De regreso

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Ronja se encontraba preocupada por su hermano, pues ya había pasado casi medio día pero el chico en toda la mañana no había pronunciado ni media palabra, y se veía muy serio.

-¡Ya estoy harta! ¿Que demonios es lo que te pasa? ¡No has dicho nada en todo este tiempo! ¿Si no querías venir a la Cueva del Oso conmigo lo entiendo pero esto ya es suficiente Birk!

El pelirrojo se sobresaltó ante los gritos de Ronja, ambos se encontraban sentados en la gran roca a la orilla del lago. Ronja ya se había puesto de pie, tenía las manos en puños y las pupilas dilatadas.

-Hermana mía, no te preocupes estoy bien, sólo que, estoy un poco cansado.

Ronja se tranquilizó un poco cuando vio que el chico estaba totalmente calmado.

-Si quieres podemos ir a la cueva, a que descanses un poco, no creas que no me di cuenta de que apenas dormiste.

El chico asintió, ambos se dirigieron a la cueva, cuando llegaron Birk estaba decidido a recuperar el tiempo que no descanso y se dedicó a dormir, Ronja preparaba cosas para regresar al castillo al día siguiente, ella no sabia que le sucedía a su hermano pero ya no quería estar con el de ese modo y haría lo posible por que él estuviera feliz.

Cuando el pelirrojo por fin despertó noto que todas las cosas, tanto las de él como las de la chica estaban guardados en sacos y toda la cueva ordenada. Era todavía madrugada su hermana dormía a su lado como siempre por lo que decidió seguir durmiendo recordando preguntar qué ocurría, por la mañana.

-¡Birk!, ¡No!

Un grito se escuchó en toda la cueva, este despertó al pelirrojo, Ronja estaba sentada con las pupilas dilatadas y sudando.

-¿Que ocurre?

-¡Birk¡ Estas aquí.

-Si aquí estoy y tu me despertaste.

-Yo- Yo lo siento, creo que tuve un mal sueño, pero no es nada, de todas formas ya es de día.

-Cierto, ¿Que ocurre? ¿Por que nuestras cosas están en sacos?

-Ah, es verdad, hoy regresamos al castillo.

Ronja sin decir una palabra más partió dejando mudo a Birk quien imitó la acción de su compañera.

Mientras caminaban Ronja tarareaba el muy conocido silbido de Birk y de repente se escucharon voces familiares para los dos chicos.

-¿Crees que los volvamos a ver?

-Espero que si hijos de bandoleros o no son muy buenas personas.

Ronja no pudo ocultar su emoción.

¡Mía, Corin!

Los cuatro chicos se miraban con emoción en los rostros, era evidente que estaban felices de volver a verse.

-Crei que nunca más los veriamos y ahora miren a quienes tenemos enfrente.

-Creo que tendremos que contarles todo si queremos seguir manteniendo esta amistad. Era algo lógico por parte de Ronja.

- Si pero ahora llevamos un poco de prisa que tal si nos vemos aquí mañana al medio día.

- Esta bien nos vemos.

Los cuatro chicos se fueron,  cada par por su camino hasta que  al fin Ronja y Birk llegaron al castillo.

Quería subir capítulo antes de que acabara el año y  ahí esta les deseo feliz  año a todos y gracias por seguír mi historia

Ronja la hija del bandolero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora