Carta ocho

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Sebastián:

¡Dios! Estaba nerviosa. El momento de Violeta había llegado. Me encontraba frente a ella, juntas admirando el bello vestido de novia. La miraba a los ojos a través del espejo y, por un momento, me viasulicé en ese vestido blanco y pulcro de encaje. Desearía ser yo quien se casa. Desearía ser yo quien lleva ese vestido ahora. Desearía tantas cosas.

De pronto, mis hombros caen, mis ojos se pierden en el espejo, lágrimas brotan de mis ojos. No podía hacer un show en el momento más importante para mi futura cuñada por sólo pensar en ti. Me disculpé con ella y corrí en dirección al baño. Cerré la puerta y le di un golpe con mis puños.

Vuelves a mi mente una y otra vez, sin que yo dé el permiso de recordarte. Mi propia mente me tortura con los recuerdos. Se reproducen mientras lloro y caigo lentamente al piso con mi espalda pegada a la puerta.

I can fake a smile
I can force a laugh
I can dance and play the part if that's what you ask
Give you all I am

I can do it
I can do it
I can do it

¿Y es que todo tiene que recordarme a ti? Sí, Sebastián, es la canción que César te mandó. Ese audio que no debía haber llegado a ti, y, sin embargo, terminaste escuchándola junto a mí cuando me buscaste al día siguiente. No sabía donde esconderme por la vergüenza que sentía.

But I'm only human
And I bleed when I fall down
I'm only human
And I crash and I break down
Your words in my head, knives in my heart
You build me up and then I fall apart
Because I'm only human.

En mi mente te digo a gritos que salgas de una vez, no lo estás haciendo fácil. Esto es difícil de llevar, ¿cuánto tiempo debe de pasar para que esté en paz conmigo? ¿Cuándo será el día que cuando te vea no sienta algo por ti? Pero, también me pregunto por ti. ¿Qué haces ahora? ¿Estarás como yo, llorando? Lo dudo, la única vez que te vi llorar fue cuando perdiste a tu padre. Dudo que la estés pasando como yo, después de lo que dijo César en la playa.

Es horrible, sabes, estar bien y de un momento a otro vienes a mi mente y ocasionas esto. Lágrimas, recuerdos, miles de preguntas que jamás serán respondidas.

Atentamente, Sophia.

Un adiós no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora