POV CAMILA
Aproximadamente cinco horas llevaba en un parque,el cual queda alejado del apartamento. Salí tan rápido de casa de mi madre que llegue sin pensarlo,he dejado de llorar ya que no pude evitar que las personas nuevamente me miran con lastima solo que ahora no me molestaba sabía que tenía los ojos hinchados y la cara enrojecida era total y completamente justificable.
Observo como varios niños se alejan del parque de mano de sus madres,se encuentran sonrientes, protegidos y sobre todo queridos. Seguramente llegarán a sus casas, tendrán una cena en familia después serán llevados a la cama posiblemente les leerán un cuento y escucharán un te amó antes de cerrar los ojos. Por mucho tiempo espere que mi madre hiciera algo así para mí pero nunca ocurrió desde que tengo uso de razon siempre obtuve malas miradas gritos,cuando mi hermano no le miraba siempre tuve miedo de lo que me pasaría. Siempre creí que las cosas cambiarían que con el tiempo me llegaría a querer del mismo modo que a Ángela pero en cuanto los golpes sustituyeron las malas miradas y gritos perdí la esperanza. Después de que hoy fui agredida por ella no se que hacer. Ahora tengo un lugar para refugiarme y una vida junto a Damièn,más sin embargo tengo miedo de llegar al apartamento que note las marcas que seguramente serán enormes y quiera reclamarle a mí madre. Después de estar pensando en el pretexto que daría por llegar tarde decidí tomar un taxi, estando dentro recurrí al maquillaje para disimular mi llanto.
- ¿A donde señorita?. - pregunta el taxista.
- Edificios Ángel en reforma, por favor. - respondí rápidamente. Cuando miré la hora pasaban de las ocho treinta de la noche mi celular tenía muchas llamadas perdidas al igual que mensajes de tía Victoria,de la señora Raquel y Fabi,lo que significaba que posiblemente ya habían llamado a mi madre, lo apagué sería mi primer mentira les diría que me he quedado sin batería. Cuando el taxi se detuvo pagué lo que marcaba el taxímetro para salir. Por primera vez me sentía nerviosa de entrar, podía decir cualquier cosa menos lo que ocurrió. Cuando pase junto al portero del edificio me miró aliviado de verme llegar y rápidamente supe que todos estaban angustiados, subí al elevador rogando que mi madre no estuviera. Enseguida que las puertas se abrieron camine por el pasillo,al estar frente a la puerta muchas voces se escuchaban dentro así que abrí lo más rápido que pude.
- ¡No Rafael, te estoy diciendo que tu madre asegura que Camila no llego nunca hoy!. -Decía Damièn molestó mientas sostenía el celular,caminaba de aún lado a otro visiblemente nervioso. Cuando quise hablar Gabi corrió a mi ya que jugaba cerca de la puerta. Todos me observan la puerta y Damièn olvidó la llamada.
- ¡Tamila!- Grito con emoción Gabi mientras corría hacia mí,se abrazo a pierna enseguida. —Miro como todos se reúnen a mi alrededor dando suspiros de alivio al verme.
- ¡Camila por dios!¿dónde estabas?. - pregunta tía Victoria abrazándome. Me sentía culpable al preocuparlos a todos hasta Julieta y su hermano estaban aquí,me sentí mal por las mentiras que les diría.
- Perdóneme todos,no fue mi intención en preocuparlos es solo que tuvimos un problema en clases y nos entretuvieron. - Dije en voz baja me era imposible mirarlos sin sentir culpa.
- ¿Y el celular?¿porque no lo respondías? Eres una inconciente Camila nosotros preocupados por tí,tu nunca sales tan tarde - preguntó Fabiola mirándome molesta. —Me aparte de los brazos de mi tía sosteniendo aún la manita de Gabi.
- Me quede sin batería y no pude marcar pero estoy aquí y estoy bien. - respondí nerviosa por el tono que usó para hablarme. Al instante evitó mirarme ella más que nadie sabia que me asustaban los gritos,un silencio se instaló nadie decía nada y se sintió un ambiente tensó el cual todos los pudimos notar.
— Fabiola,lo importante es que tú prima está bien. Ahora por favor acompáñame prepararé algo para que todos cenemos. — Dijo tía Victoria tomándola del brazo dirigiéndose a la cocina seguida de la señora Raquel quien dejó a Marian en brazos de Damièn.
— Camila nos alegra que estés bien.— Dijo Julieta acercarse a mi. — No podemos quedarnos más tiempo así que no nos vuelvas a asustar ¿entendido?.
— Entendido,muchas gracias por estar aquí. — dije despidiendome
de ella a su hermano le di una media sonrisa solo por cortesía pero merecía ser ignorado completamente ya que me miraba con enojó y para ser sincera me caía mal. Desde su llegada al edificio siempre intentaba establecer conversación conmigo pero de la manera más desagradable, siempre cuestionando el porqué estaba casada siendo tan joven. Cuando Julieta se marchó junto a su hermano nos quedamos solos Damièn las niñas y yo y no sabía que decir ambos seguíamos parados en el mismo lugar y él no parecía contento con la situación.— ¡Tamila omir!.— habló Gabi jalando mi mano para llamar mi atención.
— Vamos princesa,te llevaré a dormir. —dije mirándola y comenzando a caminar.
— Princesa,no puedes dormir aún tienes que cenar pero ve con mamá ella te dará galletas. — dijo Damièn con ternura acercándose a nosotras. En cuanto dijo esas palabras Gabi soltó mi mano y salió corriendo rumbo a la cocina.
— Damièn yo... — Comencé a decir pero él me interrumpió.— Estaba tan preocupado Camila,tenía tanto miedo que algo malo te hubiera pasado. — Dice mientras deja a Marian en su cunita portátil para comenzar a caminar hasta estar junto a mí, por instinto cierro los ojos sintiendo miedo pero al sentir sus fuertes brazos abrazarme y esconder su rostro en el hueco de mi cuello dejando escapar un gran suspiro sentí ganas de llorar. Así permanecimos por varios minutos hasta que decidí pedir disculpas.
— No quise preocuparte,lo lamento mucho. No volverá a ocurrir, lo prometo. —Damien asintió cómo respuesta y beso mi cuello lo cual me hizo estremecer.
—¡ Niños a cenar!.— Dijo tía Victoria apareciendo de repente observandonos apenada.
— Enseguida iremos tía, gracias. — respondí mirándola con una gran sonrisa. Ella asintió retirándose rápidamente
— ¡Me gusta abrazarte!.— comento Damièn mirándome fijamente a los ojos.
—A mi también, pero nos están esperando. — respondí tocando su cabello.
— No tengo hambre, prefiero quedarme aquí. — ¡Damien!.— dije seríamente. Con quejidos que de inconformidad besó mis labios castamente para después tomar mi mano para reunirnos con las demás...
— ¡Dios! Tendré que usar un suéter para disimular por más días estos moretones. — Me dije en voz alta mirándome en el espejo. Habían pasado tres días después de la agresión de mi madre y aún podían mirarse las marcas que había dejado en mi piel, por suerte Damièn no preguntó más de lo ocurrido aquel día. Posiblemente no creyó lo que dije ya que cuando llegó de ir a dejar a su madre y a tía Victoria comento verme triste a lo que yo únicamente respondí un “no es nada" cuando en realidad era mucho me había pasado. A casa de mi madre no volví había marcado pero milagrosamente Damièn respondía el teléfono.
— ¡Hermosa!¿Todo bien? .— preguntó Damièn del otro lado de la puerta en voz alta. Mire mi reflejo nuevamente esperando que no preguntada por mi manera de vestir que era igual que siempre pero ahora con la compañía del suéter las veinticuatro horas del día. Salí de la habitación apoyándome en el vaston,eran casi seis treinta de la mañana y Damièn debía irse a la universidad.
— ¡Que tengas un exelente día!. Recuerda que hoy estaré en casa todo el día no iré a terapia y las clases terminaron pará mi. — mencioné acercándome a él con emoción.
— Muy bien, estoy muy orgulloso de ti, ¡sabía que lo lograrás!. — respondió acunando mi rostro entre sus manos. Sabía que se referían a la culminación de mi secundaria.
— Muchas gracias Damièn, sin tí esto no hubiera pasado jamás. — agradecí con voz entrecortada.
— No agradezcas preciosa,es lo que mereces por ser un ángel en mi vida. Ahora tengo que irme. Te quiero. — Dijo por primera vez en siente meses de casados dejándome sin habla. Al notarlo rápidamente camino hasta la puerta y antes de salir reaccione llamando su atención.
—¡Damièn!. —
— ¿Sí?.— respondió
— Yo también te quiero mucho...
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ME SALVASTE LA VIDA
Romance"El cielo es el límite" Esa frase tomó sentido cuando él llegó a mi vida, aunque sabía que no estaríamos juntos para siempre me ayudó a aprender a valorar quien soy.