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─¡Un fuerte aplauso para el elenco de My Moon! ─El animador de la rueda de prensa habló por el micrófono.

Los cinco protagonistas del drama subieron a la pequeña tarima y posteriormente hicieron una reverencia al público de periodistas y fans que se encontraban allí.

─¡Y un más fuerte aplauso a la grandiosa directora Lee Seulgi! ─Aplausos y gritos de emoción la recibieron.

Seulgi subió a la tarima mostrando una sonrisa. Se posicionó entre dos de los actores e hizo una reverencia al público. Todos se presentaron, empezando por Seulgi. Y tan pronto se hubieron presentados, se sentaron en la mesa que se encontraba detrás de ellos.

Era momento de que las entrevistas compenzaran.

─¿Cómo ha sido su experiencia de trabajar con estos maravillosos actores hasta ahora? ─un periodista se dirigió a la directora del drama.

Seulgi se acercó el micrófono a la boca, y sonriendo y mirando de reojo a los jóvenes adultos a sus costados, respondió.

─Son un elenco asombroso. Estoy muy agradecida de tener a unos actores tan talentosos como ellos dándole vida a My Moon.

─¿Cómo se siente trabajar con la directora de dramas más respetada de Corea del Sur? ─una periodista se dirigió ahora a los protagonistas.

El actor principal tomó el micrófono en su mano y suspiró, causando risitas entre el público.

─Es muy, muy estricta. Aunque no me malinterpreten, es divertida muchas veces, pero es mucho más estricta.

─Si no fuera por su profesionalidad y talento, el drama no sería tan bueno y exitoso como lo es ─comentó la protagonista principal.

Seulgi sonrió agradecida por sus comentarios, pues le encantaba escuchar las opiniones de las personas con las que trabajaba. No recibía muchas críticas negativas, al contrario, se le consideraba la madre de los dramas por tantos éxitos que ha llegado a crear en los apenas quince años de su carrera.

No le fue fácil llegar a donde se encontraba, a recibir el respeto que ya recibía de los grandes de la industria. El comienzo conllevó a repetidas caídas, derrumbes emocionales e inseguridad. Nadie la consideraba como una directora que merecía el puesto, no la hija millonaria de unos de los directores musicales más famosos del país. "El poder de su padre la llevó a donde se encuentra"; puede que el poder de su padre sí le haya ayudado en ciertos aspectos, sin embargo, no hubiese llegado tan lejos si no fuera por su talento en la escritura de guiones como en la dirección televisiva. Nunca paró de luchar y esforzarse por su sueño, si lo hubiera hecho no sería la feliz mujer que ahora era.

Aunque, si ya se encontraba feliz al trabajar, llegar a su hogar con su familia era lo mejor del día. Que su hija la recibiera con un abrazo y de inmediato comenzara a hablar sobre su día le encantaba. Su hija era su mejor amiga, y que ella estuviese alegre, le daba alegría a su madre. Y ver a su hijo en su habitación estudiando, o tocando el piano en la sala de estar, le hacía sentir cada vez más orgullosa de haber criado a un joven tan inteligente y determinado como lo era él.

Sin embargo, llegar a los brazos de su esposo era la cereza en la cima del helado; su mayor deseo y su mayor felicidad. Que le preguntara "¿Cómo estuvo tu día, amor?" siempre la hacía sonreír aunque haya tenido un día agotado y sus labios estén sellados por estar cansada de tanto hablar en el trabajo.

Lamentablemente, Yixing no se encontraba en casa para recibirla ese día. Como no lo había estado en todo un mes.

─Hice planes con Jinae para ir al centro comercial el sábado ─le avisó su hija.

Seulgi alzó la mirada de su joyero para ver a su hija a través de su espejo.

─¿A quién le pediste permiso?

La chica sonrió apenada. ─¿Puedo?

─¿A qué hora y para qué? ─Seulgi cuestionó continuando con su acción de guardar las joyas que llevaba puestas. Regalos de su esposo.

─A las once. Queremos comprar ropa para las fiestas. Y almorzaríamos allá.

─Buena idea. Yo las acompaño ─le sonrió y posteriormente emprendió camino a su baño, el cual se encontraba en su habitación.

Escuchó a sus espaldas un bajo suspiro de pesadez, lo que sólo le causó gracia. Tenía mucho tiempo que no salía con su hija y la mejor amiga de esta. Quería ponerse al día sobre las vidas de ambas, y así aprovecharía para comprarse algunos atuendos para nochebuena y año nuevo.

─Quizás debería invitar a Irene ─se dijo a sí misma al comenzar a quitarse el maquillaje. Sonrió y asintió, de acuerdo con su propia idea.

Hora después de tomarse un relajante baño, se vistió con su cómoda pijama de seda color roja y se dirigió a la habitación de su hijo. Tocó un par de veces, pero no recibió respuesta. Abrió la puerta lentamente y examinó la habitación: ordenada, en silencio y sin rastro de algún ser humano. Volvió a cerrar la puerta y se dirigió a uno de los estudios de música de la casa, en el que tenían los instrumentos musicales. Al acercarse pudo escuchar la bella melodía de un piano y sonrió por el simple hecho de que su hijo era quien las producía. 

Se adentró a la habitación en silencio. Yingjie estaba sentado en el piano de pared tocando y leyendo unas partituras. Seulgi se sentó en un sofá que se encontraba en el estudio y decidió escucharlo por un tiempo. Y a la misma vez se relajaría más de su agotador día.

Yingjie tocaba el piano desde los ocho años, y ya a sus diecisiete años era considerado uno de los prodigios más importantes de Corea del Sur por su gran talento. Su historia con el piano comenzó cuando una fuerte atracción surgió en él por aquel majestuoso instrumento. Gracias a su padre pudo aprender a tocarlo con facilidad. Sin embargo, aunque Yixing siempre quiso que también tocara la guitarra y cantara, Yingjie solo optó por el piano. Nadie sabía cuál era la verdadera razón de por qué le gustaba tanto aquel instrumento como para dedicarse a él la mayoría del tiempo. Era un chico callado y muy serio. Saber lo que pensaba y sentía era difícil.

Yingjie era un misterio incluso para sus padres, pero un misterio del que se sentían orgullosos. 

─Hola, mamá ─la saludó al parar de tocar y arreglar algo en su partitura, sin siquiera girarse a verla, pues sentía su presencia.

─¿Por qué tocas aquí y no en la sala de estar? ─cuestionó ya que su hijo prefería el piano de cola en vez del piano de pared, y tenían un hermoso piano de cola en la sala de estar.

─Por privacidad. 

─Entonces. . . ¿Debería irme? ─Él no respondió, tan solo comenzó a tocar el piano otra vez─. Supongo que es un sí. . . ─suspiró ella levantándose del sofá─. Pediré sushi para cenar ─le informó.

─Quiero salmón ─anunció sin dirigirle la mirada.

Seulgi sonrió. Ya sabía a la perfección que su sushi favorito era el de salmón y jamás se le olvidaría pedirlo.

Salió del estudio y tomó el teléfono más cercano para llamar al restaurante de sushi. Minutos después se encontraba sentada en el sofá de la sala de estar mirando la pantalla de su teléfono. Quería hablar con Yixing. Lo extrañaba demasiado. Deseaba tenerlo a su lado, rodeándola con sus brazos y hablándole con su dulce y suave voz. Sin embargo, se encontraba demasiado ocupado en China. Le hacia mucha falta su cercanía y su cariño. Yixing ha pasado todo el año trabajando la mayoría del tiempo en China. Muy pocas veces pudo pasar tiempo con su familia, lo que molestaba a Seulgi y le hacía sentir que él prefería el trabajo antes que a su familia.

Ella quería entenderlo, y lo intentaba, pero habían momentos en los que no podía. En todo el año, Yixing no les había dedicado un solo mes completo.

Él había prometido que el mes de diciembre se los dedicaría completamente. Sin embargo, ya había pasado la primera semana de diciembre y Yixing no había pisado tierras Coreanas.

¿Cuándo por fin lo tendrían para ellos?

For Life {Yixing&Seulgi}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora