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Siento que alguien me sacude. Abro los ojos lentamente y distingo a Blakely junto a mi cama, tiene una sonrisa triste y me mira con algo de pena.

—Es hora querida —me dice. Asiento y hago ademán de incorporarme, pero Chease está sobre mi brazo. Con cuidado lo paso debajo de su cuerpo y me incorporo. Blakely me extiende una túnica sencilla. La tomo y me la pongo. Chease baja de la cama y se estira, me mira aun con tristeza y baja la cola.
—Él se queda, un Avox lo está esperando para alimentarlo y llevarlo con Haymitch —dice con suavidad.
—Entiendo.
—Vamos.
Salimos de la habitación, en la sala, el Avox de siempre espera a Chease. Me arrodillo frente a mi amigo y le hablo.
—Te quedarás aquí, él te llevará con Haymitch ¿de acuerdo?
Me da un empujón con el hocico como respuesta. Lo abrazo y dejo un beso sobre su cabeza.
—Te quiero amigo —me incorporo y dirijo al Avox—. Cuidalo, por favor.
Él asiente y da un paso hacia atrás. Blakely me espera en el ascensor, tiene un pañuelo y se limpia las lágrimas, supongo que le conmovio mi despedida con Chease. Cuando entro pulsa un botón, las puertas se cierran y empieza a subir, llegamos al tejado donde un aerodeslizador espera. Sonrío internamente al recordar la noche anterior con Finnick. Del aerodeslizador sale una escalera, en cuanto pongo un pie en el primer escalón y sujeto otro con la mano, una corriente eléctrica me deja pegada a ella mientras la escalera sube.

Otro Avox me ayuda cuando estoy en el aerodeslizador y la corriente cesa, después la escalera desciende de nuevo y Blakely sube. El Avox me indica que me siente en una fila pegada a las paredes del aerodeslizador, obedezco y una mujer con bata blanca se acerca, me pide que extienda el brazo y acerca una jeringuilla.
—No te muevas, esto no dolerá —dice. Pero si duele, cuando inyecta algo en mi brazo, duele—. Es tu rastreador.
Acaricio el lugar donde me han inyectado, Blakely viene a sentarse junto a mi y me ofrece algo de comer, acepto pues aunque no tengo hambre, no quiero arriesgarme a ir a la arena con el estómago vacío, quien sabe hasta cuando consiga alimento. Me lleva hasta una habitación donde el Avox nos espera, me siento a la mesa y me sirven un plato de estofado. Como con lentitud y doy pequeños sorbos al zumo de naranja que me han dado. Cuando termino, el joven me ofrece una taza humeante, la tomo y veo que es chocolate, le agradezco con la mirada y bebo. Es la última vez que lo disfrutare. Un rato después el aerodeslizador aterriza, hemos llegado, la escalera nos baja hasta los túneles subterráneos y nos dan indicaciones para llegar a las cámaras de lanzamiento. El corral como lo llamamos, el lugar donde guardan a los animales antes del matadero.

Las arenas son construcciones históricas, sólo son ocupadas una vez y al final de los juegos se abren como centros turísticos, donde las personas del Capitolio pueden venir y revivir lo que paso aquí, las muertes, las peleas, todo.

Me ducho y visto la ropa que han dejado para la arena. Pantalones negros, blusa de manga larga verde oscuro, cinturón marrón, una chaqueta con capucha que me llega hasta los muslos y botas de cuero.
—Parece que hará frío en la arena —comenta Blakely mientras me ayuda a ponerme la chaqueta—. El material de toda la ropa esta diseñado para mantener tu calor corporal.
—¿Un páramo helado?
—O un bosque nevado.
—Ojala sea lo segundo —digo mientras me calzo las botas. Me levanto, camino, giro, troto y brinco. La ropa y botas son cómodas, no me será tan difícil moverme. Me siento de nuevo entrelazando mis manos y mirando hacia el suelo, todo lo que viví estos últimas días viene a mi mente. La cosecha, las despedidas con Katniss y Gale, los entrenamientos, las conversaciones con Haymitch, mis encuentros con Finnick en el tejado. El beso de Finnick. Llevo una mano a mis labios y sonrió inconscientemente, creo que es lo único bueno que me ha pasado en esta semana. Suspiro pesadamente mientras dejo caer mi cabeza entre mis manos.
—¿Te sientes bien Riley? —pregunta Blakely.
Levanto la mirada y sonrío ligeramente.
—Sí.
—Déjame trenzarte el cabello, te estorbara para la salida —pide con suavidad.
Me acerco a él y le doy la espalda, comienza a separar mi cabello en mechones hasta que termina.
—Ya está.
—Gracias Blakely.
—Tengo algo para ti —dice con una sonrisa—. Extiende el brazo.
Lo hago mirándolo con curiosidad.
—Supongo que ya lo sabes, te dejan llevar algo de tu distrito en la arena —explica—. Esto no es de tu distrito, pero Haymitch lo pidió.
Rodea mi muñeca derecha y abrocha algo, es una cadena de plata con dos dijes colgando. Uno con la forma de un perro y el otro es un círculo con el número doce en él. Sonrío y lo miro.
—El dije de Can lo puso Effie, yo coloque el doce.
—Gracias Blakely, en verdad —digo mientras lo abrazo.
—Fue un placer Riley —responde.
Treinta segundos para el lanzamiento —resuena una voz metálica. Me separo y lo miro.
—Es hora —dice—. Ve por el arco.
—Lo haré —respondo con una sonrisa.
Veinte segundos.
Me coloco dentro sobre la plataforma y respiro profundamente varias veces.
Diez segundos.
El cristal del cilindro baja, Blakely alza el pulgar en señal de buena suerte, entonces la plataforma empieza a subir. Tranquilizo los nervios que siento en ese momento, debo mantener la mente en blanco.

Tributo del Distrito 12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora