Capítulo 1: Primer encuentro

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(10 años después)

Todo estaba oscuro y lo único que te permitía ver eran las luces de colores que parpadeaban, la música estaba a todo volumen y yo había perdido de vista a mis amigas, supuse que estaban en la pista bailando, pero no estaba segura.

Solo me había bebido dos cubatas, pero me habían sentado mal ya que me estaba empezando a doler la tripa y tenía unas ganas enormes de ir al baño.

Me dirigí a los servicios y todavía no sé el porqué pero me metí en el de caballeros y no me di cuenta hasta que vi salir a un chico de uno de los individuales.

-¿No sabes que este es el baño de tíos? –preguntó el muchacho al verme allí-.

-Lo siento, me he confundido –salí del baño y me giré al que indicaba que era de señoras. Golpeé en la puerta y escuché un leve “Ocupado” desde dentro del servicio, no aguantaba más, así que decidí entrar en el de caballeros otra vez-.

Cuando me vio entrar, el muchacho se me quedó mirando con cara de “¿Esta tía es tonta o persigue puertas?”

-Me da a mí que te has vuelto a equivocar –me dijo con una amabilidad falsa, parecía molesto-.

-No, esta vez no. Lo que pasa es que el de chicas está ocupado y lo mío es urgente –dije mientras miraba entre los cubículos alguno que estuviese limpio-.

Entré en el que vi que no estaba tan sucio. Cuando salí, el muchacho seguía ahí y me miraba raro.

Salí fuera de los baños y me puse a buscar a mis amigas, pero no di con ellas. Me dirigí a la barra, saqué mi móvil y abrí una conversación de WhattsApp del grupo que tenía con ellas.

Cristal: <<Tías es muy tarde, me voy que estoy cansada. Un beso loquis J>>

 Lo leí para comprobar que no había escrito nada raro y lo envié.

Salí de la discoteca y nada más poner un pie en la calle un coche paró en frente mía y bajando la ventanilla del conductor, un hombre que sobrepasaría los treinta, con barba y un aspecto desastroso me preguntó:

-¿Te llevo a algún sitio muñeca?

Yo me quedé paralizada, como si mis pies hubiesen echado raíces en el suelo.

-Parece que se le ha comido la lengua el gato –dijo uno de los muchachos que iban en la parte trasera-.

-¿Quieres que te parta la boca gilipollas? –Preguntó una voz detrás de mí-.

Me giré y vi que era el chico del baño, le agradecí con la mirada mientras escuchaba cómo el coche desaparecía.

-¿Estás bien? –Preguntó el chico-.

-Sí, gracias –le agradecí de nuevo-.

-¿Has venido sola? –se interesó cuando vio que me iba-.

-No, pero no encuentro a mis amigas por ningún sitio –le expliqué-.

-¿Quiere que te acompañe a algún sitio? –cuando me lo preguntó me sorprendí, si no le conocía de nada-.

Estuve barajando la posibilidad de irme con él ya que no tenía dinero para un taxi y con el autobús era capaz de perderme ya que despistada era un rato, un rato muy largo. Al final decidí que lo mejor era confiar en ese desconocido.

-¿Y bien? ¿Quieres que te acompañe o no? –se impacientó al ver que no contestaba-.

-Si no es molestia. Te lo agradecería –le contesté-.

-Pues ves, sube –se acercó a una moto-.

En ese momento estuve a punto de dar marcha atrás e irme andando ya que desde que mi hermano murió en un accidente de moto no quería subirme a ninguna.

-Siempre ahí. -Junto a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora