Dos semanas después Agar se encontraba en un lindo apartamento en el centro de la ciudad, tenía un concepto libre y bastante vintage. Era perfecto, exacto a como lo decoraría ella misma. Pero solo era por un periodo así que se prohibió encariñarse
Eran las cuatro de la tarde del sábado cuando se levantó por culpa del hambre, la madrugada la había utilizado para investigar, ordenar sus armas en una habitación que luego puso bajo llave y revisar cada centímetro de la casa para asegurarse de que estaba segura. Todavía no tenía nada en su nevera así que se vistió sencilla pero sin olvidar sus tacones y tomando dinero, sus llaves y su celular salió en busca de un supermercado en su coche ya que debía comprar demasiadas cosas
Encontró uno cerca de su edificio, a tres calles exactamente. Entró y tomó un carrito para luego perderse entre las estanterías repletas de comida y productos de todo tipo. Azúcar, sal, mayonesa, mostaza, katchup, hamburguesas, salchichas, papas para freír, y un montón más de comida fácil de preparar ya que era malísima en la cocina, pero no era su culpa venía de familia. Su madre no era una buena cocinera, de hecho era pésima pero se las arreglaba para que ambas comieran saludablemente. Cuando al fin volvió y aparcó en el estacionamiento privado del edificio comenzó a quitar todas las bolsas del maletero y algunas otras que no entraron y colocó en los asientos, se le cayó una manzana de una bolsa y rodó hasta unos pies que bajaban de un auto recién estacionado. El hombre se agachó y la levantó con curiosidad, cuando elevó la mirada se encontró con definitivamente la mujer más bella que había visto en su vida, esos ojos celestes y cabello negro le parecían demasiado familiares
Caminó hacia ella, quien estaba más que sorprendida con semejante espécimen de hombre, era una visión morena, de cabello negro y unos ojos verde oliva impresionantes
- Creo que esto es tuyo- dijo el desconocido que ahora sabía también tenía una voz hecha para mojar bragas
- Gracias- dijo sin signos de nerviosismo, coqueteo u otra reacción a él, lo que desconcertó a aquel hombre engreído
- ¿Te ayudo con las bolsas?- enseguida se dijo que ella caería con eso porque vamos...¿a quién no le gustan los caballeros? Pero...
- Puedo sola gracias- no se podía decir que no estaba siendo amable porque tenía una hermosa pequeña sonrisa en los labios
Antes de que él pudiera decir algo más el ascensor se abrió dejando ver a dos hombres tan altos como el que tenía frente a ella, pero lo más perturbador fue que eran exactamente iguales... excepto que los tonos de ojos eran diferentes. Agar abrió la boca un par de veces como un pez fuera del agua mientras que los dos hombres se acercaban a ellos
- Somos trillizos- respondió el que estaba junto a ella a la pregunta que no pudo formular, aquellas dos palabras la habían dejado pensando, como en un deja vu- hermanitos...parece que tenemos nueva vecina
Los otros dos la miraron de pies a cabeza, la mirada entre miel y verdosa de uno de ellos le causó escalofríos, era dura pero sexy y prometía un montón de actos indecentes. Junto a él la mirada hambrienta pero definitivamente más divertida la hizo sentir deseada y no olvidó la mirada del primer trillizo que se le acercó, él sonreía con diversión pero eso no quitaba la mirada caliente
- Un placer- dijo uno de los que había llegado después, el que la miraba con algo de diversión- soy Jason- le sonrió con picardía mientras tomaba su mano para estrecharla...Jason...los nervios de Agar iban en aumento pero lo raro era que por su cabeza nunca se pasó la idea de que ellos fueran sus trillizos, los mismos que años atrás había conocido
- Soy Agar- dijo firme y los músculos de los tres hombres se tensaron...pero no por creer que estaban frente a la misma Agar, sino por el simple hecho de escuchar su nombre...aunque al mirar aquellos ojos celestes...¡no! Era imposible, la pequeña Agar no podía ser aquella mujer que destilaba sensualidad y sexo por cada poro
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Nuestra Niña #2 (Terminada)
RomanceOrden de la saga: Nuestra Fugitiva Nuestra Niña Diosa de Chocolate Roger Gale, Jason y Andrew Brown con veinticinco años no han podido olvidar a la pequeña que quince años atrás robó sus corazones y al irse se los llevó dejando a tres hombres inca...