hijo. Te ofrezco cincuenta dólares si sales de ahí, ahora. ¿Qué dices? —saco su billetera y le mostró el billete por el mismo orificio. Comenzó a introducirlo.

Mama Katherine tomo la bocina del teléfono que se encontraba en el pasillo del segundo piso y marco un número, que luego de pocos timbrazos, respondieron al otro lado.

—Mikhael, tienes que venir pronto —pidió mama con desespero—. Está en el barril de nuevo. Ha estado ahí por ocho horas.

Del otro lado de la línea, Mikhael, un muchacho de veintitrés años, piel nívea, ojos castaños, cabello negro hasta los hombros y rizado, y con la misma cara de Michael, le contestaba. —Sí, era su hermano gemelo. Mayor que él solo por siete minutos de diferencia—. Que pintaba una habitación al lado de una chica, a quien fácilmente deduciremos como su novia, Frida Hess.

—Hummm, ya veo... —luego de que recibiera un pintarrajeo en la nariz menuda por parte de su novia, sonrió y le esquivo el otro— basta. Lo se mama, pero ya le explique todo.
—Está bien, hazlo —le ínsito la chica de pelo corto.
—¿Qué? —Mikhael le miro con sorpresa mientras continuaba con el móvil en la oreja.
—Anda, está bien.
—¿Estas segura?
—Uhum.
—Está bien ma, voy en camino, ¿sí?... Ok, bye.

Colgó y se sonrieron.

—Eres tan lindo.
—Y tú eres tan sexy.

Se acercó a ella para besarla y aprovechando, le mancho la mejilla con el rodillo de pintura.

Selfish #Michael Jackson FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora