Capítulo 1 - La ira del bosque

230 23 25
                                    


Una flecha. Era la única que me quedaba de todas las que me había traído para cazar. Necesitaba coger la suficiente comida para poder ocultarme nuevamente en lo profundo del bosque. Desde que tenía memoria siempre había vivido allí. No conocía a mi familia, por eso me consideraba hija del bosque.

Justo en frente apareció un pequeño conejo que podría ser mi próxima presa, pero era demasiado pequeño. Era mejor esperar a encontrar otro animal, o si no, podía reservar la flecha. Ya había cogido algunas frutas de las ramas más altas de los árboles, las cuales eran las mejores que se podían encontrar, y todavía tenía algo de carne de la última vez que había salido en busca de comida. Podría aguantar hasta la próxima vez que pudiese salir a obtener más recursos.

Los tiempos cada vez parecían más difíciles, o al menos eso era lo que podía escuchar a la gente que pasaba por el camino del bosque para llegar a la ciudad. La gente se estaba quedando sin sus casas por culpa de los altos impuestos y el rey cada vez tenía al pueblo más en su contra.

Si nada lo evitaba, pronto una guerra comenzaría en las tierras de Nosaki. En el bosque seguiría a salvo, pues casi nadie visitaba la zona frondosa en la que estaba. Era una zona cálida y con poca lluvia, por lo que mi vida era bastante sencilla excepto en las épocas de hibernación. Era entonces cuando mi supervivencia se volvía más dura. No era posible cazar una gran cantidad de animales, y tampoco podía recolectar fruta.

Aun así, había logrado sobrevivir durante 20 años, y cada vez era más autosuficiente. Mientras me giraba, el conejo escapaba y se ocultaba entre los arbustos más cercanos.

Comencé a escuchar ruidos en la lejanía. Tenía que irme rápido y ocultarme en mi cueva para que nadie me descubriese, así que comencé a correr intentando no golpear ninguna rama o pisar algo que pudiese hacer ruido. Coloqué el arco en mi hombro para tener las manos libres y estar lista para cualquier cosa que pudiese suceder.

En escasos cinco minutos ya había llegado a la entrada a la cueva, la cual era de difícil acceso. Primero tenía que atravesar una grieta de la pared de la montaña y después de eso debía continuar por el túnel al que esta llevaba, hasta que finalmente llegase a la cueva. Dentro no tenía muchas comodidades pues había aprendido a vivir en armonía con la naturaleza desde muy joven, y ahora ya no necesitaba casi nada que no proviniese de ella para poder vivir.

Un rato más tarde comenzó a llover. Todavía no me terminaba de acostumbrar a la lluvia, porque en todos mis años habitando allí aún no había llovido en más de 20 ocasiones. Era algo difícil de ver que siempre me sorprendía. Aunque, en esas ocasiones, el bosque se volvía precioso.

El agua que caía mantenía el ambiente fresco, y las plantas florecían más verdes de lo que ya eran cuando no caía agua. Era asombroso poder apreciar la belleza de estas tierras, pero era una pena que casi nadie supiese de su existencia.

Desde mi cueva tampoco podía ver la lluvia, o sentirla, excepto por las pequeñas gotas que se colaban a través de las paredes de mi hogar. Las gotas significaban que el agua se estaba filtrando a través de la montaña, y eso significaba que el agua debería caer con mucha fuerza.

Quizás era bueno aprovechar para recoger algo de agua sin tener que caminar muy lejos, así que tomé el cubo de madera que tenía en casa y me dispuse a caminar hacia el exterior de la grieta.

Al salir, comencé a escuchar a varias personas hablando. Me oculté lo mejor que pude para tratar de escuchar lo que decían sin ser vista.

—Con esta lluvia todos los animales están escondidos, será mejor irse ya y volver a venir a cazar otro día.

Guardián del bosque [GdB 1] || [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora