Capítulo 17

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Habían pasado dos semanas. Yukino insistió una y otra vez en que deberían de quedarse en Sabertooth, al menos, hasta que supieran qué hacer. Dijo que eran cinco, por lo tanto, un equipo.
El equipo Destiny, así se llamaban.

Las cosas estaban algo tensas en ellas. Hablaban mínimamente y sonreían lo justo, al menos para no empezar a sospechar de que no se sentían cómodas. ¡Claro que Sabertooth estaba bien! Pero era demasiado parecido al Fairy Tail que conocían.
Todos se querían; todos se apoyaban; y Sting, el maestro, estaba dispuesto a dar la vida por todos sus miembros.

—Lu-chan—saltó Sakura, sentada en una silla. En frente estaba la Heartfilia comiéndose un helado de fresa—. ¿Qué crees que significa este libro?

No dejó de mirarlo una y otra vez. Tsunade le había enseñado varias veces en encontrar detalles donde no los hay. ¡Pero era tan complejo y a la vez tan extraño, que le era casi imposible!

Sin embargo no quería abrirlo. Se indignaba a tener un destino que ellas no podían escoger.

—Si te digo la verdad, prefiero centrarme en salvar a Fairy Tail—susurró la rubia.

No dudó ni un momento en que aquel gremio necesitaba su ayuda, ¡y también Lisanna! Sus mentes estaban manipuladas.

Manipuladas.

Como cuando ellas no podían recordar a sus compañeros. ¿Y si aquello era hecho por la misma persona? ¿Quién diablos quería joderles la vida?

Volvió a mirar su mano.

Aquella vacía mano que comenzó a tener la marca de Sabertooth donde antes existió la de Fairy Tail. Aquella mano que tocó innumerables de veces a Natsu.

Natsu.

¿Por qué todos sus pensamientos terminaban en él? A Lucy le encantaba cómo era el Dragneel. Por mucho tiempo que pasase, seguía enamorada de él. De su cabello pelirrosa, de sus ojos negros y rasgados, de su comportamiento algo infantil. Natsu era el chico con el que ella se sentía muy feliz, incluso más que con Ren, con el que compartió toda su infancia.
Si ella lo hubiese conocido antes... ¿Cómo habrían sido las cosas? Quería apoyarle, como cuando quiso apoyarle cuando Igneel murió. Ella estaba triste por la pérdida de su gran amiga, pero aun así podía abrazarle.

Y no lo hizo.

Se arrepintió de las veces que quiso abrazar a aquel chico para demostrarle su apoyo y no lo hizo.
¡Pero al diablo!
Todo el mundo sabía de sus sentimientos excepto él. ¡Todo el mundo era consciente de que si querían asesinar a Natsu Dragneel, primero tendrían que pasar por ella! Y no pos sus espíritus, si no, por ella.

Porque protegería a quien más ama con sus propias manos, a pesar de ser de porcelana.

—Lu-chan, no me gusta que pienses en Natsu—interrumpió Sakura, dando en el clavo—. ¿Qué te parece si vamos a entrenar? Estas semanas ambas hemos mejorado.

Y la Haruno no regalaba cumplidos; era cierto. Ambas habían mejorado.

Sakura ya sabía sujetar con firmeza la espada y usarla con la más mínima cantidad de chakra posible. Como ya era hábil no le fue mucho problema moverse con ella.

En cambio, Lucy logró bloquear los movimientos de Sakura y golpearla. Aunque dudó en si podría contra una batalla real, porque la Haruno siempre le decía qué haría ella y por lo tanto, qué tenía que hacer para evitarlo.
Tenía amigos de su parte. Un nuevo gremio. Un libro que marcaba su destino. Entonces, ¿por qué se sentía tan sola? Natsu Dragneel. Aquella era la respuesta.
Bien. ¡Sabía que él no lo era todo! Estaba agradecida de tener amigos, pero era imposible no sentirse así.

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