La imagen que le devolvía el espejo era la misma de siempre.Más, no podía decir lo mismo de él.
Observó una vez más su rostro. De ojos almendrados y oscuros, nariz recta, finos labios y mentón anguloso, reconocía que la naturaleza lo había dotado de una fisonomía bella, desde sus rasgos faciales hasta su cuerpo. Nunca se había quejado. Siempre estuvo conforme con su reflejo cada vez que se observaba, sin que eso le diera un aire vanidoso o egocéntrico. Simplemente se aceptaba tal y como era.
Pero ahora no podía ver nada bueno en él. Era el mismo rostro y el mismo cuerpo de siempre. Pero algo en él había cambiado. Lo sabía y era perfectamente consciente de ello.
-¿Por qué te observas tanto? Si hubieses nacido mujer no hubiese dudado en acostarme contigo...
Yesung rodó los ojos.
-Cierra la boca, Leeteuk... - respondió torciendo la mueca en una sonrisa ladina.
El aludido rió en voz baja.
-Lo siento mi querido amigo pero tenía que decirte algo para que cambiaras esa cara...
-Es la única que tengo... - contestó Yesung sin desviar su atención del espejo, intentando acomodar los suaves jirones de tela blanca que caían en pequeños penachos sobre su pecho.
Leeteuk rodó los ojos, al tiempo que la lanzaba un bufido.
-Me retracto. Para cambiarte la expresión...
Yesung no contestó. Aquellas palabras solo le hicieron recordar el asesinato de aquel chico.
Un gesto oscuro ensombreció aun más en su rostro enjuto. ¿Quién era aquel chico? ¿Por qué lo habían asesinado con esa brutalidad?
Cerró los ojos en acto reflejo al recordar los acontecimientos de la noche anterior. De nuevo, aquella punzada de dolor se le instaló en el pecho.
-Yesung...
El aludido dirigió su mirada hacia su amigo, encontrándose con un gesto preocupado en su rostro rubicundo. Él no respondió.
-Sé que esto es duro para ti. Pero tienes que entender que...
-Leeteuk... Es la primera vez que no puedo salvar a alguien. No me lo puedo perdonar. Yo...
La voz de Yesung fue perdiendo potencia hasta ser apenas un susurro audible.
Desde que había aceptado la intrigante y hasta loable tarea de trabajar para el rey en aquellos casos en los que la policía no podía resolver, había jurado a sí mismo que haría todo lo posible para proteger a las víctimas de actos delictivos, sean cual sea su naturaleza. Y, en los ocho años que llevaba en servicio, jamás le había sucedido el hecho de no poder impedir la muerte de una persona.
Su amigo se acercó deliberadamente hasta él y posó su mano en el hombro.
-No puedes culparte de su muerte. Era algo que prácticamente no podías evitar... Además, tu no sabes, quizá era un delincuente.
Yesung se volteó para mirarlo a los ojos.
-No, no sabía si la víctima era un delincuente o una persona de bien. Pero era una persona, y eso era motivo suficiente para salvarlo. Yo no soy quién para juzgar a nadie.
Leeteuk lo observó unos momentos y luego esbozó una sonrisa amistosa y cargada de afecto.
-Noble e idealista como siempre. Me sorprende que aún no te hayas casado.
Yesung rodó los ojos y rió con risa quedada. Siempre admiró aquella capacidad de Leeteuk de quitarle el peso de su corazón con sólo un simple comentario. Había olvidado lo que era sentirse a gusto con una persona.
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Arlequín [YeKyu] [+18] [Terminada]
FanfictionRíe mientras puedas. ↘Prohibida la copia total o parcial de esta historia. Todos los derechos reservados↙