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La chillona voz de Effie resuena detrás de mi puerta pidiéndome que me levante.
—¡Vamos Riley arriba! ¡Nos espera un día muy, muy, muy importante!

Suspiro cuando oigo sus tacones desaparecer por el pasillo. Chease me mira aun acurrucado, le sonrió mientras me siento y lo acaricio. Me incorporo y estiro mi cuerpo, Chease salta al piso y también lo hace. Voy al armario y busco algo que ponerme. Encuentro unos pantalones negros y una blusa celeste y un par de botines. Salgo con Chease hasta el comedor, Effie, Haymitch y Jason se encuentran ahí desayunando. Doy los buenos días y me sirvo algo, el mismo Avox de ayer le da a Chease un plato de lo que parece, es carne para él. Le agradezco con la mirada y una sincera sonrisa.
—Y bueno... —comienza Jason—. ¿Qué es lo que tendremos que hacer? ¿Cómo se supone que debemos movernos en la arena?
—Uno sobrevivir —responde Haymitch secamente—. Dos hagan todo lo que les diga y tres, no comas ansias niño, todo a su tiempo —da un gran trago a la taza en sus manos para finalizar.
Jason me mira y yo encojo los hombros. Milagrosamente, Haymitch no está bebiendo nada alcohólico, eso debe ser un gran esfuerzo de su parte, lo cual deja ver que sus palabras son ciertas. Me ayudara a salir de la arena, aunque dudo que lo logre. Por mucho que yo sepa manejar el arco y los cuchillos, están los llamados “tributos profesionales”, los que son de los Distritos 1 y 2, y ocasionalmente del 3 y el 4. A diferencia del resto de los Distritos, ellos son entrenados desde pequeños -aun cuando esto está prohibido- para presentarse voluntarios en los juegos, pues representa un verdadero honor para ellos. Normalmente son los favoritos y aquellos que casi siempre ganan los juegos. Ellos tienen mayor experiencia, y saben manejar armas mejor que el resto de los tributos.

Al terminar el desayuno, Effie y Haymitch nos conducen al vagón contiguo, que es la sala. Una vez que nos hemos sentado, Haymitch nos dice lo que haremos al salir.
—Cuando lleguemos saluden al público, déjense llevar por el momento y muestrense felices de estar ahí —alzo ambas cejas con molestia—. Si preciosa, felices. Los estilistas y el equipo de preparación se encargarán de ustedes, no quiero quejas ni muecas, ni nada ¿Entendido? —nos da una mirada seria.
Ambos asentimos.
—Bien, el resto lo veremos después del desfile de tributos.
—¡Ya casi llegamos! —exclama Effie sonriente—. Vamos según lo previsto.
—Otra cosa preciosa —me indica Haymitch—. No te separes del can, tu relación con él los volverá locos —dice mientras guiña un ojo.
—No pensaba alejarme de él de todas formas —replico mientras acerco hacia mi a Chease.
Me dedico a acariciar su cabeza y orejas hasta que Effie chilla que hemos llegado.
—¡Vamos! ¡Vamos! Prepárense para salir —chilla Effie empujándonos hacia las puertas.
Siento como el tren cesa su movimiento, al otro lado puedo oír el murmullo de la gente, Jason y Chease se asoman por las ventanas, el chico saluda mientras el can mueve la cola de un lado a otro y gira la cabeza para mirarme.
—Muy bien muchachos, sonrían —indica Effie en cuanto las puertas se abren y estamos fuera del tren.

Con movimientos inseguros, saludamos a la gente que nos rodea. Chease mueve la cola con emoción mientras camina a mi lado, Agentes de la Paz nos escoltan hasta el Centro de Renovación, ahí, me llevan con mi equipo de preparación. Dos personas con atuendos extravagantes, se llevan a Chease de mi lado, él se alarma al igual que yo. Entonces me dicen que se harán cargo de él, serán su equipo de preparación. Entro en una habitación blanca donde me espera mi equipo. Son tres capitolenses, una con tatuajes dorados llamada Venia, otra  regordeta que tiene la piel verde guisante claro y se llama Octavia. El tercero es un hombre con tirabuzones  naranjas en el pelo de nombre Flavius.
—¡Vaya tenemos mucho trabajo que hacer aquí! —exclama Venia.
—Démonos prisa entonces —le contesta Octavia.
—No te preocupes querida, pronto serás una persona real —me dice Flavius.
Estoy a punto de contestarles que yo soy una persona real y que los raros son ellos, pero recuerdo las palabras de Haymitch y me limito a sonreír levemente. Me piden que me desnude y me ponga una sencilla bata de papel que me llega hasta los muslos.

Tributo del Distrito 12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora