Especial aniversario.

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Los infantes corrían por la arena humedecida de la playa buscando refugiarse de la lluvia, la cual había comenzado a caer de forma tan repentina y sin previo aviso. Al parecer, el pronóstico que había prometido un sol abrasante había fallado. Afortunadamente, la casa que habían rentado para organizar el evento no se encontraba demasiado lejos.

-¿Qué haremos ahora? ¿tendremos que posponer la boda?-Se oía desde un cuarto la voz femenina de su abuela, cosa que hizo que los niños abrieran sus ojos cerúleos de par en par, se habían levantado tan temprano y habían soportado a todas las personas yendo y viniendo, arreglando esto y aquello. Se podía decir que estaban hartos.

-Esperé seis años para este momento, no voy a soportar ni un día más.-La figura de su padre emergió de aquella habitación casi vacía excepto por un par de maletas y bolsas de ropa impecable.

Vestía un traje oscuro, con una corbata de color cielo, casi tan similar al color de los ojos de su prometido. Sus rizos ni siquiera esta vez, por más especial que fuera la ocasión, se hallaban acomodados.

Caminó hasta el gran salón, donde todos los invitados esperaban sentados. Había rostros conocidos y un par de figuras que apenas recordaba de su infancia, también, a un lado de la sala se hallaba el sacerdote.  Ashton no era demasiado religioso, pero sabía que su compañero si lo era, quien se había criado bajo el cristianismo y había insistido en una pequeña ceremonia matrimonial de este estilo.

El silencio enseguida se hizo presente cuando el rizado hizo su aparición, y solamente bastó un movimiento afirmativo de su cabeza para que se acomodaran todos y una melodía comenzara a sonar. No era la típica marcha nupcial, sino una canción que había sido compuesta especialmente por sus mejores amigos para ellos. Los nervios se presentaban como cosquillas en su cuerpo. Si hace siente años alguien le hubiera dicho que se iba a casar con el rubio que era uno de sus mejores amigos no lo había creído, pero en este momento estaba totalmente seguro de cada cosa que se  presentaba en su camino, y una de ellas era unirse con el muchacho del que se había enamorado años atrás.

No pasaron ni diez minutos desde que se había situado en el altar para que la canción comenzara de nuevo.

Sus dos mejores amigos fueron los primeros en aparecer, deslumbraban de felicidad ambos debido a su reciente compromiso y el primer cumpleaños de su adorada hija que no había sido hace mucho. Al legar al altar se situaron uno de cada lado, ya que habían sido elegidos como padrino de bodas por parte de ambos lados de la pareja.

Enseguida al cortejo se le sumó la figura del niño de seis años, que aún tenía el cabello húmedo por la lluvia que lo había sorprendido, las alianzas estaban en sus manos, y detrás de él venía su hermana, con una canasta llena de pétalos de flores, que iba dejando caer a medida que caminaban. Era demasiado cliché, pero todo el mundo sabía que a Luke le gustaba así.

Allí estaba él, con su alta figura y sus mechones dorados. A sus veinticinco años aún seguía luciendo tan vivo y lleno de alegría como siempre. El traje era igual, sin embargo la corbata era diferente, un color naranja lo decoraba, pero no era un naranja chillón, sino un naranja suave. 

"Absolutamente hermoso." Eso era lo único que figuraba en la mente del mayor, ahora toda su atención se enfocaba en su chico, no importaba si hubiera cincuenta personas o un millón, al único que iba a estar viendo era a su amado, de quién seguía enamorado como la primera vez.

Desde ese momento todo pasó demasiado rápido, su llegada, las palabras del sacerdote y la entrega de alianzas, los votos eran palabras que se habían repetido una y otra vez, en noches que parecían infinitas bajo el cielo nocturno, solo la luna era testigo de esas palabras.

Se amaban tanto, el beso que sellaba su unión lo demostraba, y ya fuere que hubiese sol o tormenta, nada iba a interponerse. 

-Miren, un arcoíris.-Señaló una voz infantil que provocó que todos los invitados voltearan su mirada hacia el gran ventanal detrás del sacerdote.

Estaban tan distraídos viendo el espectro de colores que nadie había notado las lagrimas de alegría que caían en medio de ese beso que parecía no terminar, y tampoco el abultamiento en el vientre del menor, pero eso es una historia para otro día.


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Dos años desde que escribí el epílogo, y aquí estoy, teniendo un ataque de inspíración.

Only yours | Lashton smut| m-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora