Capítulo 10

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El médico me mandó reposo hasta que considerara que podía caminar con ayuda de unas muletas. Mientras los días pasaban, yo seguía acostada en mi cama con el pie sobre un cojín y mirando por la ventana.

Papá intentaba animarme de vez en cuando, sobre todo porque su permiso se estaba agotando y pronto tendría que volver a prisión. Pero por más que lo intentaba, yo me sentía vacía por dentro, y ese vacío se había hecho más grande al haber sentido los labios de Alexia de nuevo.

Tenía clara una cosa, y es que ella era mi primer amor, y que no quería que se acabara por un par de obstáculos. No estaba dispuesta a rendirme, no cuando el vacío que siento al no tenerla es mayor que el dolor que me provocan nuestras discusiones.

Así que pasaron los días, cinco, para ser exactos, y por fin pude caminar con más facilidad. Eso significaba volver a clases, volver con Alexia, volver a besarla sin importar qué.

Y aquí estaba, sentada en mi sitio de clase, esperando su ansiada llegada.

-¡Por fin vuelves de entre los muertos! -exclama Irina con emoción -¿Te sientes mejor? ¡Tengo todos los apuntes en limpio para tí!

Se sienta a mi lado y me percato de lo avanzados que van y de todo lo que me he perdido en estos cinco días. Irina me lo enseña todo con ilusión y yo le sonrío agradeciéndole que haya hecho esto por mí.

La profesora Emma entra por la puerta y la cierra, yo miro a mi alrededor y me percato de que está todo el mundo, menos Alexia.

Frunzo el ceño cuando pasan los minutos y Alexia todavía no ha llegado, si sigue así, se perderá toda la clase.

Al final se acaba la primera hora, y la mañana sigue con el profesor Jonathan, pero a mí me dan igual esos profesores, lo único que quiero es ver a Alexia atravesando la puerta principal.

Sin embargo, eso no sucede en todo el día, y mis ilusiones se ven aplastadas al irme sin haberla visto. Esperaba poder abrazarla y decirle que lo nuestro no ha acabado sin intentarlo antes, pero debido a que no ha venido, tendré que hacerlo mañana.

Ceno con mis padres y apenas hablo, tampoco como, no tengo hambre, pero hago un esfuerzo por mi padre, que me insiste en que coma más.

La noche la paso imaginándome cómo la recibiré mañana, tengo tantas ideas, y tantas situaciones distintas en mente, que no sé cuál es la más adecuada para conseguir que sea mía de nuevo.

La imagino entrando a clase, evitando mirarme y sentándose delante, y luego me veo a mí sentándome a su lado por sorpresa y haciendo que me mire.

Porque sé que si me mira, será mía, ya que al igual que sus ojos me atrapan a mí, sé que los míos la atrapan a ella.

Lo siguiente que haré, será tomar su mano por debajo de la mesa sin dejar de mirarla, y entonces dejaré una nota entre sus dedos.

Sin darme cuenta, se ha hecho muy tarde y decido dormir, no quiero recibir a Alexia con unas ojeras mortales.

(...)

-¿Casandra? -me llama Irina -¿Hola? ¿Tierra llamando a Casandra?

Agito la cabeza y la miro sentada a mi lado, estaba concentrada mirando la puerta, y no me he percatado de que Irina estaba sentada a mi lado.

-Buenos días -le digo algo aturdida.

-¿A quién esperas? -me pregunta mirando ella también la puerta.

No puedo responder porque el profesor Jonathan entra en clase, y de nuevo, estamos todos, menos Alexia.

¡Alexia! ¡¿Dónde estás?!

CASANDRA © [POR EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora