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Mirarlo era un placer para mi, ver como su cabello negro estaba revuelto, sus largas pestañas casi rozando sus mejillas, sus labios rosados y delgados entre abiertos junto a su piel tan blanca. No era él tipo más bello del planeta, pero lo era para mí. Con todo y su actitud, que casi nadie soportaba, yo creía que era hermoso y extraordinario, lo amaba.

Acaricie su mejilla suavemente y él gruño provocando que yo riera bajito.
Siempre era un gruñón cuando lo despertaban, pero para mí solo era como un niño. Lo mire por última vez y me levante con cuidado para no despertarlo. Me estire al estar de pie sin importar mi desnudez y luego me coloque la camisa que le había quitado la noche anterior mientras me hacía el amor. Sonreí con tan solo recordarlo y ver a Yoongi entre las sabanas revueltas.

Salí y me dirigí a la pequeña cocina que había en el departamento que la universidad me había asignado para vivir durante los mis cinco años de carrera y que gracias a todos los cielos era uno solo para mí y no uno donde podían vivir dos personas...dos personas que no fueran pareja, obviamente. Por supuesto que no debería meter a mi novio secreto aquí, pero era el único lugar donde ambos podíamos ser nosotros sin ninguna preocupación de que alguien pueda sorprendernos en una actitud amorosa o subida de tono.

Prepare el desayuno, algo de mi país y algo coreano. Era tradición de nosotros, los desayunos y cenas depende de lo que nos provocara, y el almuerzo se decidía al azar. Era linda la manera que teníamos de entendernos sin juzgarnos o reprocharnos, tanto así que Yoongi ya sabía cocinar algunos de mis platillos favoritos y yo los de él.

Escuche ruido detrás de mí y me gire para ver a Yoongi entrar a la cocina con cara de sueño mientras se restrega uno de sus ojos.

— ¡Hola, amor! ¡Buenos días! —le dije animada y con una sonrisa.

— ¿Por qué sonríes como boba? —Sí, allí estaba él solo con sus bóxers negros, despeinado y con ganas de matar a la humanidad...como todas las mañanas. — Creo que eso es mío. —dijo señalando la camisa blanca que tenía puesta y que llegaba a dos dedos por encima de mis rodillas.

Sonreí aun más. ¿Qué le puedo hacer? Perdí la cabeza por este idiota, gruñón.

— ¿Y? Ya sé que es tuya. — volví a mi labor dándole la espalda. Me gusta jugar con él de cierto modo y por increíble que parezca a él también le gusta.

Sentí como puso sus manos en mi cintura suavemente y me pego completamente a su cuerpo, solté un pequeño suspiro al sentir su erección matutina en mi trasero.
Aparto mi cabello y me beso el cuello, tranquilo, tomándose su tiempo como siempre. Me dio besos chiquitos, con lengua y sonoros. Me estaba volviendo loca con tan poco y lo sabía.

—Quítatela. — me susurro con su voz ronca y grave, haciendo que me temblaran las piernas al instante.

Fue subiendo sus manos lentamente por mis costados hasta llegar a mis pechos y empezó a jugar con ellos por encima de la camisa sin dejar de besarme el cuello.

—No. — susurré. Luego gemí cuando apretó con fuerza uno de mis pezones.

Restregó su erección en mi trasero más fuerte haciendo que me inclinara un poco para sentirlo más. Metió una de sus manos por debajo de la camisa hasta llegar a mi centro que estaba completamente húmedo y empezó a tocarme lentamente, solo como él sabe hacerlo y que sabe que me gusta. Su otra mano nunca abandono mi pecho.

—No me gusta el efecto que causas en mi cuando te veo con mi ropa puesta. No me puedo controlar. Hace que solo quiera que grites mi nombre mientras me entierro completamente dentro de ti.

Ese comentario tan directo y tan suyo me hizo apretar un poco las piernas y gimió al sentirlo. Sin dudarlo introdujo dos dedos de golpe dentro de mí y esta vez fue mi turno de gemir.

A Escondidas (Saga Pure Love #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora