Capítulo 13

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Doy vueltas por el apartamento mientras me muerdo las uñas, camino doce pasos hacia delante, me volteo, y camino doce pasos hacia la otra dirección.

Intento asimilar lo que mis ojos han visto, intento hacerme a la idea de que tengo una nueva inquilina, y ahora intento juntar la imagen de Alexia y yo siendo vecinas.

No, no me lo imagino.

Esto no estaba en mis planes, ¿cómo ha pasado esto?, ¿cuándo ha venido Alexia aquí?, ¿por qué está aquí?

El hecho de que haya reaccionado asustándose descarta la idea de que haya venido por mí, está claro que ninguna de las dos esperábamos esto, pero es un hecho, y alguien debe dar el paso y aceptarlo.

Somos adultas después de todo, los adultos actúan con madurez, así que voy a hacer lo correcto, darle la bienvenida.

Voy hacia la puerta y la abro, me asomo mirando su entrada y veo que sigue cerrada.

Tomo aire y cierro mi puerta, voy hacia la suya y acerco mis dedos al timbre. Me detengo antes de tocarlo al notar que mi mano tiembla y mi corazón está que se desboca, sin embargo, agito la cabeza y aprieto el botón.

Espero junto a la puerta con nervios, ¿qué se supone que debo decirle?

Hola, encantada de tenerte como vecina.

Eso sería si no la conociera.

Veo que nadie abre y decido pulsar el botón otra vez. Pasan los segundos y estoy a punto de volver a mi apartamento, cuando la puerta se abre de un tirón y unos ojos verdes se clavan en los míos.

Temor y nervios es lo primero que me transmiten. Luego miro su cabello mojado, debe haberse dado una ducha de agua...¿caliente? ¡Por dios tiene el cuerpo rojo!

Ella intenta cerrar la puerta de un golpe pero yo la detengo, abro la puerta, y me percato de que tan solo lleva un albornoz y la ropa interior puesta.

-¡No te he dicho que pases! -dice cabreada.

Frunzo el ceño, para nada esperaba comenzar nuestro reencuentro discutiendo.

Pero eso ahora no me importa, mi instinto de médico me está diciendo que esta idiota tiene fiebre, así que poso mi mano sobre su frente.

-Estás ardiendo Alexia -gruño retirando mi mano -Dios, ¿te has dado una ducha caliente después de haber venido bebida?, ¿es que estás tonta?

Ella se cruza de brazos con indignación.

-Sé cuidar de mí misma, ¿vale? Ahora vete, no te he dicho que pases -insiste.

Veo cómo se tambalea hacia la isla de la cocina para apoyarse, la miro frunciendo el ceño porque es obvio que en cuestión de segundos se va a desmayar.

-Alexia, no estás bien -le advierto, pero ella apenas puede escucharme -Alexia, ¿qué demonios has bebido?

Ella mira hacia la ventana poniendo los ojos en blanco, su cara está pálida, e intercepto en ese segundo lo que va a pasar, así que me adelanto a los hechos y voy rápidamente hacia ella para tomarla justo cuando se desmaya y cae contra mis brazos.

-Joder, Alexia -gruño mirándola.

La tomo entre mis brazos y la llevo hacia su habitación, la dejo sobre la cama con cuidado y le quito el albornoz para que su cuerpo sienta frío.

Entonces voy al aseo y tomo una toalla pequeña, la meto debajo del agua fría, la escurro un poco, y la pongo sobre su frente.

Me aparto de ella visualizando un sillón junto a la cama, pero cuando la veo en ropa interior sobre las sábanas, me detengo.

CASANDRA © [POR EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora