Cuando despierto, una pequeña luz se filtra entre las raíces que cubren la entrada. Me remuevo incómoda mientras estiro un poco mi cuerpo, me deshago del saco y lo guardo junto con el otro en la mochila, como un poco de frutas secas y organizo mis cosas de nuevo, me cuelgo la mochila y me arrastró a la salida.
Observo el exterior con detenimiento, no se ve, ni se oye nada que delate algún peligro. Con precaución salgo de mi escondite y limpio la poca nieve que se me ha pegado en las rodillas y empiezo a andar, con el arco cargado y alerta. Inicio mi caminata por el bosque mientras me detengo por momentos para colocar algunas trampas, no he visto algún animal por aquí, pero mantengo la esperanza de que lo haya, así tendré alimento.
Sigo avanzando en completo silencio mientras miro a todos lados, todo está muy callado y tranquilo. Demasiado raro a mi parecer. Es entonces cuando oigo una serie de pisadas acercarse. De inmediato me escondo detrás de un gran árbol mientras mantengo el arco cargado y hago lo posible por que mi respiración no me delate. Oigo varias voces, indicando que es un grupo, una alianza, pero es hasta que oigo una de ellas cuando mi cuerpo se tensa y empiezo a maldecir internamente; es Baruck, y la alianza de los profesionales. Pego más mi cuerpo contra el tronco del árbol y miro hacia arriba rogando que se vayan rápido, de lo contrario estaré en problemas.
—Baruck estoy cansada y tengo demasiado frío —oigo la voz de una chica—. Hemos peinado esta parte del bosque desde muy temprano y no hay nadie.
—Tiene razón —replica un chico—. Deberíamos volver y descansar, después podremos seguir buscando tributos indefensos.
—Quieren callarse, estoy harto de escuchar sus infantiles reclamos —es la voz de Baruck quien habla ahora.
—¿Pues que más quieres? No hay nadie en esta zona, es la parte más fría —replica otra chica.
—Ella debe andar por aquí —afirma.
—¿La chica del Can? Por favor, hemos buscado y no aparece, es probable que este del otro lado.
—Ah esta bien —bufa con molestia—. Busquemos ahí.
—Al fin…
Oigo sus pisadas alejarse por la misma dirección donde aparecieron, pero no me muevo hasta después de un rato, cuando siento mis músculos acalambrados.Tenía razón, Baruck me está buscando, desde el primer momento me seleccionó como su blanco principal. Debo tener cuidado, no es bueno tener a la manada de profesionales en mi búsqueda. Suspiro con pesadez antes de reanudar mi marcha, hago lo posible por cambiar mi rumbo, puesto que los profesionales se han ido por mi primera opción. Me detengo un momento al escuchar un cañonazo; catorce tributos en la arena. Al cabo de un rato, suena otro, indicando que sólo quedamos trece para jugar. Espero que Jason siga con vida, después de todo le prometí que haría lo posible por ayudarlo. Mantengo mi ritmo mientras camino sobre la nieve y puedo ver el vaho que sale de mi nariz y boca en tanto sigo adentrándome en el bosque.
Oigo un sonido cerca de unos arbustos y me detengo un momento apuntando con el arco hacia allí. Un pequeño conejos gris sale brincando y al siguiente segundo es atravesado por una de mis flechas. Sonrió abiertamente hacia el cielo demostrando a las cámaras que no pasaré hambre, que no soy tan débil, y que podré mantenerme con vida. Despellejo el consejo y dejo las sobras bajo los arbustos mientras lo guardo en mi mochila, en uno de los plásticos vacíos de las frutas secas. Por el momento no podré cocinarlo, al menos hasta que haya puesto la suficiente distancia con los profesionales y encuentre un lugar perfecto. Un tercer cañonazo suena, tres muertes en el segundo día, me detengo un momento a descansar, recargándome contra el tronco de un árbol. Necesito agua, aun cuando no haga calor, el esfuerzo por caminar me ha dejado sedienta. Pero aquí no será tan fácil encontrarla, pues las bajas temperaturas seguramente han hecho que se congele.
Estoy por reanudar mi caminata cuando oigo algo a unos metros de mi. Es una respiración pesada, no, un gruñido. Dirijo mi vista hacia mi costado derecho y permanezco estática ante lo que veo. Tiene el tamaño y la fisonomía de un oso, pero sus zarpas son más grandes y afiladas, tiene el pelaje blanco como la nieve a mi alrededor y parece que es ciego, porque no veo sus ojos. Por la forma en que mueve la nariz sé que se está guiando por el olfato. Me ha encontrado, pues se ha quedado quieto y el pelaje en su lomo y cuello se ha erizado. Contrae la boca en un temible mueca y suelta un gruñido dejándome ver sus dos hileras de perfectos y afilados dientes. Sólo tengo una palabra para describirlo. Mutuo.

ESTÁS LEYENDO
Tributo del Distrito 12
FanfictionGanar los Juegos del Hambre, obtener riquezas y empezar una nueva vida, rodeada de fama y fortuna. Así es como los habitantes del Capitolio ven a sus vencedores. Pero todo aquel que se vuelve uno, sabe que realmente no lo es. No son vencedores, sino...