Con tranquilidad Damián conduce por las calles de España. Al llegar a la fiesta. Bajo del auto y pienso en subir al pent house y quedarme ahí para siempre. Sin embargo entro al salón y ahí está ella. Candace tomándose fotos con Dimitri y unos amigos míos. No veo a mi padre por ninguna parte y espero que no se atreva a venir aquí.
-Querido.- Candace avanza entre la multitud y me toma de la mano.- Estas helado y muy pálido, te sientes bien.
-Si, sólo imaginaciones tuyas.
-Bien, vamos que la fiesta debe iniciar.
La fiesta avanza muy bien y yo sólo bebo y bebo, no quiero comer nada, sólo quiero olvidarme de la discusión con mi padre. El alcohol empieza a tener efecto en mi.
-Bailemos Candace.- Soy consciente de que arrastro las palabras.
-Estas achispado, mejor te voy a recostar a la cama. ¿Si?.- Me inclino a su hombro y muerdo un poco.
-Acuestate conmigo.- Susurro a su oído.
-Austin, los invitados sospecharan.- No me importa, te quiero en mi cama.
-Vamos a la cama.- Ella voltea a todos lados nerviosa.
-No te muevas de aquí. Esperame...
-A la orden.- Imito un saludo militar y ella sale corriendo con una sonrisa juguetona en sus labios.
A los pocos minutos regresa y tira de mi mano. Entramos al elevador y ella sólo me mira de reojo. Aunque estoy ebrio soy consciente de la hermosa mujer que tengo a mi lado. La tomo en mis manos y salimos disparados a la habitación. Le tengo frente a mi sonriendome y con los ojos oscurecidos.
-Quiero quitarte este vestido...- Beso sus labios y cuello mientras mis manos deslizan el cierre de su vestido hasta sus caderas.- Tu piel... es tan... deliciosa...- Delicadamente bajo su vestido de su cuerpo haciendo que quede solamente en lencería. ¡Santo Dios! Doy un paso atrás para observarla mejor.- Desnúdame.
-¿Seguro?- Sus ojos brillan.
-Soy tuyo y hoy estoy ebrio. Haz conmigo lo que te plazca.- Con un ágil movimiento me quito los zapatos y los calcetines.
Ella se acerca a mi y con un leve empujón me tumba en la cama. Se coloca sobre mi y desata poco a poco el nudo de mi corbata, prosigue desabotonando mi camisa a la par de ir dejando besos en cada parte que sus delicadas manos acariciaron. ¡Uau! ¡Que sensación tan placentera!
-Eres... mío...- ¡Candace!
Gruño levemente en su oído, no puedo articular palabra. ¡Joder una noche espectacular! Hubo orgasmos, excitación, caricias y amor... mucho amor.
(***)
El ruido del celular me despierta, miro al reloj de mi buró 2:45 am. Candace no está a mi lado. Contesto adormilado.
-¿Quien habla?...-
-Eres un maldito maricon. ¿Crees que nunca me enteraria de tus joterias?...- Candace se escucha ebria.
-¿Donde estás?.-
-No se te ocurra cuestionarme de donde estoy o que estoy haciendo. Eres un maldito maricon... maldita la hora en la que me enamoré de ti, de un maldito joto... Te odio Austin...- Sus palabras son como espadas clavandose en mi corazón. En mi idiota y estúpido corazón....- Olvídate de nuestro compromiso, si así le podíamos llamar.
-Vuelve al pent house ¡YA!.-
No le digo nada más, cuelgo el teléfono y llamo inmediatamente a Damián.
-Señor...-
-¿Haz visto a Candace salir del edificio?.-
-No señor, ella aún está en la fiesta aunque muy ebria la verdad. Ahora fue al baño.-
-Traela aquí ¡YA!.- Por primera vez después de tanto tiempo, tengo miedo.- Una cosa más, cuando volvió a la fiesta...¿Habló con alguien?.- Un silencio de Damián me pone más nervioso de lo que estoy.
-Si señor, habló con el joven Bruno.- Siento que mi mundo se cae a mis pies.
-¡¿QUIÉN DEJÓ QUE BRUNO ENTRARA A LA FIESTA?!.-
-No lo sé señor...- Su voz se escucha apenada.- Señor la señorita Candace acaba de salir del baño.
-No cuelgues, acercate a ella y traela aquí.- La respiración de Damián se hace más pesada. Puedo escuchar con claridad lo que hablan.
-Señorita está muy ebria. Déjeme llevarla al pent house.-
-No, no quiero...-
-Señorita si me obliga, la llevaré a la fuerza, debe descansar.-
-De acuerdo vamos...-
La bocina del teléfono se apaga y se que Damián ha colgado. Espero en la puerta a que ella entre. A los pocos minutos Damián entra con ella en brazos. Está dormida.
-Casi se cae en las escaleras señor, tuve que cargarla.- Siento una punzada de dolor en mi corazón.
-No importa... retirate.- Damián me la entrega en los brazos y sale de la habitación. La recuesto levemente en la cama. Y salgo al salón a mirar la hermosa vista de España a mis pies. No ha pasado mucho desde que le propuse a Candace casarse conmigo y han pasado muchas cosas, en todas y cada una de ellas mi prometida ha estado a mi lado. Su virginidad, sus besos, sus caricias, su cuerpo... toda ella es mía. Pasan y pasan las horas y llego a una conclusión.
Estoy enamorado de Candace... la amo...
Subo a grandes zancadas a la habitación y ahí está ella, dormida. Me acerco a la mesita de noche y tomo mi celular. Le doy un beso en los labios a Candace y salgo al despacho.
Decido llamarle a Bruno.-¡Un gran milagro escucharte Austin!.-
-Escuchame bien Bruno.- Ya no me duele llamarlo por su nombre.- No se y no tengo idea de que fue lo que le dijiste a Candace, pero si quiero hacerte saber dos grandes cosas... primera, deja de meterte en mi vida y con mi mujer, te vas a arrepentir si sigues jodiendome. Segunda... ¡AMO A CANDACE, LA AMO CON TODO MI CORAZÓN!.- Escucho un jadeo de Bruno y me interrumpe.
-No la amas... yo sé que te gusta, yo sé que te hace feliz. Y si fui a buscar a tu amiguita fue para decirle la verdad sobre su amado...-
-Aprendete bien esto Bruno...¡CANDACE NO ES MI AMIGUITA, CANDACE ES MI PROMETIDA, MI MUJER, MI NOVIA, EL AMOR DE MI VIDA! Sé que mis gustos al inicio fueron distintos y por un lado te agradezco lo bueno que hiciste por mi, pero ya no te amo. ¡DEJA DE JODERME!.- Candace aparece al otro lado de la puerta sólo en una bata de seda. Cuelgo inmediatamente el teléfono y me acerco a ella...
-¿Es cierto lo que dijiste?.-
-¿Qué?.-
-Que tú me...-
-Si Candace, te amo.-
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Secreto.©
Romance¿Que pasa cuando tus secretos más íntimos salen a la luz? ¿Que pasa cuando no eres lo que aparentas? Los aparentalismos no siempre suelen ser negativos, ni con una finalidad poco gratificante. A veces continuar con una máscara ajena a la nuestra es...