Hacía dos días que no se sabía de SooHee.
En aquel momento, al descubrir la desaparición de la chica, JungSoo casi perdió la cabeza. Luego de haber revuelto toda la habitación y haber mandado a toda la servidumbre a buscar en cada rincón de la mansión, le pidió por favor que bajase hacia la sala principal y se expidiese ante los convidados, manteniendo la discreción y el celo que la situación requería; no quería generar un revuelo ni que su mujer fuese el centro de los comentarios de aquella muchedumbre, por lo que el Conde tuvo que recurrir a la mentira para poder mantener las apariencias. Él también consideraba aquello como la mejor opción.
El joven médico estaba derrumbado.
Así lo entendía Yesung, que en lo que llevaba despierto, no había visto otra posición en Leeteuk que aquella en la que estaba ahora: sentado en el marco de la ventana, mirando a través del vidrio pero con la mirada perdida.
Las ojeras y el rostro demacrado le decían que el insomnio había hecho estragos en su ser. Era más que obvio, dadas las circunstancias. Y a él le dolía ver a su amigo así.
Más, todo se había complicado. Como si eso pudiese ser verdad.
Se acercó con paso tranquilo y posó una de sus manos en el hombro de JungSoo. Éste apenas se inmutó.
El Conde no sabía qué hacer para consolarlo.
Había resuelto quedarse unos días en la casa de su amigo hasta que hubiese algún dato que los llevase a dar con el paradero de la muchacha, pero hasta ese momento nada tenía la policía para decirles.
Hyukjae había prometido que él mismo se encargaría del caso, pero ni siquiera él había conseguido demasiado.
Demás estaba decir que aquello era completamente extraño, en sobremanera.
Yesung quería participar de aquella investigación, pero se encontraba dividido entre los sentimientos fraternales que tenía hacia su amigo y la obligación moral que él mismo se había autoimpuesto, y el hecho que había tenido lugar en la fiesta, que lo involucraba a él y a aquel heteróclito arlequín.
Dejó caer su mano del hombro de Leeteuk y estaba a punto de decir algo cuando un llamado de nudillos a la puerta lo detuvo.
El Conde, al ver que el dueño de casa no parecía haberse percatado de este hecho, optó por contestar él mismo.
Se trataba del lacayo de JungSoo, que traía consigo una esquela dirigida para él mismo. La recibió y despachó al joven.
Era de Kyuhyun.
La abrió con cautela y la leyó, tratando de deducir el tono del mensaje.
En él, el chico le decía que Igor había descubierto a un intruso en la casa la noche anterior, pero que no había logrado descifrar de quién se trataba porque fue lo suficientemente escurridizo como para desaparecer antes de que el mayordomo llegase hasta el lugar.
Aquello lo puso en alerta, pero no podía dejar a JungSoo en el estado casi catatónico en el que había entrado desde la desaparición de su esposa.
Pero su rostro debió de haber dado alguna muestra de emoción, ya que Leeteuk le dijo:
-¿Ha pasado algo?
Yesung levantó la vista y se encontró con los ojos vacíos del médico, que lo observaban desde la ventana. No se había movido un ápice.
-Alguien irrumpió en la casa anoche. Igor no logró reconocerlo.
-Tienes que irte, ¿verdad?
Yesung no le contestó, pero sabía que su amigo era consciente de la respuesta. Entonces se le ocurrió una manera de solucionar aquel problema.
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Arlequín [YeKyu] [+18] [Terminada]
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