Lentamente rompı́a el alba. Se encontró en una esquina de alguna parte mirando la amplia plaza de un mercado. En la plaza del mercado convergı́an personas, carros, todo teñido de un suave rosado.
Encendiendo un cigarrillo, se aproximó discretamente al centro del mercado. Mientras avanzaba, un flaco perro negro ladró. Pero no sintió miedo. Hasta para el perro había amor.
En el centro del mercado, un bananero, sus ramas extendidas ampliamente en todas direcciones. De pie junto a la raı́z miró a través de la trama de las ramas el alto cielo. En el cielo justo arriba de su cabeza centelleaba una estrella.
Sus veinticinco años... hacı́a tres meses que habı́a conocido a su mentor.