Capítulo 9

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[Mori]

Desperté en la cama exactamente como me había quedado dormida. La otra parte de la cama parecía no haber sido deshecha. ¿Acaso Afuko no habría llegado a dormir? La primera luz del día entraba por la ventana, aunque todavía era muy tenue. Me sorprendía el hecho de que la cama siguiera así, por lo que me levanté de ella con la intención de descubrir qué había sucedido.

En una mesa vi a Afuko sentado, junto a varios mapas y planos. Me acerqué a él y vi como sus ojos estaban algo rojos. Lo primero en lo que me fijé fue en sus grandes ojeras. Sobre los planos había muchos garabatos que al menos yo no entendía, aunque él parecía entender muy bien lo que estaba haciendo. En los mapas, apenas podía encontrar el lugar en el que estábamos, marcado con un gran círculo rojo.

Tan solo pude saber dónde estaba Ichi ya que había logrado encontrar mi hogar, mi querido bosque, que seguía intacto en los mapas. Afuko parecía estar muy cansado, hasta el punto de que su pulso ya temblaba bastante. Parecía muy nervioso. Intenté hablarle esperando averiguar por qué trabajaba tanto sin descansar.

—¿Afuko? —dije intentando sonar amigable. Era la primera vez que hablaba con él.

—Necesito silencio, no puedo trabajar con tanto ruido —apuntó con un tono duro y seco.

Pese a haber intentado ser lo más amable que podía ser, él no había mostrado un trato nada correcto. No iba a quedarme a esperar a que terminase, prefería aprovechar el tiempo para hacer algo mejor. No ganaba nada esperando, así que salí de la habitación y me fui directa al exterior del hostal.

No habían dado ningún aviso importante para hoy, así que exploraría el pueblo en busca de víveres que pudiera llevar ocultos. Cualquier cosa fácil de robar, pequeña, y que me pudiese servir sería de mucha ayuda. E incluso cualquier cosa que pudiese ser utilizada como arma me podría ser de mucha ayuda ahora que me habían quitado mi daga.

El pueblo todavía estaba dormido, ya que pese a ser de día aún era algo temprano. No parecía ser un lugar con mucha actividad, y el pueblo, que se sustentaba gracias a la minería en las cuevas de la montaña, no parecía ser muy activo en las horas tempranas. Al necesitar luz artificial, esperaban a las horas de menos luz para no desaprovechar recursos. Utilizaban el propio carbón que obtenían para algunos de estos métodos de iluminación, aunque gran parte de los recursos que conseguían eran después vendidos como minerales valiosos a ciudades lejanas, algunas incluso en otros reinos. Era un pueblo muy pequeño, aunque parecía ser bastante rico e ideal para vivir.

No quería llamar mucho la atención, pues no tenía que ser descubierta, por lo que todas mis acciones eran bastante cuidadosas. Mis ideas eran más que claras, no causar ningún problema que desatase algo grave.

Me acerqué a la zona del mercado en busca de algo interesante con lo que me pudiese beneficiar. Todavía no estaban todos los puestos del mercado colocados, y casi ninguno había abierto, por lo que era mejor esperar e ir a otro lugar mientras terminaban de prepararlo. Cuanta más gente hubiese, más fácil sería poder tomar algo prestado de las personas que aquí vivían.

Tampoco podía salir del pueblo sola, no eran zonas muy seguras y aunque sabía valerme por mí misma de sobra, no quería arriesgarme. Pronto, vi a Toku entrando en un pequeño callejón, por lo que decidí acercarme disimuladamente y permanecer oculta para intentar enterarme de lo que estaba sucediendo allí.

Se encontraba hablando con un hombre de cabellos color azabache, ojos grisáceos y con una capa también negra. En una de las mejillas tenía una cicatriz, que debía haber sido una grave herida en algún momento del pasado. Lo único que pude escuchar de la conversación fueron unas palabras de Toku, que pedía al otro hombre que avisase de que todo estaba saliendo como habían esperado y estaban logrando seguir los planes.

Guardián del bosque [GdB 1] || [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora