Capítulo 8

9.7K 715 323
                                    

Quizás pueda parecer extraño, pero nunca había traído a nadie a casa, ni si quiera a una amiga, es por eso que estaba muy emocionada por enseñarle a Alexia mi cuarto. Pero lo más inquietante, era que deseaba con locura verla sobre mi cama, y si hablamos de besarla en ella, creo que podría volverme loca.

-Este es el salón -le indica mi padre a Alexia.

Alexia mira toda la casa, desde las figuras de madera que mamá adora como adorno en la casa, hasta los muebles y cuadros que las acompañan.

-Casandra, ¿quieres enseñarle tú la casa? Yo mientras preparo la comida, mamá vendrá en unos minutos -me dice mi padre mientras desaparece por el pasillo que da a la cocina.

Alexia me mira, y yo la miro sonriente y es que estoy muy ansiosa por llevarla a mi cuarto.

-Ven, te mostraré mi casa -digo tomando su mano.

Le enseño toda la planta baja, que incluye la cocina, el salón, un aseo y una sala de estar. Después tiro de su mano hacia las escaleras de caracol que llevan a mi habitación y a la de mis padres.

Me detengo frente a la puerta de mi habitación y miro a Alexia, que mira la puerta algo perdida.

-Ahora te enseñaré mi habitación -digo abriendo la puerta.

Ella se adentra en mi cuarto y yo cierro la puerta. Observo cómo mira el gran ventanal que ilumina toda mi habitación, luego los muebles de madera oscura, y se acerca a uno de ellos con curiosidad.

-En ese cajón guardo mis bragas -digo sonriéndole de lado.

Ella sonríe y me muestra un haz de deseo en sus ojos, yo me muestro orgullosa y prepotente ante su mirada, y eso parece ponerla nerviosa.

Entonces se dirige a mi armario y mira toda la ropa que encierra, yo aprovecho que está de espaldas a mí para acercarme a ella con sigilo.

Alexia cierra el armario y se voltea encontrándose conmigo a escasos centímetros de ella.

-¿Quién es más presumida? -digo en tono arrogante.

-Está claro que tú -dice imitando mi tono.

Cojo un mechón de su pelo castaño y jugueteo con él entre mis dedos sin dejar de mirarla.

-No creí que llegara el día en el que te tuviera en mi habitación para mí sola -murmuro acercándome a sus labios y sintiendo cómo su respiración se agita.

Llevo una de mis manos a su pierna, agradezco enormemente que lleve falda, porque puedo permitirme acariciar su piel sin ningún problema.

-Tus padres también están en la casa-murmura nerviosa.

Ignoro su comentario y sigo ascendiendo con mis dedos por su entrepierna. Ella jadea y sus labios se entreabren para tomar una bocanada de aire.

Entonces me acerco a su oído mientras detengo mis dedos sobre sus bragas.

-No te resistas, porque sé que lo deseas tanto como yo -susurro.

Cojo el lóbulo de su oreja entre mis dientes y tiro de él mientras deslizo hacia un lado sus bragas y siento el calor que emana todo su cuerpo contra el mío.

Sus mejillas arden, su corazón late sin control, y siento el infierno en su parte más íntima cuando la acaricio con suavidad.

Un gemido se escapa de su boca y se la tapa rápidamente.

-No te guardes ese precioso sonido, yo quiero escucharlo -jadeo y pego mi cuerpo al suyo.

Introduzco mis dedos en su interior y ella se aferra a mí mientras vuelve a gemir.

CASANDRA © [POR EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora