Silvia no confiaba en su voz para decirle a Daniel donde lo necesitaba, así que cogió su mano y se la puso sobre un pecho. Daniel cerró los ojos y gimió antes de coger su ya erecto pezón entre el índice y el pulgar y apretar suavemente. Silvia jadeo. Jamás había sentido algo así, y no quería que parara nunca. Echo la cabeza hacia atrás, mientras Dani seguía jugando con su pezón. A través de la tela de la bata noto el aliento de Daniel sobre el otro pezón, y seguidamente noto sus dientes sobre su piel sensible. Silvia tuvo que agarrarse más fuerte, todas las cosas que estaba sintiendo hacían que le temblaran las piernas y no apenas se pudiera sostener.
Pero no quería que Daniel lo hiciera todo. Ella también quería tocar, acariciar y saborear su piel. Si tan solo lograra aclarar su mente un poco, pero con Dani besándola y tocándola, mientras jugaba con sus pechos, eso era imposible.
- Dani?
Su voz apenas era un jadeo.
- Dani, es demasiado…no puedo…
Daniel se alejó de ella como si se hubiera quemado. Respiraba agitadamente y sus ojos estaban tan oscuros que apenas se veían azules. Sylvia sintió frio cuando él se separo de ella tan repentinamente.
Daniel cerró los ojos.
- Lo siento. No debí…-
- Ni se te ocurra. No digas que te arrepientes.
Silvia se acerco a él, no iba a acobardarse ahora. Su cuerpo necesitaba el de Dani, y no iba a ignorarlo. Mientras se acercaba a él, estaba deshaciendo el nudo de su bata.
- Silvia…Campanilla…
Daniel parecía asustado, como si no supiera bien qué hacer.
- Si hubiese querido que pararas, te lo hubiese dicho. Yo te he pedido que pararas, Dani?
- No, bueno, si, dijiste…
- Dije, que era demasiado.
La vista de Daniel seguía sus manos, mientras ella se quitaba la bata lentamente.
- Y la razón por la que dije eso, era que yo era la única que estaba recibiendo placer. Y necesitaba que frenaras un poco para yo poder darte placer a ti.
Sabía que estaba sonrojada, pero le daba igual. Daniel la miraba boquiabierto, mientras ella terminaba de quitarse la bata y esta caía al suelo.
Daniel no podía quitarle los ojos de encima, ¡era preciosa! Tenía curvas es los sitios correctos y las manos le picaban de las ganas que sentía de volver a tocarla. Cuando ella le dijo que era demasiado, casi se le para el corazón. Sabía que esto era una locura, pero ahora mismo no pensaba con la cabeza. La promesa que se hizo a si mismo hace tantos años había quedado en el olvido en el momento que ella abrió la puerta de su habitación. No estaba dispuesto a dejar que ella lo rechazara otra vez, pero por como ella estaba actuando ahora mismo, no parecía que eso fuera a pasar. Veía como Silvia se le acercaba, pero él no se podía mover, estaba como congelado. El conjunto que llevaba le quitaba la respiración, era rojo burdeos y le quedaba increíblemente bien, pero Daniel solo tenía ganas de arrancárselo a bocados. Silvia se acerco más a él y le puso las manos en el pecho. Aguanto la respiración mientras ella empezaba a quitarle los botones, sin desviar la mirada. Estaba increíblemente sexy, mientras se mordía el labio y le soltaba los botones y Daniel estaba haciendo un verdadero esfuerzo para no tocarla.
Por fin llego al último botón, y lentamente dejo pasar las uñas por sus abdominales, causándole escalofríos por todo el cuerpo. Daniel contuvo un gemido mientras ella le pasaba las manos por los hombros y le quitaba la camisa en el proceso. Cuando volvió a bajar las manos, llego a la hebilla de su cinturón y mientras se lo soltaba, sin querer o a propósito, Daniel no estaba seguro, Silvia rozaba su obvia erección.
Cada vez que lo hacía, Daniel aguantaba la respiración, seguro de que en cualquier momento explotaría. Justo cuando Silvia estaba a punto de liberarlo de esos pantalones tan apretados, le agarro las muñecas. Ella le miro interrogante
- ¿Estas segura Campanilla?
Ella solo se lamio los labios antes de soltarse las muñecas, y seguir con lo que estaba haciendo.
Por fin los pantalones cayeron al suelo, y Silvia se arrodillo delante de él. Esto era demasiado, no podría aguantar mucho mas, pero ella parecía curiosa así que la dejo. Ya le tocaría a él torturarla de esta manera tan placentera. Soltó un gruñido, Silvia le estaba tocando y parecía maravillada, pero cuando vio que abría la boca y sacaba la lengua, no pudo aguantar más. Dio un paso hacia atrás, consiguiendo que Silvia lo mirara con una mueca. Sin una palabra la ayudo a levantarse. La necesitaba, ya. Después del susto por no saber donde estaba, y las horas conduciendo, solo quería hacerle el amor y quedarse dormido entre sus brazos. La tumbo en la cama con cuidado y le quito el sujetador. Inspiro fuertemente y trato de controlar su cuerpo. Había estado con mujeres antes, y siempre las había buscado que se parecían a Silvia, pero jamás, ninguna se parecía ni remotamente a la verdadera Silvia, a su Campanilla. Sonrió. Por fin iba a estar con ella e iba hacer que ella no se olvidara jamás.
Silvia estaba tumbada en la cama, viendo como Dani la devoraba con la vista. Se sentía bonita, deseada, se sentía mujer. Dani se inclino hacia ella y capturo sus labios con los suyos. Silvia le rodeo los hombros con los brazos pero pronto el se soltó. Lentamente, muy lentamente, empezó a descender por su cuerpo dándole besos, mordiscos suaves y lametazos. Silvia sentía que ardía, necesitaba sentirlo en el centro de su cuerpo, no podía esperar más.
Llego a su ombligo y con los dientes tiro suavemente del colgante que encontró ahí.
- Así que este es tu escondite secreto…
Tenía la voz ronca
- Veamos que más secretos escondes por aquí.
Siguió besando y mordiendo, hasta llegar al borde de sus braguitas. Silvia sonrió, pensando en la sorpresa que se encontraría ahí. Con los dientes comenzó a quitárselos, pero cuando las había bajado solo un poco, paro y miro fijamente lo que las braguitas habían estado tapando. Estaba completamente rasurada y justo en la esquina tenía un pequeño tatuaje. Un tatuaje de Campanilla.
Ninguno de los dos se movió, hasta que Silvia se impaciento y se retorció, inquieta.
- ¡Dani!
- ¿Cuando?
Silvia soltó un gruñido de frustración.
- Cuando, ¿qué?
- ¿Cuándo te lo hiciste?
- El día después.
- ¿El día después de que?
- Por Dios Dani, ¿podemos hablar de esto más tarde? Estoy ardiendo. ¡Te necesito!
Lentamente, paso su lengua por el tatuaje, una y otra vez. No era precisamente el sitio donde Silvia lo necesitaba, pero estaba lo bastante cerca, y le estaba causando escalofríos por todo el cuerpo.
La volvió loca con la lengua, llevándola al borde del abismo una y otra vez, mientras que con las manos exploraba cada curva de su cuerpo, preparándola para él. Cuando por fin llegó el momento, Dani se topó con la barrera que confirmaba su virginidad, quedándose paralizado en el momento.
- Dani, no te pares ahora.
Silvia estaba preciosa debajo de él, sonrojada y excitada. Pero lo había engañado, le había hecho pensar que tenía experiencia, que era una mujer sensual y experimentada. Nada de eso era verdad. Su cuerpo le decía la verdad, Silvia era virgen. Y aunque Dani intento separarse de ella y parar, cuando la volvió a mirar soltó un gruñido y le hizo el amor como siempre había deseado.