Silvia estaba nerviosa por la cita con el ginecólogo aunque Dani no se separó de su lado ni un solo momento. Le hizo varias pruebas que salieron todas muy bien, y la felicito por su buena salud. Cuando llego el momento de hacerle la ecografía Silvia noto que Dani estaba emocionado. Pensó en la alegría que se llevarían sus padres. Después de todo, todavía recordaba aquel día en casa de sus padres cuando su padre les dejo claro que quería unos nietos. Bueno por ahora se tendría que conformar con uno, pero si las cosas seguían así de bien con Dani, estaba más que dispuesta a darle unos cuantos más. El ginecólogo le hecho el gel frio en la barriga y conecto el monitor antes de comenzar a hacerle la ecografía. Dani le agarró la mano fuertemente cuando se empezó a escuchar el sonido de un corazón latiendo. La miro emocionado pero su expresión cambio al darse cuenta de que el sonido no era normal, no parecía que estuviera latiendo un solo corazón, parecían…
- Enhorabuena. Estáis esperando gemelos.
Terminaron poco después y tanto Silvia como Dani estaban sorprendidos. Jamás hubiesen esperado tener un hijo, ¡y mucho menos dos! El ginecólogo les dio varias copias de la primera ecografía, para que pudieran recordar este momento. Y la verdad, aunque estaba de poco tiempo, se distinguían dos pequeños cuerpos aun sin formar en la imagen. Silvia sabía que Dani se quedaría una copia en la cartera, para tenerla siempre con él. La otra copia, seria para su madre, que seguro se emocionaría al verla. Y la última, para el álbum familiar. Al salir de la clínica, Dani la abrazo fuertemente, aunque con cuidado. Estaba tan emocionado que no podía ni hablar.
Al día siguiente, llegaron temprano a casa de sus padres. Mientras los abrazaba fuertemente a los dos, el pequeño Hook saltaba a su alrededor, esperando ser saludado. Silvia lo acaricio distraídamente mientras sus padres abrazaban a Dani.
- Mama, Papa, ¿podemos hablar?
Marta y Eduardo se miraron entre si y asintieron. Sentándose todos en la mesa del salón, Dani la miraba con curiosidad, esperando a que hablara. En vez de eso, saco la foto de la ecografía y la deslizo hacia sus padres por la mesa, sin borrar la enorme sonrisa de su cara.
- Saludad a los nuevos miembros de la familia.
Miro a Dani que también tenía una sonrisa orgullosa en los labios.
- ¿Silvia?
La voz de su padre estaba ronca de emoción y su madre parecía a punto de llorar. Dani le apretó la mano por encima de la mesa.
- Felicidades abuelos. Por partida doble.
Las exclamaciones de alegría y abrazos para felicitarles se hicieron interminables, pero lo podía entender. No solo serían abuelos por primera vez, sino que tendrían dos nietos de golpe. Con la historia que habían vivido Silvia y Dani hasta ahora, casi se esperaban que este pequeño milagro no pudiera ocurrir. Las preguntas y preocupación siguieron a la alegría y con ayuda de Dani les aseguro que según los médicos, todo iba por buen camino. Su madre le dio miles de consejos e ideas para llevar mejor el embarazo.
- ¿Entonces por fin estáis bien?
Su madre les miro con curiosidad, mientas Dani se acercaba a Silvia.
- Bueno, no nos podemos quejar. Aunque yo diría que falta una cosa.
Silvia miro a Dani, y se quedó paralizada cuando vio el sobre con los papeles del divorcio. Pensó que los habían tirado o algo. ¿Por qué los tenía Dani ahora, que iba a hacer con ellos? El miedo le oprimió el corazón. Cuando ella le había dicho que lo quería, Dani simplemente la había ignorado. Quizás lo había interpretado todo mal. Quizás Dani no la quería después de todo. Dani le entrego el sobre a Silvia.
- Tú decides que hacer con esto.
Silvia no se lo pensó, el sobre quedo reducido a pequeños trocitos de papel, que no tenían validez ninguna.
- Me alegro que hayas hecho eso. Una cosa más. Dame tu mano, la del anillo.
Silvia le dio una mano temblorosa, mientras sus padres observaban con curiosidad como él se arrodillaba delante de su mujer.
- Campanilla, ¿sabes que te necesito verdad?
Silvia asintió mientras veía con miedo y una creciente curiosidad como Dani le quitaba el anillo.
- Y sabes que eres mi mejor amiga.
Volvió a asentir mientras Dani le colocaba el anillo en la otra mano.
- Sabes que lo eres todo para mí, que eres mi vida.
Silvia asintió brevemente pero no pudo reprimir las lágrimas que Dani le secaba con cuidado, mientras sacaba una pequeña cajita y sacaba el anillo más bonito que había visto jamás. Le volvió a coger la mano para deslizarle el anillo con la esmeralda en el dedo anular.
- Y por supuesto sabes lo mucho que te quiero.
Silvia negó con la cabeza, demasiado emocionada para hablar y explicarse.
- ¿No lo sabías? Pues te quiero Campanilla. Te quiero más que a mi vida. Te quiero desde siempre. Te quiero con locura. Simplemente te quiero. Te quise en el pasado, te quiero en el presente, y te querré en el futuro. Para siempre.