Capítulo 36

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Después de que Alexia se fuera, mi superior me pilló intentando irme y tuve que cubrir a una compañera durante unas horas.

Tengo mala suerte, lo sé.

Son las nueve de la noche cuando consigo salir, estoy agotada, y no hace falta decir el porqué, todo se reduce a un nombre, Alexia.

Mientras resoplo, monto en mi Mercedes y me pongo contra el asiento para intentar relajarme un poco antes de conducir.

Alexia es como un tornado, como una tormenta que te agota emocionalmente, pero aún así, la amo más que a nadie. No podría imaginarme una vida sin ella, porque en el fondo, adoro sus idas y venidas, me hacen sentirme viva constantemente, así que, el hecho de que sea como un tornado que te arrastra y luego te suelta, me encanta.

Abro los ojos y sonrío.

Tengo ganas de verla, me apetece besarla hasta desgastar sus labios.

No tardo en arrancar el coche, y poner rumbo a nuestro edificio.

Cuando por fin llego, Bola se me echa encima y comienza a restregarse entre mis piernas con más cariño del normal.

Esto es extraño, Alexia siempre atiende a Bola cuando llega.

-¿Cariño? -digo dejando mi bolso en el colgador.

Frunzo el ceño al no recibir respuesta, me quito los tacones que tanto me estaban cansando, y la busco.

-¿Alexia? -abro la puerta del aseo con cuidado, pero no hay nadie.

Me dirijo a la habitación, esperando encontrarla sobre la cama en ropa interior, pero no, tampoco está.

-Parece que no ha venido aún Bola -digo tomándola en brazos.

Me pregunto a dónde fue con su padre para no haber venido ya, ni si quiera me ha llamado, ni tampoco tengo un mensaje.

-Tendremos que cenar tú y yo -digo besando a Bola -Toma, tu lata de comida gatuna -vierto la comida en su cuenco y ella no tarda en comer.

Decido sorprender a Alexia con una cena, así que abro el frigorífico y preparo unas alitas de pollo con patatas.

Cuando pongo los platos sobre la mesa, busco dos velas y las coloco en el medio, las enciendo, y me acomodo en la silla pacientemente.

Seguro que le encantará.

Mientras espero, Bola destroza uno de los cojines, y tengo que quitárselo para que deje de esparcir plumas por el salón.

Conforme pasan los minutos, la cena se va enfriando y eso me empieza a poner nerviosa, ¿y si no viene a cenar ni a dormir?

No, me habría avisado, estoy segura de que vendrá.

Veo las noticias mientras espero, al parecer los casos de violencia racial de la policía siguen en aumento, cosa que detesto, malditos imbéciles, no es justo que maten a balazos a una persona por su color de piel.

Cuando quiero darme cuenta, son las doce de la noche, y la cena ya está más que fría.

Decido llamar entonces a su móvil, pero me sale que está apagado o fuera de cobertura, así que marco el número de Ethan.

-¿Cas?

-Hola Ethan, oye, ¿sabes si Alexia vendrá a dormir? Es que no me ha avisado.

-¿Cómo?, ¿Alexia no está contigo?

Frunzo el ceño.

-No, se fue con tu padre, yo misma lo vi entrar.

Se crea un silencio entre los dos.

CASANDRA © [POR EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora