*Jiuliana*
La puerta de mi oficina se abre sin previo aviso, no necesito levantar la vista para saber de quién se trata, si hay alguien que nunca toca en esta empresa es Alina.
— ¡Uff, no sé cómo rayos haces para verte así!—sonrío, sin levantar la vista de mi Mac.
—Buen sexo querida Alina, eso es todo...—sonrío.
— ¡Vaya, tan bueno era!
—Lo era, pero he tenido mejores—y así era.
— ¿lo verás de nuevo?—al fin decidí dirigir mi mirada hacia ella.
—Luces terrible—ella hace una mueca.
—Mentirosa—ríe.
—En cuanto a tu pregunta, no, no lo veré de nuevo, sabes de sobra que nunca repito con el mismo hombre.
—Jiul deberías...—su reprimenda de mamá es detenida por mi intercomunicador.
—Señorita Buccianti, su padre acaba de llegar y me ha pedido que se reúna con él en la oficina del señor Reedus—la sorpresa me invade.
Si mi padre está aquí no es para nada bueno.
—Gracias por avisar enseguida estoy con él— ¿Qué demonios hace aquí mi padre?
—Por tu cara puedo deducir que no sabías que vendría—No, claro que no lo sabía, por eso estoy segura de que si está aquí no debe ser para nada bueno, es más nunca sale nada bueno de él.
—Claro que no lo sabía—arrugo mi ceño.
—Cálmate, sé que no sale nada bueno de él, pero debes calmarte, ve con él— aliso las arrugas de mi vestido y camino hasta la puerta—Jiuliana—Alina llama mi atención—Si sale con algunas de sus babosadas patéale el culo, no lo necesitas—sonrío.
—Créeme que lo haré—afirmo.
Salgo de mi oficina, la compañía para la que trabajo es de mi padre, solo que hace unos años decidió asociarse con la vinatería Reedus, ahora Reedus y Buccianti ha llegado a ser una de las mayores exportadores de vino para el mundo.
«No confío totalmente en el»
Fueron las palabras de mi padre al enviarme a los Estados Unidos, una espía eso era, lo que mi padre no sabía era que Reedus, era totalmente de confianza, podría ser un cabrón follador de mujeres pero era de fiar, además era un monstruo en esto de los negocios.
Toco la puerta y del otro lado se escucha un—Adelante—abro la puerta y los negros y fríos ojos de mi padre me reciben, su mirada es severa y su porte es duro, solo yo sé lo difícil que puede llegar a ser tratar con este hombre.
—Buenos días padre—saludo seria—Reedus—el asiente, está detrás de su escritorio serio e impasible, aunque un destello de curiosidad brilla en sus ojos.
—Señorita Buccianti.
—Jiuliana te parece correcto, maquillarte y vestirte de esa manera para el trabajo—la voz de mi padre me sobresalta, observo mi vestido verde entallado el cinturón negro y zapatos a juego.
—En realidad me parece muy correcto padre—lo observo fruncir su ceño por mi respuesta, seguramente no esperaba que le respondiera, el siempre espera que yo solo agachara la cabeza y me callara, eso se terminó. Su mandíbula está tensa, viste todo de negro, se viste así desde que mi madre Magdalena Staccato murió, es más su alma es negra desde que ella murió, sacudo esos pensamientos de mi cabeza, no quiero recordar ni ahora ni nunca—No querrás verme con jeans y botas de montar en pleno Manhattan ¿verdad?
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Perfecta Imperfección
Romance-Todos estos malditos dias viéndote caminar con esos vestidos y saber que no llevas bragas-sonríe seductora-¡Maldición eso me ha tenido duro toda la semana!...¿sabes lo loco que me estoy volviendo? Su deseo es notable pero aún lo desafío-No, no lo s...