What I Feel For You

Capítulo 39

|SEMANA DE NAVIDAD|

—¿Segura que no sientes frío?

—Ya te lo dije Mark, estoy bien —contesté, de una manera no muy cierta.

—Es que, te veo temblando —contuvo su risa.

—Nah —arrugué la nariz—, no creo que sea por eso.

—¿Entonces? —frunció su entre cejo—. ¿Todavía estás nerviosa?

—Un poco —encogí de hombros—, quizás mucho —apreté mis labios con mi vista justo al frente, a los pies de la gran y elegante puerta de la casa de la familia de Mark. Y cómo no estar al borde de los nervios si en cuestión de segundos los conoceré a todos ellos.

Estoy en un maldito pánico.

Esto es una mala idea, pésima idea.

Debería lagarme de aquí.

En un principio esta "propuesta" –ligada a una orden– se me era una broma total. Y aún lo sostengo mentalmente. Mark me convenció haciéndome reflexionar que era bueno para mí. Distraerme era algo que mas que tener, necesitaba hacer, según él.

No costó mucho hacer que mi madre accediera a que viajase más lejos de casa. Tuvo que aceptar que esto era parte de mi "trabajo" así que no repuso nada en contra de ello, aparte de que le prometí que estaría de vuelta con ella a fin de año, haciéndola sentir más satisfecha, solo que el pequeño detalle que se me pasó decirle fue de que yo no iría sola a Monterrey.

Una vez poniendo pies sobre territorio de Ohio, mi estómago se hizo un torbellino de nervios. Sentía que no estaba preparada para esto, fue tan poco tiempo para digerir el saber que conocería a los padres del mismísimo Mark Foster.

Joder..., jamás llegué pensar que esto pasaría. Sin duda ha rebasado los limites de mis imaginaciones y de mi realidad. Fue más allá de toda barrera fangirl.

Siento una presión en mi espalda inmensa. Siento la necesidad de causar una buena impresión, de ser alguien lo suficientemente decente para compartir tiempo con la Familia Foster, y perfectamente sé que eso no pasará, ¿por qué?... Pues porque, ppff, soy ____, me conozco y sé que es raro causar buenas impresiones de mi parte; eso es lo que me provoca toda esta ola de inseguridades que me hacen querer correr lejos de justo donde estoy ahora mismo, tomar un taxi, llegar al aeropuerto, comprar un boleto con destino a México, Nuevo León, Monterrey, y así ir a casa a esconderme debajo de mi cama.

Siendo honesta, durante el lapso de tiempo de California a Ohio, me he estado pellizcando mi brazo disimuladamente para despertar de todo esto que está pasando. Ya sé, qué estúpido, ¿no? Pero es que no me lo creo.

Me tranquilizó un poco el traslado del aeropuerto Hopkins a la casa de los padres de Mark, y fue por todo lo que aprecié en el camino. Los bonitos lugares donde predonimanban los colores cafés, grises y mucho, muchísimo blanco. Me gustaba Cleveland y eso que solo llevaba quince minutos en él. Ésta pequeña ciudad está al límite del estado y del país, de hecho cruzando un gran lago ya estabas en territorio canadiense. La orillas de Cleveland las encuentro alejadas de todo. En la zona donde vivían los padres de Mark no habían muchos edificios, ni mucho menos fabricas. Los bosques y terrenos despejados abundaban de manera enriquecedora. Era un lugar en el que fácilmente sentías la paz y la quietud. El aroma de espacios abiertos era jodidamente de película, la emoción de experimentarlos estaba inmensa, lo único que podían ver mis ojos durante el trayecto era una sola carretera rodeada de terrenos vacíos, casas cada veinte metros, arboles calvos, y un gran lago más allá del otro lado del inmenso campo granizado, suponía que era el tal famoso lago Erie –sí, lo busqué en Google Maps–. Las ansias de sacar mi cámara y caputar cada rincón de esta localidad fueron casi imposibles de controlar, lástima que estaba en su estuche junto con mi maleta en la cajuela del taxi en el que íbamos, así que me tuve que conformar con la cámara del celular. Cleveland era uno de los lugares mas hermosos que he tenido la dicha de presenciar, así también era de los más fríos que he tenido que soportar.