Capítulo 23

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-¡Me sigues dando asco, joder! ¡¿Por qué has dejado que te folle una tía?!

Me golpea.

Me vuelve a golpear.

Caigo al suelo y me cubro con las manos mientras él intenta quitarlas de mi cara.

Coge mi cara en un movimiento brusco y clava su mirada llena de asco en mí.

-Estás sucia -murmura.

Vuelve a golpearme en la cara y me doy contra la pared.

11:20 a.m

Me quedo en la cama.

No puedo moverme.

Me duele todo el cuerpo.

Llevo días sin ir al trabajo, Tania piensa que finalmente me he ido a Madrid, pero estoy aquí, echa un asco, llena de heridas y moratones.

No sé cuántos días han pasado. Creo que una semana.

Una semana infernal.

He pensado en intentar matarme. Pero ni si quiera puedo hacerlo, Ian me ha tenido en la habitación atada en la cama con las esposas, solo me las ha quitado para ducharme, hacer mis necesidades y comer.

Nada más.

Llevo días soportando sus rabietas, sus cambios de humor, sus gruñidos, sus golpes, sus miradas, sus palabras de asco.

Y lo peor, que me viole.

Doy asco.

Yo misma me doy asco.

Seguro que a Alexia le doy asco.

Ella ha sido lo único que me ha mantenido con fuerzas, tengo la esperanza de que aparezca en cualquier momento y me saque de aquí.

Pero parece que hoy tampoco va a ser ese día, porque la puerta se abre e Ian me mira.

-Va a venir Sam, quiero que te vistas y te maquilles -gruñe y se acerca para quitarme las esposas -Como se te ocurra hacer alguna tontería, te juro que el castigo va a ser peor.

Trago saliva y asiento con la cabeza sin decir nada.

Siento mis manos libres y me levanto con cuidado de la cama por todos los moratones que tengo en el cuerpo, sospecho que donde más tengo es en la cara y en la espalda, tampoco he podido mirarme en un espejo, él no me ha dejado.

Hoy va a ser la primera vez que me vea. Tengo miedo.

Entro al aseo con la mirada clavada en el suelo, me meto en la ducha y tardo muy poco en salir de ella.

Me lío un albornoz y trago saliva cuando me paro frente al espejo.

Elevo la mirada de mis pies a la chica que se refleja en el cristal.

Me llevo la mano a la boca ahogando un grito de angustia cuando me veo. Aparto la mirada de es atrocidad y comienzo a llorar tirándome al suelo y abrazándome contra la pared.

Mi cara es un espanto. Soy un espanto. Sam no puede verme así. Nadie puede. Dudo que con maquillaje esto se cubra.

La puerta se abre de golpe e Ian me mira frunciendo el ceño.

CASANDRA © [POR EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora