Silvia se levantó feliz, pero pronto se dio cuenta de que faltaba algo. Bostezando se dio la vuelta hacia el lado de Dani, solo para descubrir que su lado de la cama estaba vacía, y al parecer, llevaba así un rato, ya que las sabanas estaban frías. Dolida, pero sin querer pensar mal, se levantó para darse una ducha. Quizás estaba abajo desayunando… Se dio una ducha larga y relajante, pero aun así, no se podía quitar la sensación de que algo iba mal. Muy mal.
La tormenta había amainado, aunque seguía lloviendo y justo cuando bajaba por las escaleras, Dani entraba por la puerta. Llevaba un chubasquero y parecía esconder algo debajo, pero Silvia quería, necesitaba mirarle a los ojos para saber que todo iba bien. En ese momento Dani levanto la vista y le regalo una enorme sonrisa.
- Hola.
- Hola.
- Se me olvido darte tu regalo.
- No importa.
Silvia intentaba no ilusionarse con lo que fuera que Dani escondía, pero le estaba costando.
- Bueno, en realidad no tuve ocasión de dártelo, ya que se lo deje a tus padres para que lo cuidaran mientras te buscaba.
Silvia no sabía que decir así que aguardo impaciente, mordiéndose el labio.
Cuando Dani por fin revelo lo que estaba escondiendo, Silvia no pudo contener la alegría. Era el cachorro mas adorable del mundo, y cuando Dani lo dejo en el suelo, camino hacia ella con cuidado.
- Es un Bulldog americano.
- ¡Es adorable!
Silvia lo miro agradecida
- Gracias Dani, ¡es perfecto!
Silvia cogió a su nuevo amigo en brazos y cuando miro el collar que llevaba, se quedo sin palabras. Ahí estaba el anillo que el día antes había rechazado. Miro a Dani, que parecía estar muy interesado en el techo. Silvia saco el anillo del collar y se lo puso, mientras veía como Dani la miraba de reojo y soltó el aire que había estado aguantando, como si esperara que lo fuera a rechazar otra vez.
Soltó al perro y se acercó a Dani para darle un beso y decirle lo que estaba deseando oír.
- Si, acepto.
Dani no podía creer que esto estaba pasando, por fin. Tenía a Silvia en sus brazos aceptando ser su esposa, y aun así, sentía como si en cualquier momento se iba a levantar de este sueño, para volver a la pesadilla de antes. Esa sensación era la que había hecho que no le diera el anillo con la esmeralda, sino el modelo sencillo que había comprado en Barcelona. Todavía no quería revelar demasiado de sus sentimientos, porque sabía por experiencia que en un instante todo podía cambiar. Y aunque Silvia hubiera aceptado, todavía tenía sus sospechas sobre el porqué.
- ¿Estas bien?
Silvia le acariciaba la mejilla mientras le miraba con preocupación. Dani le sonrió.
- Perfectamente. ¿Desayunamos?
Había estado en casa de los padres de Silvia, pero todavía no había hablado con Eduardo. Después de anoche, quería una vez más, darle la oportunidad a Silvia para aceptar ella misma ser su esposa. Cosa que había hecho. Entonces ¿porque no estaba pegando saltos de alegría? ¿Porque tenía la sensación de que estaba esperando algo? Algo que arruinara este momento de felicidad.
- ¿Que nombre le ponemos?
Silvia estaba desayunando con el cachorro a sus pies y parecía encantada
- He pensado que le quedaría bien Captain Hook. Como Capitán Garfio, pero en inglés.
A pesar de cómo se sentía, Dani tuvo que sonreír.
- ¿Porque insistes en ponerle los nombres de los malos a tus mascotas?
- Bueno, es que no tiene cara de Peter – puso una mueca – no, definitivamente tiene cara de Hook.
- De acuerdo, mañana lo llevamos al veterinario para las vacunas y el chip. Anda, ¿porque no vamos a casa de tus padres y les damos la noticia?
Dani estaba nervioso pero no podía remediarlo. Iban de camino a casa de los padres de Silvia para anunciarles la boda, pero el estómago no paraba de darle vueltas. Los fantasmas del pasado rondaban su mente y Silvia le había dicho hace poco que seguía sin querer casarse con él. Entonces ¿porque había accedido ahora? Las sospechas por las razones de Silvia volvieron a su mente con más fuerza que nunca.
Silvia iba a su lado con Hook en su regazo, y estaba jugando con el cachorro. Parecía relajada y feliz, todo lo contrario que él. Cuando por fin aparcaron delante de la casa, Dani tuvo que quedarse sentado un momento y cerrar los ojos. Silvia le toco el antebrazo suavemente.
- ¿Dani? ¿Qué te pasa?
Intento sonreírle pero fracaso.
- Nada. Vamos dentro.
- Dani.
Lo agarro antes de que pudiera bajar del coche
- Háblame.
- No es nada. Vamos.
Entraron en la casa y sus padres se acercaron a los dos, abrazándolos.
- Que bien que estéis aquí, hija. Vente y ayúdame en la cocina.
Conocía la mirada de su madre, quería contarle algo a solas.
- Deja a Pepe en el suelo, el ya conoce el camino.
- ¿Pepe? Mama, ¡¿ese que nombre es para un perro?! Se llama Hook.
- Dejemos a estas dos tranquilas, y vamos a la biblioteca
Eduardo se llevó a Dani
- Marta cielo, ¿nos traes un café cuando puedas?
Su madre asintió, y arrastro a Silvia hacia la cocina.
- Venga mama, ¿qué pasa?
Su madre miro la puerta antes de hablar.
- Ha llamado Carlos.
Silvia abrió mucho los ojos, sorprendida.