Siempre me dicen que no deje malograr mi día cuando un pequeño problema surge. Suelo ser positiva, aunque últimamente soy realista. No me dejo vencer por cualquier problema que venga, sé que podré contra todo. Varias personas me encuentran fuerte, pero no han visto del todo en mí.
El día a día la paso en mi oficina junto a mi taza de café, corrigiendo y redactando el libro de una escritora novel. Es un trabajo que me encanta, aunque no tenga mucho tiempo para mí lo disfruto. Hoy no sé qué pasa conmigo, estoy lee y relee esta obra que no le encuentro sentido. Va, necesito un descanso. Cojo el móvil y me encuentro con una llamada perdida de Sebas, por lo que decido marcarle. Tal vez surgió un problema.
—¿Llamabas, cariño? —Cariño, ¿Desde cuándo lo llamaba así? Tengo que ser sincera conmigo, trato de salvar este problema llamándole cariño. Es tan tonto lo que acabo de hacer que no hay vuelta atrás. Lo hice y él se ha dado cuenta.
—Sophia —aclara la garganta—, tenemos que hablar.
Esa sensación después de leer aquellas palabras resulta indescriptible. Por Dios, Sophia, sabías que llegaría este momento y no estabas lista. ¿Qué clase de persona realista eres? Trataba de maquillar un problema amoroso con simples y baratas palabras bonitas, como si Sebastián fuera un tonto. Él no lo es.
Debe haberme afectado la noticia a tal grado de caer sentada al piso y tener el móvil con la pantalla hecha trizas al lado mío. No derramo lágrimas, no es el momento.
—¿Estás ahí? ¡Sophia! —logro escuchar su voz. ¿Cómo es que aún puedo oírlo con el móvil que tengo? Tiro el móvil a la papelera más cercana. Limpio mis pantalones y me dispongo a salir del trabajo. Primero, me dirijo a mi oficina. Ya que no tengo móvil, dejaré una nota a Sebastián pues sé que pasará por mi trabajo.
Sebas (la última vez que me dirigiré así hacia ti), sé que me vas a terminar. No hay forma de que me contactes, no tengo móvil. Adiós.
Segundo, toca dejarle la nota a la secretaria. Le doy unas indicaciones que ni yo misma entiendo y salgo del trabajo en dirección a mi casa. La otra Sophia se hubiera ido directo al bar, pero no quiero amanecer con un hombre que no conozco y luego arrepentirme.
Porque ya tengo tantos problemas como para generar otros. No tengo suficiente valor como para seguir manteniendo viva una relación en la que apenas surge amor. Ambos estábamos perdiendo el tiempo. Sí... que mal suena todo esto.
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Un adiós no es suficiente
RomancePRIMERA PARTE de la bilogía: No es suficiente. Sophia y Sebastián tienen una relación de tres años. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo su relación se va deteriorando por la falta de confianza, atención y amor, llegando a que esta termine. Soph...