Capítulo 7

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Fairy Tail lloraba en pena aquellas cuatro pérdidas. Bien podría decirse que habían perdido a gente, que sus corazones podrían estar acostumbrados.
Pero aquella era la verdad: jamás estarán preparados para perder a sus amigos.

Lisanna, Loke, Lucy, Sakura.

Cuatro nombres que para ellos lo significaban todo.

—¿Y qué harás ahora, Sasuke-kun?—le preguntó el maestro al Uchiha, el cual, no dejaba de intentar volver a casa con su rinnegan.

Estaba listo para muchas cosas, pero no para darles la noticia de que la pelirosa había muerto. A él no le importaba las otras tres pérdidas, solo una.
¿Y cómo decirle a Naruto que dejara de tener esperanza?
¿Cómo decirle a Ino que jamás podría enseñarle su casa a la Haruno?
¿Cómo decirle a Tenten que aquel trato que hicieron se rompió?
Pero sobre todo, ¿cómo decirle a la quinta que su discípula está muerta? Tsunade se echaría la culpa por haber sido manipulada.

Kakashi dejaría de centrarse en ser Hokage, Temari aplazaría la boda. Todos y cada uno de esos habitantes llorarían con la noticia que él debía de informar. Por su boca tendría que pronunciar débilmente "Sakura ha muerto".

Y no solo "Sakura" murió, si no, también todo el futuro que Sasuke esperaba. Por Kami-sama, destino, ¿de qué vas, siendo tan cruel cuando solo eres algo abstracto? Si tuvieras una forma física ya te habrían pateado el trasero más de una vez, ¡estúpido!

—No funciona, así que no sé cómo volver a casa—dijo, sin apenas tener expresión en su rostro.

—Eh, idiota, ¿cómo no puedes llorar después de esta noticia? ¡¿Estás seguro que tú eres el "Sasuke-kun" real?!—gritó Natsu, acercándose demasiado al Uchiha. Colocó su ardiente cabeza a pocos milímetros que las de él.

Natsu no estaba mejor, sin duda. En sus ojos de alegría no todo era felicidad las veinticuatro horas del día. Además, también eran ojeras. Pesadillas de su consciencia por haberse ido a aquella misión con Happy, sabiendo que Lucy y Sakura estaban en la enfermería.
Pero quería darles una sorpresa, y para esa sorpresa necesitaba dinero.

—Apártate de mí—amenazó el Uchiha. Con paciencia y una mano, apartó al Dragneel—. No necesito a un segundo Naruto.

—Ya has oído, cabeza fla-

Pero ni siquiera Gray estaba dispuesto a terminar una frase para hacer como si nada hubiese pasado. No quería volver a pelear con Natsu.
No quería volver a ser feliz, porque sentía que no se lo merecía.

—Perdone a Juvia, Gray-sama...—susurró la peliazul, bastante desanimada.

—Quédate unos días más, Sasuke-kun—suplicó el maestro.

Sasuke solo asintió. Sabía que para volver a casa necesitaba ayuda, y quizás era mala idea confiar en esas personas que parecían estar locas, pero podía ver la tristeza por la pérdida de su compañera de equipo. Y eso solo significaba algo; la querían.

Natsu se apartó de Sasuke y clavó su mirada en los ojos de aquel Uchiha.
Quería saber qué pensaba del tema, pero era imposible ver reacción en él.
No lo vio llorar, no lo vio entristecerse, ni siquiera pestañeó cuando hablaban sobre la difunta Haruno. ¡¿Pero qué demonios le pasaba?! ¿Alguien que no lloraba la pérdida de sus amigos era digno de, al menos, pisar Fairy Tail?

—Pele-

—¿Dónde están los demás?—preguntó Lily, refiriéndose a Erza, Levy, Wendy, y los hermanos Strauss.

—Erza y Wendy están en los dormitorios—informó el maestro con un tono bastante apagados—. Ellas aún siguen culpándose lo lo ocurrido.

—¡¿Qué dices, viejo?! ¡Está claro que los culpables somos no-

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