21: Receptáculos

6 1 0
                                    

MICHAEL
El hombre sonríe.

—No pienso dejar que hagas nada en contra de mis amigos. —Le grita Ángel.

Parece recuperado de la impresión, pero sé que no. Yo tampoco esperaba ver el cuerpo de Andrés, no en ése estado, ahí, en pie, con los ojos abiertos y esa apariencia devastada. Ése no es mi amigo, por supuesto que no.

—No me hagas reír, Ángel. Sabes que no me puedes enfrentar. Si lo llegaras a intentar, lo echarás a perder y tus amigos saldrán heridos.

Pienso en lo que pasó en casa de Silvia. Recuerdo las luces y la columna de fuego, pero al final de todo la única persona herida fue el cuerpo poseído. Incluso, después de haber quedado como un gran trozo de carne quemada, desapareció hasta convertirse en polvo. Quizá a eso se refiera él, a que será peligroso para todos.

Sea quien sea el tipo de pinta religiosa frente a nosotros estoy seguro de que es el malo. Coge a Tomas de un brazo y lo aleja de nosotros, de camino hasta donde están unos tipos vestidos de negro, un chico rubio atado y... Oh, santo cielo, el cuerpo de Andrés tiene al lado a alguien que solo puede ser Marina, la hermana de Caleb.

La mamá de Ángel, que no es la mamá de Ángel y que anteriormente nos puso esposas de acero inoxidable en las manos con ayuda del negro, nos empieza a empujar a nosotros también. Pasamos al lado de dos sujetos que visten de negro, como los que están cerca del altar, y yacen muertos en el piso. Si Tomas tuvo que ver en esto, vaya con el chico.

Veo también a un tipo anciano que vino vestido de etiqueta y que también está muerto. Liberarnos de estas esposas ha de ser la mar de fácil, pero no sé si podamos asumir el riesgo. El mismo Andrés, en el cuerpo de Daniel, dijo que ser nosotros mismos nos podría matar o poner en peligro a la gente cerca y el tipo vestido con sotana también dijo algo similar.

Aunque, ahora que lo recuerdo, Andrés en el cuerpo de Daniel se veía débil cuando habló con nosotros. Si nuestra verdadera forma causa daño supongo que solo se libran quiénes son ángeles o algo así. Eso nos deja con este escenario: podemos convertirnos en ángeles y destruir a todos, con la posibilidad de que los malos no mueran, o dejar que los eventos sigan su curso.

La mamá de Ángel, que realmente no es ella, nos obliga a arrodillarnos al lado del chico rubio. Entonces estamos cuatro: el rubio, Tomas, Ángel y yo. Frente a nosotros, en pie, Marina y Andrés. Sentado, mirándonos con sincero interés, el tipo vestido como Obispo.

—Ya que están todos, dejen que me presente. Yo soy Juan, Anciano Perdido, enemigo de la iglesia. —Se pone en pie— Y me siento complacido de tenerlos conmigo esta noche. Como verán, creo que los refuerzos humanos no bastan, pero las fuerzas especiales dan abasto, por si intentan algo en mi contra. Uno para cada uno de ustedes: Susana, Marina, Andrés y yo.

Tomas intenta ponerse en pie, pero uno de los hombres de negro lo toma del cabello y lo obliga a regresar. Intento moverme yo también, pero uno de los tipos coloca una pistola en mi cráneo y me conduce hacia el piso nuevamente.

—Detrás de ustedes, personas que no dudarán en usar...

—¡No pueden hacernos nada! Solo estás alardeando. Tú tampoco puedes, Juan. —Tomas se interrumpe y ríe— Nos necesitas sanos y salvos para poder poseernos. ¡Y te estás pudriendo en ese sucio y viejo cuerpo! El reloj biológico avanza y el anciano ya no puede más.

Tomas se carcajea. Me recuerda, de cierta forma, al chico que le hizo frente al fantasma de Silvia en la casa de Andrés... En ese momento Tomas fue atrevido, pero ahora me parece más maduro, seguro de lo que hace, valiente. Y me enorgullece.

El nombrado Juan lo observa, con furia, y como para reafirmar lo que Tomas dijo, veo que hay heridas en su rostro. Hay una cicatriz formándose en su mejilla y me parece que su cabello cano es blanco como la nieve, pero todo esto es efímero y vuelve a la imagen de antes.

ÉRAMOS CINCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora