Capítulo 8

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La imagen en el espejo se le antojaba buena.

Aún estaba convaleciente de los dos atentados que había sufrido de manera seguida pero, a pesar de ello, había accedido a asistir a aquella fiesta por insistencia de su amigo, ya que éste le había asegurado que sus heridas ya no merecían más atención que el mínimo, y porque él mismo se sentía bien. Y aburrido.

Suspiró pesadamente.

Estaba un poco débil debido a la permanencia casi ininterrumpida en la cama. Había conseguido poder levantarse el día anterior a la velada, a pesar de los refunfuños de JungSoo, que aseveraba que lo mejor era que guardara reposo para conservar las fuerzas para el otro día, declaración que a Yesung lo sorprendió, viniendo de un médico. Tantos días en esa situación estaban a punto de volverlo loco. Sólo las atenciones por parte de Kyuhyun y Leeteuk hacían de su estadía en la casa del último algo medianamente aceptable.

Se sentó en el borde de la cama y esperó a que llegase el dueño de casa. Le habían informado que había salido momentos antes por una urgencia, pero que no tardaría en volver.

-¿Yesung?

La delicada y risueña voz de la esposa de Leeteuk, habló de repente de detrás de la puerta. El aludido la hizo pasar.

-Dime, SooHee...

-Sólo venía a comunicarte que JungSoo estará en casa pasada las diez de la noche. Acaba de mandarme una esquela y el asunto que debía atender se retrasó más de lo esperado. Me pidió que te pasase el mensaje.

Yesung asintió con pesadez. ¿Pasada las diez? Eso significaba que llegaría a mitad de la velada. Eso significaba que iba a estar deliberadamente solo todo ese tiempo, a pesar de estar rodeado de gente.

Eso significaba que iba a ser una verdadera pesadilla.

No contaba con la participación de Kyuhyun porque, aunque éste había aceptado asistir de buena gana, pronto la hostilidad y los malos modales de Leeteuk para con él, hicieron declinar su resolución.

Se vió asistiendo a aquella fiesta solo, rodeado de gente insípida y ruidosa, que nada podría aportarle a lo que ya había emprendido. Con SooHee no podía contar, ya que ella era la anfitriona y debía de estar en todos los lugares y en ninguno a la vez. Además, debía de tener sus propios asuntos que atender, por lo que, pegarse a ella como una lapa no iba a resultar.

Luego de que la señora de la casa se retirase, se recostó a medias, esperando a que llegue la hora para bajar a la dichosa velada.

Sopesó la posibilidad de dejarse estar y, aludiendo el hecho de haberse quedado dormido por accidente, no asistir.

Pero pronto desterró aquella idea de la cabeza. Primero porque había dado su palabra a JungSoo, muy a su pesar, y segundo, porque sentía una inmensa curiosidad acerca del famoso "arlequín".

Se removió un poco, sintiendo pequeñas pero delicadas punzadas en sus heridas, nada que no pueda sobrellevar.

¿A qué se debía tanto alboroto por un personaje que nada bueno traía a la velada? ¿Por qué aquella clase expectación?

Para él, los arlequines siempre fueron seres brutos que solo podían dedicarse a eso, tratar de hacer reír a la gente, valiéndose de cualquier artimañas, con resultados realmente desastrosos. Por lo menos para él. Seres que nada podían aportar, solo el hecho de pasar un rato de risas a su costa, cosa que no le parecía demasiado agradable.

Desde hacía un tiempo, esta clase de personajes habían integrado el séquito de los reyes, siendo propiedad exclusiva de ellos, pero últimamente estos seres pasaron a formar parte de las veladas de aquellas personas de alto poder adquisitivo, ya que solo ellos podían comprarlos.

Arlequín [YeKyu] [+18] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora