Parte 29

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Volví al piso andando, la lluvia no amainó, si no que se intensificó. Todavía no podía creerlo y eso me hacía vivir en un constante estado de shock que sólo me recordaba lo ridícula que debí verme diciéndole a un tío que ni siquiera conozco que amo a Alex. ¿Cómo pude ser tan imbécil? Estaba claro qué era lo que ese tío quería, sólo liarse con tías como la tal Tiny y luego dejarlas tiradas. Me repugna. 

Las cajas de la habitación de Alex ya no se encontraban allí. La puerta estaba abierta. Eso destruyó por completo cualquier atisbo de esperanza que quedara, porque sí, la había.

Alex me hizo sentir cosas increíbles sin ni si quiera tocarme y eso jamás ningún otro hombre podrá hacerlo. 

Me sorprendió encontrar una tableta de chocolate con Oreo encima de la encimera de la cocina y me quedé ahí llorando, con todos los recuerdos que se habían creado. He, reído, bailado... Todo con él. ¿Y qué ha hecho él? Irse.

 La última mañana en el gimnasio ni si quiera lo confirmó, sólo me regañó por haber entrado a su habitación cuando la puerta estaba cerrada lo que significaba que no debía hacerlo, al menos no sin antes llamar. Y ahora mira, abierta de par en par esperando el humilde recibimiento de alguien con corazón. 

Debió darme una mísera razón... Lloro.

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*SEIS MESES DESPUÉS*

El despertador suena a las 9:30 a.m. Esta vez me toca un turno algo más largo en el gimnasio, hasta las 3:30 p.m. Quizás coma en algún restaurante del centro comercial de enfrente.

Donde trabajo no hay descansos, es decir el gimnasio no cierra, supongo que hay personas a las que les gusta quemar la comida nada más haberla ingerido porque otra explicación lógica no le veo.

Me preparo mentalmente para el día que me espera y me pongo unos vaqueros con rotos en las piernas negros y una camiseta gris básica con un bolsillito bastante mono en la parte del pecho derecho. Converse negras y chupa de cuero del mismo tono. En el pelo... ¿Qué mas da? Suelto y sin peinar, como siempre.

Voy hacia la cocina y veo que Charlotte ya se ha preparado su bol vegano lleno de fruta y semillitas de esas que tanto le gustan. Ella me ha enseñado a respetar a los animales y al medio ambiente,  desde entonces como muchísima menos carne y productos derivados de animales. Me siento bien conmigo misma pero aún no estoy preparada para hacerme completamente vegana. Poco a poco...

-¡Buenos días Ruth! ¿Qué tal has dormido?- Charlotte es una chica muy efusiva, cuando puse el anuncio en Internet sobre el alquiler de la habitación que él dejó, me escribió a las dos horas y con muchas exclamaciones e interrogaciones. Fue como hablar con alguien hiperactivo o que está gritando, aunque supongo que eso sería más bien con mayúsculas... 

-Bien Charlotte, ¿y tú qué tal?- Aunque ya sabía la respuesta porque siempre era la misma, le preguntaba. Se había convertido en una especie de rutina y aunque yo durmiera como el culo y le dijera de todo gracias a mi carácter mañanero que es incluso más borde que durante el día, ella siempre se encontraba igual...

-Oh, ¡fantásticamente bien!- Se ríe. A veces pienso que durante la noche se fuma algo y amanece así, luego entro a su habitación, me aseguro que no es culpa de droga y me tranquilizo. 

-Tengo que irme, llegaré tarde. ¡Me llevo una tostada!- Charlotte tiene muchísimas cosas buenas y una de ellas definitivamente es su exquisita comida. 

-¡Vale! ¡Recuerda que me voy con Dave a comer!- Lo había olvidado, hoy come con su novio, bueno más comida para mi, ya ves tú.

Una vez Charlotte me invitó a comer con Dave y con ella y fue creo que la peor decisión de mi vida. Bueno la verdad es que no pero el caso, jamás he visto una pareja tan sumamente pegajosa. Ambos son simpáticos, me caen bien, pero cuando se juntan es como si un algodón de azúcar se pegara en un chicle y jamás se pudieran separar, es algo que sí que me pone enferma.

Caminando hacia el gimnasio hago la ruta que Alex me obligaba a recorrer corriendo. Recordarlo aún hace que me duela el pecho. Han pasado ya seis meses desde que se fue sin decirme ni una palabra. No se ha puesto en contacto conmigo en ningún momento. Su Whatsapp no funciona, o quizás el nuevo dueño del teléfono me tenga bloqueada, incluso me creería que él lo hace. 

Pasé noches y noches llorando sola en mi habitación, mi madre, mi padre y  Almu vinieron infinitas veces a traerme comida y a hacerme la compra semanal puesto que si por mi fuera no comería absolutamente nada. Parecía mentira haberle cogido tantísimo cariño siendo que nos llevábamos como el perro y el gato. Sonrío. 

Ah, Rena está fenomenal, cuando pasé aquellas noches y aquellos días tan malos me hizo muchísima compañía, yo no comía apenas pero me aseguraba de que ella sí lo hiciera. Se subía a mi cama y se tumbada en mi tripa, la acariciaba hasta tranquilizarme y dormirme, al menos durante unas horas.

Fueron unos meses difíciles para mi, a veces paso por el lugar en el que aún hacen peleas ilegales y me debato internamente en entrar o no. Al final acabo volviendo al piso llorando porque sí, Almark se trataba de Alex, aún duele.

Lo vi en un reportaje de la universidad, Shana me indicó que ese era el tal Almark que estaba buenísimo y que todas las tías querían estar con él y me sentí fatal, horrible y utilizada. Pero pienso que si Alex volviera y se presentara en mi piso, le daría cobijo sin dudarlo. De nuevo ese dolor en el pecho...

Tendrá que ser así.Where stories live. Discover now