Capítulo 25

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[Hana]

Habían pasado muchos días desde la última vez que había visto a Haru. Si ya había entrado en el castillo, me preocupaba saber qué podía haber pasado con él.

Salí a recoger las noticias. Si había sucedido algo, aparecería en el periódico.

"Gran recepción al rey". El periódico abría con la noticia del regreso del rey. Hoy era el día esperado para su regreso a Ichi junto a las nuevas tropas, y antes tenía que arreglar cualquier problema que hubiese tenido Haru.

Fui a su casa a buscarle. Si no había ido aún a rescatar a Shita, era el mejor momento de intentarlo. Con la gente agitada y la guardia fuera del castillo, las posibilidades de éxito eran muy altas.

Al llegar llamé a la puerta. Lo intenté varias veces, pero no obtuve ninguna respuesta, tan solo el silencio. Observé desde la ventana y pude ver como la casa estaba vacía.

Esperé un rato. Quizás Haru había salido y aún no había regresado. Finalmente, no pude esperar más y decidí entrar a la fuerza. Golpeé fuertemente la puerta, hasta que logré abrirla.

—¿Haru?

Mi pregunta era algo tonta, ya que no se le veía y tampoco había atendido a la puerta. Comencé a buscar el plano que había mencionado. Si había entrado al castillo se lo habría llevado con él.

Empecé a buscar por todas partes. La casa estaba patas arriba pero no había ningún rastro del mapa. Decidí marcharme y empezar con el plan.

Salí dejando la puerta de manera que pareciese cerrada, aunque se veía claramente que la había destrozado. La ciudad había sido decorada con banderillas, y se había improvisado un bello altar en la plaza.

Al llegar a casa me encontré una carta. Era de Mori, y contaba muchas novedades sobre lo que había sucedido. Me alegraba saber que las medicinas habían sido útiles, y era una gran noticia saber que era la líder.

Comencé a preparar algunas medicinas más. No sabía si Haru y Shita estarían en perfectas condiciones.

Busqué todos los frascos que tenía para ver si eran útiles. Molí algunos ingredientes y preparé ungüentos que aliviaban el dolor. Trabajé a contrarreloj y acabé con casi todas las existencias de las que disponía, pero logré terminar de prepararlo todo en tiempo récord.

Comencé a escuchar el ruido de trompetas y tambores. Salí de casa con un bolso cargado de diferentes medicinas. En la plaza estaba comenzando a prepararse la ceremonia de recibimiento.

La gente estaba comenzando a acercarse al lugar, aunque no lograba entenderlo. Si todos estaban en contra del rey, celebrar su llegada carecía de coherencia.

Yo me dirigía al castillo sin saber muy bien qué hacer allí.

Cuando estaba muy cerca del castillo, comencé a escuchar gritos en la entrada de la ciudad. No parecía ser la tropa del rey. Aunque no tenía tiempo que perder, decidí acercarme a ver qué sucedía.

Cuanto más cerca estaba más alto se escuchaba el alboroto. La música había dejado de sonar.

Un grupo de gente armada había entrado en Ichi. Algunos tenían armaduras, y otros iban al descubierto. Sus caras me resultaban familiares.

—¡Hana! – dijo alguien desde el grupo.

Una figura vestida de celeste y con un casco de metal vino hacia mí y se lanzó a abrazarme.

—¡Cuánto os he echado de menos! ¿Estáis todos bien?

Era la voz de Mori. Habían regresado justo a tiempo.

—Creo que Haru está en el castillo. Voy a rescatarle.

—El rey está a punto de llegar, date prisa. Intentaremos detenerle antes de que todo se vuelva imposible, pero no sé si podremos. Sus nuevos guardias son extremadamente fuertes.

—Debes intentarlo. Yo confío en ti.

—¡Mori! ¡Se les ve a lo lejos! —aseguraba uno de los miembros del grupo.

—Tengo que dejarte. Espero verte de nuevo.

Mori fue corriendo de nuevo hacia el grupo y yo tomé el camino hacia el castillo. Todos debían ponerse a salvo si querían salir ilesos de esto.

Encontré una anciana mirando la escena. Fui hacia ella.

—Debes ir a casa. Esto va a ser peligroso.

—Jovencita, vamos al castillo. Tienes que entrar a rescatar a tu amigo, ¿no?

Sin darme tiempo a contestar comenzó a andar en dirección al castillo. ¿Como podía saberlo?

La anciana caminaba ayudada por un viejo bastón, pero iba a un paso rápido. Cuando llegamos a la entrada del castillo llamó a la puerta.

—¡No nos van a dejar entrar! Teníamos que encontrar la manera de entrar sin llamar la atención —regañé a la mujer. Comenzaba a estar muy nerviosa.

—¿No crees en una pobre anciana?

Ante mi mirada de incredulidad un guardia abrió la puerta.

—Joven, ¿podríamos pasar?

—Siento negaros la entrada, pero actualmente estamos llevando a cabo los preparativos para la llegada del rey.

—Oh, lo entiendo.

Cada vez entendía menos a esta mujer. Todo lo que estaba sucediendo era muy raro.

De repente cogió el bastón y golpeó en la cabeza al guardia.

—¡Toma esa! —decía entre risas—. Vamos, corre.

La anciana tiró el bastón, tomó mi mano y comenzó a correr.

—¡Eso ha sido alucinante! —logré decir mientras corría. Esta señora era maravillosa.

Me costaba poder seguir su ritmo, avanzaba tan rápido que sólo podía ir junto a ella gracias a que me había agarrado por la mano.

—¡Izquierda, derecha, y derecha de nuevo!

Parecía que tenía muy claro dónde estaba el lugar que estábamos buscando. Pese a ser tan desconcertante, era uno de los momentos más divertidos que había experimentado en los últimos meses.

Cuando llegamos a una sala que parecía no tener salida, se acercó a una de las armaduras que había colocadas. Quitó la maza que tenía entre sus manos y un pasadizo se comenzó a abrir.

—¡Nemu ha vuelto! —gritó mientras se deslizaba al pasadizo.

Fui corriendo tras ella y vi que nos encontrábamos en un raro pasillo que no llevaba a ningún sitio.

—¿Qué hacemos aquí, Nemu?

Nemu se acercó a la pared y fue andando lentamente desde el principio hasta el final del pasillo. Tras varias vueltas por el pasillo, finalmente se situó frente a la pared en un lugar concreto.

—¡Aquí es! ¡Vamos a comenzar!

Comenzó a golpear fuertemente la pared con la maza en sus manos. No dejaba de golpear la pared en el mismo punto y no parecía cansarse.

—¡Así es como se trabaja de verdad! ¿Quieres ayudar? —dijo tendiéndome la maza.

Tomé la maza y también yo comencé a golpear. Con cada golpe la pared parecía fracturarse más y más. Cuando la pared estaba a punto de romperse Nemu me ordenó parar.

—Ya no nos hace falta esto. De una patada cae, jovencita.

Con su mano me indicó que fuese yo quien pegase la patada, así que me preparé para asestar el golpe definitivo.


Guardián del bosque [GdB 1] || [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora