Charles, o como su madre lo llamaba, Carlos, era un chico ingles que había conocido mientras estaba en Londres estudiando inglés. Después de unos meses, él le había pedido matrimonio y aunque Silvia no lo quería de esa manera, accedió, ya que jamás encontraría a nadie que la pudiera ayudar a olvidar a Dani. Sin embargo, cuando llegaron a España y Silvia los presento a sus padres, Eduardo no lo acepto. Se negó rotundamente dejar que su hija se casara con alguien a quien no conocía apenas, y Silvia todavía se acordaba de las palabras de su padre - Algún día tu verdadero amor volverá a por ti, y ¿qué le diremos cuando sepa que estas casada con ese…? – Todavía no estaba muy segura que quería decir con eso de ‘su verdadero amor’, aunque tenía una idea.
Al final, su padre había asustado a Charles, que muy educadamente había retirado su pedida de matrimonio, para huir a su país. Seguían siendo amigos, porque nunca habían sido una pareja de verdad, y se querían como amigos, pero nada más. Aunque esto siempre se lo había ocultado a su padre, porque este pondría el grito en el cielo.
- ¿Charles ha llamado aquí, a la casa? ¿Y qué quería?
- Bueno, dice que te ha estado llamando al móvil, pero que no podía dar contigo. Está preocupado, y por eso se ha atrevido a llamar a casa. Da gracias que el teléfono lo cogí yo y no tu padre.
En eso sí que tenía razón.
- Bueno tendré que llamarlo luego. Hace tiempo que no hablo con él.
- ¿Hace tiempo que no hablas con quién?
La voz helada de Dani era como un cuchillo, y la tensión en el ambiente se podía cortar con él.
- Nadie. Un amigo.
Dani apretaba las mandíbulas mientras que miraba a Silvia y Marta. Silvia esperaba que no le preguntara a su madre, ya que esta no era capaz de mentir.
- ¿Marta?
¡Mierda!
- Bueno hijo, como te ha dicho Silvia, Carlos es un amigo.
Marta miraba al suelo, y estaba sonrojada.
-Silvia, ¿quién demonios es Carlos?
- ¿Carlos? ¿Porque estamos hablando de ese tipo?
Eduardo parecía sorprendido. El que faltaba, pensó Silvia. Su padre jamás entendería su amistad con Charles y ahora que estaba con Dani, menos aún.
- ¿Quien es, Eduardo?
Dani no le quitaba la vista a Silvia, que no desviaba la mirada. Ella no tenía nada que esconder.
Menos mal que su padre parecía tener el sentido común de no decirle nada a Dani sobre su ex-prometido, ya que esto solo empeoraría las cosas.
- Nadie que deba preocuparte.
- Mi futura mujer esconde una amistad con un tío, ¿y yo no debo preocuparme? Lo siento Eduardo, pero tengo que hacerlo, esto tiene que acabar. ¿Como si no puedo saber que me puedo fiar de ella?
Silvia sintió como sus padres aguantaban la respiración – Dani acababa de soltar dos bombas; que se iban a casar y que no se fiaba de ella. Suponía que lo de la boda era más impactante que lo de la desconfianza, aunque para ella no.
- ¿Futura mujer?
Eduardo le dio una palmada en el hombro
- ¡Que callados os lo tenías, hijo!
Puso una sonrisa arrogante y miro a su futuro suegro. Su madre le cogió la mano emocionada, y miro el anillo.
- ¡Es precioso hija! ¿Para cuándo es la boda?
- Lo antes posible.
Dani sonaba tan seguro de sí mismo, que Silvia tenía ganas de darle una bofetada para borrarle esa sonrisa de la cara. No soportaba la arrogancia y este no era el Dani que ella conocía. Claro que hacía 6 años que no lo veía, así que quizás el tiempo era el culpable de esta actitud. No pudo contenerse y antes de pensarlo bien, hablo.
- Bueno, tendremos que arreglar muchos papeles, así que no podrá ser tan pronto. Lo sé de la última vez que estuve prometida.
Sus padres la miraron sorprendidos.
- ¿Que… has… dicho? – Dani tenía los ojos entrecerrados, y parecía echar chispas por ellos.
- Lo que has oído. Charles no es solo un amigo, era mi prometido.