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Agar entró al club suspirando aliviada, le había costado un ovario deshacerse de los tres hombres y lo logró sólo porque les dijo que trabajaba de noche porque tenía que cuidar a una mujer mayor...pff se habían creído eso como tres pequeños niños creen en Santa Claus

A ella le molestó que intentaran retenerla, sutilmente, pero eso no quitaba que estaban interfiriendo con su trabajo. Y su trabajo era demasiado peligroso como para involucrarlos a ellos en él.

Suspirando de nuevo se metió detrás de la barra donde estaba Allen, quien le había conseguido entrar allí. Un rubio alto de ojos azules y un cuerpo de infarto, el típico chico americano

- Eh preciosa- la llamó como de costumbre, se acercó a ella y besó su mejilla como saludo

- ¿Algo para mí?- preguntó, ambos sabían a lo que se refería

- Según algunos contactos las personas que buscas estarán aquí hoy en la noche

- Excelente, acabo de empezar y ya voy a conocer a la mierda que tengo que sacar fuera- Allen se rió con ganas de la hermosa personalidad de su compañera

- Eres tan dulce- dijo con notable sarcasmo, ella solo rodó los ojos y se dirigió a los vestidores para dejar su bolso y abrigo dejando a la vista la blusa negra básica de mangas cortas con el logo del bar encima de su pecho izquierdo, le quedaba pegada al cuerpo y al menos era cómoda para trabajar

***

Las primeras horas pasaron rápido, alrededor de las dos de la madrugada Allen le avisó que habían llegado las personas que buscaba. Bien, no iba a salir con su pistola a matarlos a todos, tenía que conseguir desbaratar todo un imperio, entregarlos al FBI, rescatar a las mujeres que habían secuestrado hasta ahora y lograr darles seguridad a todas esas mujeres allá afuera, y calmar y convencer a los millonarios, famosos, políticos y hasta al presidente de que sus hijas ya estaban a salvo después de que termine su trabajo

Pero primero lo primero... Caminó con la bandeja cubierta de bebidas hasta el área VIP, entró en uno de los cubículos privados cerrados con finas y casi transparentes cortinas, así lograban ver a la perfección a las stripers, pero claro que también habían algunas chicas encima de esos asquerosos hombres. De solo pensar en lo que hacían le daban ganas de golpearlos en las piernas hasta que se les caigan, meterles una bala por el agujero del culo y vomitarles encima de la cabeza

En medio de todos ellos había un hombre de unos cuarenta años, algunas canas se dejaban entrever en su cabellos castaño, unos ojos negros maliciosos, un cigarrillo en su boca y una puta en su pierna izquierda

Parecía el jefe, la miradas de respeto que había en los ojos de todos los demás le decía que lo era. Dejó en la mesa las bebidas que pidieron en perfecta sincronía mientras miraba y analizaba cada detalle de aquellos hombres sin delatarse

- Preciosa- la llamó uno de los hombres, tendría talvez unos veinticinco años- ¿Eres nueva?- preguntó mirándola a los ojos intentando intimidarla

- Si señor- respondió firme sin ser brusca ni desagradable porque realmente no era buena idea que la notaran mucho

- ¿Por qué no te quedas a hacerme compañía? Éstas putas no me gustan- dijo con desprecio, el jefe lo miró con una media sonrisa apenas perceptible

- Lo siento sólo soy mesera y tengo mucho trabajo, pero puedo llamar a la chica que quiera

- Te quiero a tí, en mis piernas- respondió al instante señalando su regazo, ella ya se estaba cansando de ser amable pero se mordió la lengua cuando de su boca quiso salir una gran bola de insultos y groserías

Nuestra Niña #2 (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora