Capítulo 26

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[Haru]

Tras el fuerte golpe me dolía todo. Me llevaron al calabozo sin que pudiese hacer nada. Allí me encerraron junto a otro chico. Estaríamos encerrados hasta que llegase el rey y decidiese nuestro final.

Al chocar conmigo me habían producido varias heridas que no había podido curar y que estaban infectándose. Algunas eran sólo unos rasguños, pero otra había provocado en mi brazo un profundo corte que había sangrado mucho.

Los primeros días habían sido muy duros. El otro chico me ayudó a tapar la herida con un trozo de mi capa. Así evitaríamos que me desangrase.

Tras casi una semana encerrados habíamos comenzado a hablar y ya conocía parte de su historia. Ya llevaba más semanas encerrado y estaba encontrándose cada vez más débil.

Su nombre era Afuko, y había sido encerrado por "buscar el bien para su familia". Había traicionado al grupo que había partido desde Ichi, siendo un enviado del rey. Sin embargo, después el rey le había encerrado.

Según Afuko, había mucha más gente implicada en la traición, y gente que tenía mucha más importancia en el grupo.

—¿Conociste a Mori? Estoy seguro de que ella tenía unas intenciones leales y honestas.

—Apenas me relacioné con ellos. Simplemente, no eran de mi agrado, ¿sabes? Estaba ahí por el dinero que me habían prometido. Pero, si salgo de esta, lo pagarán caro.

—Tienes una familia que proteger. Y ese era tu único objetivo, igual que el mío al entrar aquí. Puedo entenderte. Si salimos de aquí, te ayudaré.

Los días habían pasado y habíamos tenido que sobrevivir con la poca comida que nos daban. Si un día traían comida, al día siguiente lo mejor era no esperar nada. Algunas veces se escuchaban las quejas de otros encarcelados.

Cada noche uno dormía en el colchón que había en la celda y el otro se quedaba en el suelo.

Hoy nos había despertado una horrible melodía que debía escucharse por todo el castillo. El sonido de trompetas descompasadas preparando lo que era el regreso del rey nos anunciaba nuestro cercano final.

La tensión se había apoderado de mí. No había logrado articular palabra en todo el día hasta que algo me sobresaltó. De la nada comenzamos a escuchar golpes en la pared. Eran fuertes, no paraban y la pared estaba comenzando a romperse.

Estaba aterrorizado. Gotas de sudor recorrían mi frente mientras intentaba alejarme todo lo que podía de la pared. No podía apartar la vista de esas grietas que se estaban formando.

Por un momento el golpeo cesó, aunque poco después fue retomado. Cuando la pared estaba casi hecha añicos, paró de nuevo. La pared se derrumbó y tras el polvo y los escombros se podían ver dos figuras.

—¡Ja! ¡Lo tenemos! —gritaba una voz que me resultaba familiar.

Cuando el polvo desapareció pude ver a Nemu y a Hana.

—¡Haru!

Hana vino hacia mí y me abrazó. Nemu esperó a que Hana se apartase para saludarme.

—Ya te dije que esta vieja seguía en forma.

—¿Estás bien? He traído todo lo que tenía.

Hana comenzó a curar mis heridas. Había traído un bolso con muchas medicinas. Tras curar todos los rasguños que tenía se acercó a ver el estado de Afuko. Aunque no me había dicho nada también tenía algunas heridas que parecían graves. Su cuerpo era prácticamente sólo hueso y entendía que estuviese tan débil.

—Tomad.

Nemu sacó del vestido unas frutas y chocolate que nos dio a ambos para que comiésemos. Después de los días que llevaba encerrado, la comida me sabía a gloria.

—Mori ha llegado a la ciudad. La gran batalla está a punto de tener lugar, pero no creo que Mori se encargue de ello. Ve y cuida de ella, el rey está preparando una trampa.

—¿Dónde está?

—Ya os he ayudado mucho. Tu corazón te guiará hasta el lugar si estás preparado para ello —decía Nemu mientras se acercaba a Haru y le tocaba el pecho en la zona en la que se encontraba el corazón.

—Antes estaba en la entrada del pueblo. Las tropas del rey estaban a punto de llegar. ¿Estás seguro de poder ir? Pareces muy débil.

—Tengo que hacerlo. Si hay una forma de acabar con el rey, pasa por las manos de Mori.

Salí corriendo del calabozo y fui atravesando las salas del castillo en busca de la salida. Ya no tenía el mapa y no sabía cómo regresar, pues me habían quitado todo.

Me dirigí a la entrada del pueblo como me había dicho Hana.

Al llegar vi una terrible escena. Había cuerpos ensangrentados por el suelo, algunos todavía estaban combatiendo y la batalla no parecía parar.

No lograba ver a Mori en la escena y además no podía defenderme de ninguna manera.

—¿Mori? —grité intentando encontrarla.

Nadie contestaba. Tuve que gritarlo varias veces más hasta que finalmente alguien contestó.

—Ha ido al castillo en busca del rey.

Una chica de pelo añil que se encontraba luchando había contestado. Parecía en serios apuros, y aunque tenía que ir a ayudar a Mori no podía dejarle así.

Agarré una espada que había en el suelo y fui directo hacia donde se encontraba la chica. Había caído y el soldado iba a golpear con su espada, pero pude repeler el golpe con mi arma.

Me arrepentí al instante, pues el guardia era mucho más grande que yo, de hecho, no parecía ni un humano.

Tras varios intentos por golpearnos, finalmente logramos dejarle en el suelo. No le habíamos matado, pero al menos le habíamos dejado inconsciente.

—Encantada, soy Kasumi —se presentó la joven—. Gracias por ayudarme. Yo me encargo de esto, ve a buscar a Mori.

Hice caso a sus palabras y fui corriendo hacia el castillo aún con la espada que había recogido.

Las puertas del castillo ya estaban abiertas. Ichi estaba sumida en un completo caos. Aunque era difícil, aún recordaba algo de los planos del castillo y podía ir hacia el lugar en el que se escondería el rey. Si Mori estaba en el castillo, estaba allí.

Fui corriendo lo más rápido que pude hasta la torre. La puerta había sido bloqueada por dentro. Estuve intentando tumbar la puerta abajo, pero no lo lograba.

Un guardia llegó a atacarme. Con algo de suerte esquivé su espadazo. Estaba atrapado contra la puerta y la única forma de sobrevivir era acabar con él.

—¡No me detendréis una vez más!

Intentó golpearme de nuevo y tuve que poner mi espada para defenderme. Tiré su espada al suelo y tras tenerle indefenso salió corriendo.

Me apresuré por entrar a la torre rompiendo la puerta. Iba a entrar cuando una voz por detrás de mí me detuvo.

La reina estaba allí. Se podían apreciar los efectos del embarazo en su cuerpo. Lucía un vestido mucho más amplio de los que acostumbraba a llevar.

—Esto es inútil. Buscaremos venganza. Si creéis que tras esto llega el final, aún queda mucho —decía calmada y serena—. Por cierto, esto es tuyo. Nos veremos de nuevo.

Lanzó al suelo la espada que me había dado Nemu y desapareció de la sala. Simplemente se fue con un lento caminar.

Me acerqué a por la espada y comencé a subir las escaleras de la torre. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar las carcajadas del rey.

Guardián del bosque [GdB 1] || [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora