25: De entre las llamas

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TOMAS
Muy en el fondo, detrás de todo el cansancio que tengo y de lo ajeno que creo que es realmente mi propio cuerpo, más allá de todo lo que he vivido ésta noche, estoy feliz. Estoy jodidamente feliz y se me antoja que estoy viviendo una de las madrugadas más hermosas y que cuando el sol salga será mucho mejor.

Jamás me importó mucho un amanecer o la salida del sol, pero ahora sí y eso es porque estuve a punto de morir. El simple hecho de que el sol se ponga en lo alto de un cielo naranja esta vez, representa que he sobrevivido a la noche más larga de mi vida y lo he hecho bien.

Creo que este es un final de película, nosotros alejándonos y la iglesia ardiendo en llamas detrás de nosotros. Se ha acabado, por fin, Juan y el terror que ha traído a nuestras vidas encontró el punto final a su historia. Y otra vez ha sido por Andrés, quien burló las leyes de la muerte y vino a salvarnos.

Quizá no soy el eslabón más débil de la cadena, quizá en realidad esto no se trate de una torre cuya base es la más fuerte sino más bien de una sola maquinaria, donde todas las piezas y cada engranaje son igual de importantes y necesarias.

De hecho, y no es porque haya logrado salir de esta iglesia, y esta vez caminando y no corriendo como cuando enfrenté al padre Espino, creo que la fuerza en sí es algo subjetivo como lo es casi todo. Mi debilidad o la de los demás no solo se basa en lo físico sino en la coordinación que hay con lo mental.

Cualquier persona se habría vuelto loca después de todo lo que hemos enfrentado y yo estuve a punto de enloquecer muchas veces hoy, pero he sobrevivido y hay una razón para eso. Soy fuerte, soy un eslabón fuerte, y pretendo seguirlo siendo hasta el fin de mis días.

Cuando el día comience y la gente haga preguntas por lo que pasó en la iglesia, ya todo estará resuelto. Según me dijo el padre Rosales, hay una coartada para esta situación y no dudo que la gente lo creerá sin dudarlo. Es, en parte, positivo, la gente uniéndose por un bien común.

Después de todo lo que ardió esta noche fue el templo, no la iglesia. El templo es el edificio de piedra, en el que la gente se reúne; la iglesia es la unión de la feligresía, hombres y mujeres de fe. Y es extraño, ya que no soy un chico que se considere creyente. Y más extraño, si tomamos en cuenta que ninguno de nosotros solía serlo.

Mañana, hoy más tarde, daremos el adiós definitivo a Andrés, a nuestro gran amigo. Quizá dentro de su ataúd no haya un cuerpo, pero lo que importa es el gesto, el estar todos allá y cerrar un ciclo tan decisivo de nuestros caminos. Como dice cierta canción, it's time to say goodbye.

Suspiro y elevo los ojos al cielo de esta noche y me place ver cómo parpadean las estrellas en lo alto. Son tantas... y son tan hermosas en su infinitud. Sonrío y me percato de que hay una en especial, una que parece brillar con tanto garbo que opaca a las otras.

Me detengo. Esas estrellas bien podrían ser cientos de almas que nos sonríen desde lo alto, ojos que lo ven todo. Suspiro, disfruto del aire en mis pulmones y señalo hacia allá para que los demás también vean lo que yo he visto.

—¿Ven esa estrella? —Pregunto, sin dejar de sonreír— Brilla mucho esta noche. Así ha de haber brillado la estrella de Belén.

Giossué y Ron sonríen conmigo y es bonito ver que pueden sonreír como cualquier chico normal. Es más bonito ver que lo pueden hacer después de su pérdida.

Así ha de haber brillado la estrella de Belén.

Nunca había tenido tantos pensamientos sobre las enseñanzas religiosas hasta hoy. Es como si lo ocurrido esta noche hubiese desatado conocimientos o interrogantes en las cuales no habíamos reparado antes. Como la religión por ejemplo, sí, como la religión.

ÉRAMOS CINCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora