Un Amor Inolvidable - Capítulo 8

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- Que empiece por el principio…Vale. Bueno cuando yo tenía 6 añitos…

- Vale ya Campanilla, esa parte me la sé.

- Está bien, está bien.

Silvia cerró los ojos, como para darse fuerza.

- Cuando nos estábamos haciendo mayor, pues yo note que tú estabas cambiando tu actitud hacia mí, y eso me daba miedo. Me daba mucho miedo.

Silvia espero a que Dani dijera algo, hiciera algún comentario, pero simplemente estaba mirándola, esperando a que siguiera hablando.

- Tenía miedo, bueno, porque no quería perderte. Eres… bueno eras mi mejor amigo y yo quería que las cosas se quedaran como siempre. Que pudiera abrazarte sin sentir vergüenza o que pudiera hablar contigo sin sonrojarme.

Daniel hizo una mueca. Ahora mismo estaba avergonzada y sonrojada, parecía que no hubiese cambiado mucho. Estaba jugando con la comida de su plato y no paraba de desviar la mirada.

- Bueno y cuando, pues cuando me besaste…

- Nos besamos

Silvia levanto la vista.

- Si eso, cuando nos besamos, pues estaba bien, me gusto, pero entonces pensé que los amigos no hacían eso y bueno, pues… ejem…se me fue la mano. Me asuste, y no pensé lo que hice, por lo que te di aquella… bofetada. Lo siento. ¿M…me puedes perdonar?

Daniel tenía la sonrisa ladeada, Silvia estaba completamente adorable mientras intentaba disculparse. Sin embargo, todavía no le había pedido disculpas por la peor parte, por aquel día en el que le partió el corazón delante de toda esa gente…

6 años antes…

Daniel estaba avergonzado, Silvia se había encerrado en su habitación por su culpa, y llevaba allí desde el viernes. La escuchaba por las noches en la cocina, buscando algo de comer, pero en cuanto el se acercaba, salía corriendo otra vez.

Y ya era lunes, hoy llegaban los padres de Silvia de sus vacaciones. Dios mío, ¿cómo les iba a explicar todo esto? Tenía permiso de Eduardo para ‘salir’ con su hija, el jamás había escondido sus sentimientos y necesitaba que el aprobara su relación con Silvia.

- Claro hijo, si yo sé lo que sentís el uno por el otro, aunque ella sea tan testaruda como su padre, y lo niegue. Así que tu tomate tu tiempo, trátala bien, y tarde o temprano, ella se dará cuenta de lo que siente.

 Ahora él le había hecho daño, había ido demasiado rápido demasiado pronto. Pero es que ya llevaba tanto tiempo esperando… y los labios de Silvia eran tan suaves…

Miro el reloj y se dio cuenta de que tenía que ir al aeropuerto a recoger a Eduardo y Marta. Llamo a la puerta de Silvia, pero por supuesto no hubo respuesta.

- Campanilla, tengo que ir a recoger a tus padres.

Seguía sin responder.

- ¿Quieres venir para verlos?

Nada. Daniel suspiro, la podía escuchar de moverse, así que sabía que estaba bien, pero le dolía que ella lo tratara así, aunque se lo mereciera.

- Estaremos aquí en unas horas ¿vale?

Como seguía sin responder, Daniel se fue.

En el aeropuerto, saludo a Eduardo y Marta, que no preguntaron por su hija aunque si vio como intercambiaban una mirada de preocupación. Conocían muy bien a Daniel y sabían que él se los contaría cuando estuvieran fuera del aeropuerto abarrotado.

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